Investigación de doble uso ¿amenaza para la sociedad?

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El año pasado nos enteramos que un grupo de investigadores dirigidos por David Evans, de la Universidad de Alberta, había resucitado un virus conocido como varicela. Este virus no se había visto en décadas, pero lo revivieron con material genético que se compró a una compañía que sintetiza y vende libremente ADN.

Evans no se limitó a ordenar la viruela por correo, le tomó años refinar el proceso de fabricación y ensamblaje. El trabajo causó un gran revuelo. La varicela es inofensiva para las personas, pero su primo cercano, la viruela, mató a cientos de millones antes de ser erradicado en 1980, según la Organización Mundial de la Salud. Sólo quedan dos cepas existentes de la viruela, una en poder de Rusia y la otra en los Estados Unidos de Norteamérica.

Los críticos de Evans argumentan que a partir de su trabajo resulta más fácil recrear la viruela, ya que explicó varios detalles de cómo hacerla y por ende, la tecnología para su creación sería menos costosa. Eso sería horrible, pues al liberarla por accidente o por malicia, pocas personas estarían inmunizadas contra la viruela y las reservas de vacunas son limitadas.

Varios investigadores firmamos peticiones instando a las revistas científicas a no publicar el documento que describía el trabajo, pero PLOS One lo hizo en enero. Esta controversia es el último capítulo de un debate en curso sobre la investigación de doble uso, que se lleva a cabo con fines científicos legítimos, pero cuyos resultados pueden ser mal utilizados y representar un peligro para nosotros o la sociedad. Más que eso, refleja una vulnerabilidad en el corazón de la ciencia moderna, donde pequeños grupos de investigadores y revisores pueden tomar decisiones virtualmente unilaterales sobre experimentos que pueden tener consecuencias globales.

En el libro Jurasic Park de Michael Crichton, Ian Malcolm uno de los personajes dice: “Sus científicos estaban tan preocupados por si podían o no, que no se detuvieron a pensar si debían”. Pero, Evans pensó que si debía hacerlo y lo hizo.

Recientemente en un artículo de opinión que reflexiona sobre esta controversia, Evans y su colega Ryan Noyce argumentaron que la recreación de la varicela tiene dos beneficios. En primer lugar, Tonix, la compañía que financió la investigación, espera usarla como la base de una vacuna más segura contra la viruela, en caso que resucite esa amenaza extinta. En segundo lugar, podría ayudar a los científicos a reutilizar el virus de la viruela en vacunas contra otras enfermedades, o incluso armas contra el cáncer. Por su parte, Tom Inglesby, un experto en salud y seguridad, no lo compra. Él dice que estos supuestos beneficios son hipotéticos, y podrían lograrse de una manera más segura.

Kevin Esvelt de MIT, indicó que “A largo plazo, me preocupa que la tecnología sea lo suficientemente accesible”. Hay formas de mitigar ese riesgo. La mayoría de los grupos no pueden hacer ADN por sí mismos y deben comprar las secuencias. Esvelt cree que todas estas órdenes de compra deben ser analizadas contra una base de datos de secuencias problemáticas como un baluarte contra experimentos que son, sin saberlo o deliberadamente, peligrosos. Dicha detección ya ocurre, pero sólo de forma voluntaria. Pocos países tienen procedimientos claros para revisar la investigación de doble uso. Los países desarrollados tienen quizás las políticas más fuertes, pero aún tiene varias lagunas, cubriendo 15 patógenos. Además, aplica únicamente a la investigación financiada con fondos gubernamentales y la de Evans fue costeada en forma privada. A falta de directrices más claras, la carga recae sobre la empresa para autorregularse y no están preparadas para hacerlo adecuadamente.

La academia es intensamente competitiva y “los investigadores tratan de obtener subvenciones y publicaciones sin ser necesariamente ciudadanos responsables”, dijo Filippa Lentzos, del King’s College de Londres, que estudia las amenazas biológicas. Adicionalmente, los científicos a menudo guardan su trabajo para sí mismos por temor a que sus colegas se los plagien. Sus planes son conocidos una vez que los resultados están listos para ser presentados o publicados.

Esta falta de transparencia en investigaciones de doble uso crea un entorno en el que las personas pueden tomar decisiones casi unilateralmente que podrían afectar al mundo entero. Por ejemplo, Evans fue miembro de un comité de la Organización Mundial de la Salud que supervisa investigación sobre viruela, pero sólo les contó a sus colegas sobre el experimento una vez que lo completó. Solicitó la aprobación de los oficiales de bioseguridad de su universidad y mantuvo conversaciones con las agencias canadienses, pero no está claro si tenían la experticia ética necesaria para apreciar plenamente la importancia del experimento.

La ética en investigaciones de doble uso

Muchas de las personas con las que he hablado expresaron su frustración por esta “tira ética de Möbius”. El problema es que los científicos no estamos capacitados para anticipar confiablemente las consecuencias de nuestro trabajo. Necesitamos el asesoramiento de especialistas en ética, historiadores médicos, sociólogos y representantes de la comunidad, pero estos grupos a menudo se quedan fuera de los comités que actualmente supervisan la investigación de doble uso.

En términos más generales hay una tendencia de los investigadores a ver a los especialistas en ética y a los revisores institucionales como una burocracia aún mayor, o como la fuente de restricciones innecesarias que ahogarán el progreso. Esvelt está de acuerdo. “La ciencia está construida para ascender al árbol del conocimiento y saborear su fruto, y la mentalidad de la mayoría de los científicos es que el conocimiento siempre es bueno”. Los futuros científicos deben capacitarse en estos temas de bioética desde las primeras etapas de su carrera.

Se habla mucho sobre educar a la sociedad acerca de la ciencia. Quizás lo que se necesita es educar a los científicos sobre la sociedad.

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