La hidroxicloroquina está aprobada para tratar la malaria, reemplazando la cloroquina en muchas partes del mundo después de que el parásito de la malaria se volvió resistente a la cloroquina, así como para algunos trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide y el lupus, debido a su capacidad para reducir la inflamación. Los galenos comenzaron a recurrir al medicamento para tratar el COVID-19 después de que el médico francés Didier Raoult dijo que estaba curando a sus pacientes en el hospital La Timone, sugiriendo que podría ayudar a aliviar algunos de los síntomas inflamatorios de la enfermedad, que comprometen la respiración y causan insuficiencia respiratoria. Sin embargo, la evidencia de la efectividad del medicamento no se había establecido hasta ahora.
Un reciente estudio de investigación a gran escala halló evidencia estadística de que el tratamiento con cloroquina o la hidroxicloroquina no beneficia a los pacientes con COVID-19 y mostraron preocupación de que el medicamento pudiera causar daño, ya que un número significativo de médicos lo han recetado sin evidencia experimental. Esta investigación, publicada el 22 de mayo en la revista The Lancet, presentó los resultados del análisis de 96.032 personas infectadas con COVID-19 en 671 hospitales de todo el mundo. Casi 15.000 pacientes fueron tratados con cloroquina o hidroxicloroquina, con o sin antibiótico. El resto no recibió ninguno de estos medicamentos y sirvió como control.
Los resultados mostraron un aumento entre 16 % y 18 % de probabilidad de morir, tras el tratamiento con cloroquina e hidroxicloroquina. Y más grave fue el resultado de los pacientes tratados con estos medicamentos en combinación con el antibiótico, incrementándose entre 22% y 24% la probabilidad de perecer. Estos riesgos se mantuvieron incluso después de que los investigadores controlaron factores como el tabaquismo, enfermedades cardíacas, diabetes, enfermedades pulmonares o las condiciones inmunes. Además, los que recibieron estos medicamentos tuvieron un mayor riesgo de desarrollar ritmos cardíacos anormales, un factor de riesgo conocido de la cloroquina e hidroxicloroquina. El Dr. Mandeep Mehra, quien dirigió el estudio, indicó que “no hubo evidencia de beneficio sino una señal constante de deterioro, en particular, el daño relacionado con trastornos del ritmo cardíaco, que hacen que la cámara inferior del corazón lata de forma rápida e irregular”.
Este estudio observacional se suma a los otros trabajos que sugieren que la cloroquina, la hidroxicloroquina, sola o con azitromicina no es útil y puede ser dañina en pacientes hospitalizados con COVID-19. El 23 de abril, un reporte realizado en 368 pacientes con coronavirus publicado en el servidor de investigación medRxiv, también encontró un mayor riesgo de muerte entre los que reciben hidroxicloroquina. Al día siguiente, en los EE. UU. se advirtió a los médicos que no debían recetar hidroxicloroquina de forma ambulatoria. En este sentido, el 11 de mayo, un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association determinó que el medicamento no ayudaba a pacientes muy enfermos con COVID-19 y, de hecho, podía causar problemas cardíacos.
Antimaláricos, lo que señala la evidencia
Todos estos estudios han llevado a advertir a los proveedores de salud que no deben recetar hidroxicloroquina, a pacientes con COVID-19, a menos que formen parte de un estudio de investigación o sean monitoreados cuidadosamente en un hospital.
Curiosamente todos estos hallazgos se contraponen con las declaraciones del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, quien afirmó estar tomando “una pastilla todos los días”, porque “escuchó muy buenas historias”. Al igual que Trump, el Presidente brasileño, Jair Bolsonaro, también recomendó su uso. ¡La política populista le ha metido un strike a la ciencia!
Aun cuando el gobierno venezolano representa el polo opuesto en el campo de la política regional, tiene un polémico punto en común: recomienda la cloroquina. Así, el vicepresidente sectorial de Comunicación, Turismo y Cultura, Jorge Rodríguez, explicó el 23 de abril que en Venezuela las primeras personas infectadas serían medicadas con el antimalárico, al tiempo que informó que seguirían los protocolos establecidos, suministrando también la cloroquina a los “contactos cercanos” de cada paciente y al personal médico que atiende a las personas contagiadas con coronavirus.
Si bien ministerios y agencias han dado autorización de “uso de emergencia” para que los médicos prueben el tratamiento en pacientes con COVID-19, también se advierte sobre posibles efectos secundarios. Como lo ha hecho Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, “cuando hablan de la cloroquina o de Plaquinol que se distribuye en farmacias, hay que ser muy conscientes de sus efectos adversos”. Más contundentemente, el Dr. Marcos Espinal, director de la Organización Panamericana de la Salud, parte de la Organización Mundial de la Salud, ha subrayado que ningún ensayo clínico ha recomendado el uso de hidroxicloroquina para el coronavirus.
De hecho, como la evidencia continúa sugiriendo que la hidroxicloroquina puede no proporcionar muchos beneficios y, en cambio, aumentar el riesgo de daño al corazón, el Dr. Mehra dice que los médicos pueden pasar a considerar otros medicamentos que se estudian como tratamientos del COVID-19, entre los que se encuentran el remdesivir. Los estudios indican que remdesivir podría ayudar a las personas con COVID-19 a recuperarse más rápido. El medicamento recibió la autorización de uso de emergencia para tratar pacientes hospitalizados. A diferencia del antimalárico, el remdesivir no se ha relacionado con efectos secundarios graves hasta el momento y, por lo tanto, puede ser una opción más atractiva para los médicos que tratan a pacientes con COVID-19. Aún queda mucho por estudiar sobre los efectos de los medicamentos existentes en los pacientes que libran día a día el combate contra el coronavirus.
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