Cómo la burocracia carcome a la ciencia venezolana

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concepto de burocracia es la que ofrece “Cantinflas” en su película El ministro y yo, donde dirigiéndose a los empleados públicos dice: “… ustedes ejercen el poder desde sus escritorios”. Más recientemente, este problema lo puso de relieve el físico ganador del Premio Nobel de origen egipcio, Ahmed Zewail. Ante la asamblea general de la Academia de Ciencias del Tercer Mundo (TWAS) en Nueva Delhi, Zewail habló abiertamente de la forma en que la excesiva centralización y la burocracia siguen teniendo un efecto perjudicial sobre la vitalidad de la ciencia en los países en desarrollo. La excesiva burocracia que protege a las estructuras de poder priva a la ciencia en muchos países en desarrollo de gran parte de su vitalidad. El tema ya no puede ser ignorado. Los científicos en Venezuela nos enfrentamos a numerosos obstáculos para llevar a cabo una investigación eficaz. Muchos de ellos -como los bajos salarios y equipos de laboratorio obsoletos- legítimamente pueden atribuirse a la política económica del Gobierno y a la falta de atención prestada a la investigación de alto nivel. La burocracia es uno de esos obstáculos. Por ejemplo, en nuestro país, los académicos universitarios, que somos empleados estatales, requerimos permisos y avales para asistir a conferencias en el extranjero, un proceso que puede tomar semanas, incluso si no hay solicitudes de financiamiento. Por otra parte, el problema de la burocracia intensifica el exceso de trámites que tienen que ser presentados para justificar la compra de equipos o de otro gasto de consumibles de laboratorio. Los numerosos pasos requeridos para autorizar una simple compra, con frecuencia contribuyen a hacerla más engorrosa, al punto de detener administrativamente el funcionamiento de algunos institutos nacionales de investigación. Mas aún, el burócrata no tiene conciencia sobre el impacto negativo de sus arbitrarias decisiones en áreas que desconocen, como la investigación científica. Un mal necesario… Por supuesto, hay muchas circunstancias en las que la burocracia es un mal necesario. Un Estado para funcionar de manera eficiente requiere una forma eficaz de recoger las decisiones sobre las actividades de las que es responsable, así como una forma de asegurar que los fondos públicos se empleen para los fines a los que se les hayan asignado. También podría argumentarse que hemos heredado una burocracia “colonial” que ha creado una base estable para la expansión económica y el desarrollo social. Por otra parte, la tarea de reducir la burocracia manteniendo al mismo tiempo la rendición de cuentas es un problema complejo. Mientras que el control excesivo puede estrangular, el aflojar demasiado el control tiene el peligro opuesto, crear una mala gestión, abuso y en última instancia, la corrupción. … pero son obstáculos innecesarios El primer problema viene cuando el llenado de formularios se convierte en un fin en sí mismo. ¿Cuántas veces hemos rellenado un formulario con la información que sospechamos nadie va a leer o necesitar? Usualmente, aquellos que solicitan dicha información son incapaces de explicar por qué es necesario proporcionarla. ¿Cuántas copias de la cédula de identidad hemos entregado a la administración publica? ¿Cuántas veces se ha tenido que repetir un tramite por la falta de un documento que no estaba contemplado en los requisitos originales? El problema más serio, por supuesto, es cuando la burocracia se convierte en un sustituto del buen gobierno. De hecho, como en la ex Unión Soviética, la burocracia excesiva puede a menudo convertirse en un escudo que lo protege del escrutinio público sobre las malas decisiones, preservando el poder de los grupos políticos que tienen mucho qué temer en un proceso de toma de decisiones transparente. Donde el exceso de burocracia tiene sus raíces políticas, es poco lo que los científicos podemos hacer para contrarrestar otro efecto secundario de la burocracia excesiva, es decir, la corrupción. La corrupción aceita los engranajes de la burocracia, lo que garantiza al corruptor que las decisiones que le interesan no se retrasen, se concedan permisos y que el sistema no se detenga. Pero esto es a un precio que no puede ser saludable para nuestra sociedad en la búsqueda del desarrollo de una gestión eficaz y transparente. La tarea de los científicos Lo que los científicos podemos hacer, por supuesto, es identificar y destacar públicamente los problemas creados por la excesiva burocracia. Por ejemplo, la toma de decisiones sobre la distribución de los fondos para investigación deben ser transparentes, es decir, estar claramente especificados los criterios de selección y asignación de los recursos. En definitiva, la calidad de la investigación que se produce debe ser juzgada por pares científicos y no por el número de planillas que se han llenado.]]>

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