Cuando un sinónimo de muerte es Faes

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Una cola sorpresiva nos hizo detenernos frente a la Planta de Transferencia de basurs de Las Mayas. Allí, entre el mal olor y la incertidumbre, miramos a todos lados, buscando la respuesta a un retraso vehicular que desde 2017 no se hacía en está zona. La migración, falta de repuestos o altos costos para obtenerlos, son parte de las razones para que disminuyera la cola cotidiana, que ese día otra vez aparecía.

En la búsqueda para identificar qué pasaba, vi un oficial uniformado, todo de negro, con pasamontañas recogido lo que permitía ver su rostro, arengado por tres mujeres y dos niños, todos en pijamas o ropa de dormir. Aún no eran las 7:00 am. Esto pasó en la intersección que permite entrar al Fuerte Tiuna desde Las Mayas. En la acera de enfrente había gente esperando que pasara algún transporte público o un camión que les diera la cola. Las mujeres hacían señas con las manos y se notaba que algo le pedían al funcionario. La gente, en la otra esquina, los veía impávidos, se hablaban entre ellos, se intentaban explicar lo que esa imagen les decía.

Sonó una explosión como un disparo… las mujeres y los dos niños gritaron y rompieron en lágrimas, se agarraban las cabezas, tocaban al funcionario que colocaba las dos manos como muro de contención a las mujeres. Nosotros en el carro nos asustamos, pensamos que vendrían nuevos disparos, que podíamos correr peligro. Logramos ver en la calle, dirigiendo el tránsito, a unos 6 funcionarios más, todos de negro, con pasamontañas tapando sus rostros. Pedían que los carros avanzaran rápido después la detonación. Fue uno solo, seco.

El 14 de julio de 2017, Nicolás Maduro, en funciones como Presidente del país, dijo que se creaba un grupo élite de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) para combatir el crimen organizado y el terrorismo. Dijo también que “tienen el entrenamiento para defender y proteger al pueblo frente al crimen y frente a las bandas terroristas alentadas por la derecha criminal (…) que ha pretendido durante 100 días hacer de nuestro país un escenario de guerra para justificar la intervención imperialista extranjera. (…) En Venezuela vencerá la paz, vencerá el pueblo unido. Activada las Fuerza de Acciones Especiales”. Así presentó oficialmente a la Faes.

En el uniforme de los funcionarios que dirigían el tránsito con premura, pude ver las siglas de la muerte, Faes. Allí fue cuando entendí todo. En mi cabeza imaginé lo que sucedía, pude recrear el antes y después del sonido del disparo en cuestión de segundos. Y no porque haya sido víctima alguna vez de sus actuaciones, sino porque a solo un año y medio de creación este grupo élite de la PNB ha sido señalado como responsable de masacres en la cota 905, Lomas de Urdaneta, la Torre Viasa, la masacre del 16 de agosto de 2017-un mes y dos días después de su oficialización- en el Centro de Detención Judicial Preventiva del Estado Amazonas (CDJA), donde asesinaron a 39 privados de libertad, pero también de la masacre de El Junquito, cuando asesinaron a Oscar Pérez y sus compañeros, cuando estos ya se habían rendido y buscaban un acuerdo para entregarse. Estos datos aparecen en el reciente Informe de Provea sobre las Faes.

Cada vez que en las noticias aparecen esas siglas, algo duro se avecina, más allá de las razones que puedan llevar a estos funcionarios a los operativos que realizan, su actuación suele ser letal, no hay mediación, no hay conversación, no se da la opción de la entrega a la justicia, matan sin piedad, matan sin mirar a los lados. Puedo suponer, por ejemplo, que los niños y mujeres que suplicaban algo al funcionario en Las Mayas; que estaban durmiendo cuando la Faes llegó; que fueron sacados de sus viviendas para dar con una persona solicitada por algún delito. Al escuchar el disparo supuse que al que buscaban, lo habían matado.

Cuando matan a alguien con un disparo nada más, cuando es solo uno el que suena, trayendo consigo el llanto desolador de mujeres y niños que aspiraban otro desenlace, permite suponer que la tal “Resistencia a la Autoridad” no existió. Para justificar el matar a alguien que no fue procesado, que no pasó por un juicio para demostrar su culpabilidad, etc. debió haberse dado un enfrentamiento, en el que la persona haya disparado y colocado en riesgo la vida de los funcionarios y de otras personas, solo así es posible comprender que la fuerza pública haya tenido que disparar para matar. Pero si ese enfrentamiento no se dio, ¿por qué matan a la gente?

Luego, cuando pasamos esta parte del camino, donde vimos todo esto, en unos 6 minutos -quizás menos-, pensaba que esas mujeres y esos niños, seguramente le pedían al funcionario que no lo mataran, que lo detuvieran, que lo llevaran a juicio. A veces las familias no niegan que sus familiares sean delincuentes, pero eso no los hace merecedores de la muerte sin que medie por lo menos un juicio que determine que esa persona es realmente culpable de lo que se le acusa. En realidad, en Venezuela, la pena de muerte no está permitida legalmente, por tanto, siempre debe existir la detención, el proceso judicial y la cárcel, cuando alguien comete un delito.

Inmediatamente, pensé en las «equivocaciones» en las que mueren personas porque se llaman Carlos, Luis o Juan, y la persona que estos funcionarios estaban buscando también, o porque se parecían solamente. Recordé a Yonaiver Moreno y Ricardo Castro, adolescentes de 15 y 12 años respectivamente, asesinados mientras montaban el nacimiento en Navidad, en esa situación, los familiares informaron, que los adolescentes antes de morir dijeron que no eran ellos a quienes buscaban, y sin embargo los mataron. ¿Será que el que buscaban en Las Mayas sí era a quien habían encontrado en esa casa humilde, de una invasión, de la que habían sacado seguramente de forma arbitraria a tres mujeres y dos niños?

El informe de Provea sobre la Faes habla de 205 asesinados que se pudieron identificar en 2018, entre 5 y 9 personas asesinadas por operativos, con edades comprendidas entre 12 y 49 años, la mayoría pertenecientes a sectores populares y empobrecidos de Caracas y Venezuela. Pero, además, en el informe del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) del año 2018 presentado este 12 de febrero por el día de la juventud, indican que el 64% de las muertes por violencia social en el país son en personas jóvenes, es decir de menos de 29 años de edad. 34% de las muertes aparecen tipificadas como “Resistencia a la Autoridad”, dentro de ese 34% aparecen 5 niños y 15 niñas entre 0 y 11 años y 251 adolescentes masculinos y 15 adolescentes femeninas de 12 a 17 años que fueron asesinadas porque supuestamente se “resistieron a la autoridad”.

¿Cómo un niño o niña de 5 años se resiste a la autoridad? ¿Será que esa resistencia a la autoridad se dio en las condiciones en las que sonó el único disparo este día en Las Mayas, o fue como los allanamientos en la Torre Viasa en noviembre de 2018? ¿En qué consiste la Resistencia a la Autoridad? ¿O es simplemente un artificio para no decir que están exterminando a la gente porque sí, porque son pobres, porque son jóvenes, porque parecen malandros, para justificar una acción que no tiene justificación? ¿Qué pasa con los niños y niñas que mueren en estas circunstancias, qué pasa con los que quedan huérfanos por estos operativos de liquidación?

En dos años de exstencia, la Faes se han convertido en las fuerzas de exterminio del régimen de Maduro, vinieron a sembrar el terror. No han defendido al pueblo del crimen, peor aún, se convirtieron en los criminales para el pueblo. Su más reciente actuación en enero 2019, ante las muestras de descontento del pueblo en las calles, nos confirma su letalidad y que actúan buscando que la gente se inmovilice, se queden en sus casas y no salgan a luchar y protestar. Muestran el poder de fuego de la dictadura y que nos les importa el daño que puedan causar.

¿Cómo crece un niño a quien en su país, un día, apenas amaneciendo, lo sacan de su casa a la fuerza y en medio del frío de una mañana cualquiera, en la que no ha salido el sol, escucha un disparo que sabe con certeza que le quito la vida a su papá?