En muy poco tiempo, Greta Thunberg, con su mirada desgarradora, sus trenzas y un letrero pintado a mano donde se lee skolstrejk för klimatet (huelga escolar por el clima), se ha convertido en un ícono global. Hace un año, la activista climática sueca, de 16 años, comenzó a salir todos los viernes de la escuela para protestar por la inacción climática. Thunberg y un puñado de otros jóvenes activistas climáticos recibieron el Premio “Embajador de Conciencia” de Amnistía Internacional en Washington, EEUU. En los últimos 17 años, Amnistía ha otorgado el premio a otros íconos como: Nelson Mandela, Colin Kaepernick y Ai Weiwei.
A principios de la semana pasada pronunció un candente discurso ante las Naciones Unidas. Thunberg, con jeans, zapatos de goma y una franela rosa, aparentando menos edad de la que tiene, dio su discurso con un tono altanero y autoritario que es, como mínimo, inusual para una adolescente. “¿Cómo se atreven? Han robado mis sueños y mi infancia”, dijo a los líderes mundiales en las Naciones Unidas. También ha dicho que el dinero y el crecimiento económico sostenido son “cuentos de hadas”. El discurso de la activista ambiental recibió elogios entusiastas de los investigadores del clima y muchos han indicado que la joven ha encontrado formas de crear conciencia en esta área de la ciencia, impulsando el apoyo y siendo vocera de las personas que han luchado por décadas.
Ha sido un líder catalítico
Estamos viendo más acciones de base y ella está creando un movimiento donde los jóvenes están presionando a las comunidades, gobiernos y corporaciones, diciendo: ¡no vamos a esperar! Durante su apasionada declaración en la ONU, reprendió a los líderes mundiales por no hacer lo suficiente para abordar el cambio climático y enfatizó la urgencia de la situación global, refiriéndose a menudo a las cifras de un informe publicado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático en octubre de 2018.
El informe indicó que el planeta ya se ha calentado 1 grado desde el siglo XIX, y estimaron en 1,5° como el umbral más allá del cual los efectos del cambio climático, como el derretimiento del hielo en los polos, el calor extremo y el aumento del nivel del mar, ponen en peligro la vida para decenas de millones de personas en todo el mundo. Para evitar que el aumento en la temperatura del planeta supere los 1,5 grados centígrados respecto a la era preindustrial, será necesario reducir las emisiones globales de dióxido de carbono en un 45% para el 2030.
“La idea de reducir nuestras emisiones a la mitad en solo 10 años nos da un 50% de posibilidades de permanecer por debajo de 1,5 grados y el riesgo de desatar reacciones en cadena irreversibles más allá del control humano”, dijo Thunberg. A diferencia de otros jóvenes activistas climáticos, como los miembros del Movimiento Sunrise, liderado por estudiantes universitarios, ella rechaza las propuestas políticas como el New Deal verde, un paquete de estímulos económicos para abordar el cambio climático y la desigualdad, exigiéndoles a los políticos a “escuchar a la ciencia”.
Ya es difícil mantener las emisiones
La posibilidad de reducir las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) tan drásticamente para el 2030 se está volviendo poco práctica. Matemática y técnicamente, es posible, pero no es realista. Reducir las emisiones de forma tan rápida en un período de 10 años requeriría enormes cambios en los países de todo el mundo. Las tendencias recientes han demostrado lo difícil que es incluso mantener el nivel de emisiones de carbono.
Un informe publicado el año pasado por el Global Carbon Project, formado por un consorcio internacional de investigadores climáticos, declaró que las emisiones globales de carbono alcanzaron un récord en 2018. Después de un período de estabilidad de 2014 a 2016, las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero aumentaron en 2017 y luego saltó otro 2,7% en 2018 a un máximo histórico de más de 37 mil millones de toneladas métricas. A mi entender los compromisos actuales de los gobiernos, lejos de garantizar ese límite seguro, conducirán a un incremento de 3°C para fin de siglo.
Razones para ser optimista
Pero incluso si algunos de estos desafíos parecen insuperables, es importante que no nos desanimemos, porque los pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia. ¿Hay razones para ser optimista? Si, lo cierto es que ha aumentado el interés del público por el cambio climático y la necesidad de generar soluciones. Las personas están exigiendo acciones concretas y los políticos en muchos países están conscientes de ello. Este incremento en la participación pudo haber sido por el evidente aumento en las olas de calor en diferentes partes del mundo, el incendio en el Amazonas, la influencia de las huelgas convocadas por la activista sueca Greta Thunberg o el informe de la ONU según el cual un millón de especies están amenazadas.
El verdadero mensaje del informe del Panel Intergubernamental de la ONU del año pasado es que cada acción cuenta. El mundo no se va a terminar en el 2030, incluso si no logramos evitar los 1,5 grados de calentamiento. Pero aún deberíamos hacer lo mejor que podamos, porque cuanto más reduzcamos las emisiones, menos se calentará el planeta y disminuirá el sufrimiento de todas las especies que convivimos en la Tierra.
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