La fiebre del oro interplanetario

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La Luna: objeto de fascinación y exploración. Ahora también se ve como un lugar para ganar dinero a través de la explotación minera. Pero, ¿por qué quieren minar en el espacio? ¿Y cuáles son los beneficios?

Cada vez es más difícil y, por tanto, poco rentable explotar los yacimientos de algunos metales que quedan en el subsuelo terrestre. El progresivo agotamiento de las minas, aunado a la falta de acceso a los minerales que se encuentran principalmente en lugares como China, Rusia, Congo o Venezuela, encarece los costos de extracción. 

Hace casi 51 años, durante la misión Apolo 11, fuimos atraídos a nuestro vecino cósmico más cercano por curiosidad científica, el deseo de demostrar destrezas y poder geopolítico. Ahora, en plena crisis del coronavirus, el presidente de los Estados Unidos ha aprovechado para firmar una orden ejecutiva que representa un paso decisivo hacia la privatización del espacio exterior. Donald Trump ahora quiere dinamitar el espíritu del Tratado de la Luna, un acuerdo firmado en 1979 que transfiere la jurisdicción de todos los cuerpos celestes a la humanidad. Con el compromiso de que todas las actividades deben hacerse conforme al derecho internacional y particularmente a la carta de las Naciones Unidas. 

La orden ejecutiva de Trump dice que EE. UU. no considera que el Tratado de la Luna sea “efectivo” para manejar los intereses comerciales del espacio exterior. “Los estadounidenses deberían tener el derecho de participar en la explotación comercial, la recuperación y el uso de recursos en el espacio ultraterrestre, de conformidad con la ley aplicable”. Esta no es una política nueva, pero parece establecer un marco legal más sólido.

En 2015, Barack Obama, firmó una ley que otorga a los ciudadanos estadounidenses los derechos sobre los recursos propios minados en el espacio. La administración de Trump ha mostrado un mayor interés en dar forma a la política espacial de los EE.UU., creando una Fuerza Espacial del ejército. Sostiene que “el espacio es el nuevo dominio de guerra en el mundo”. También firmó la Directiva de política espacial en 2017, que preparó el camino para la misión Artemisa de la NASA y anunció un plan a largo plazo de la NASA para la exploración lunar: instalación de un “campamento base” en el polo sur de la Luna. 

El platino y otros metales valiosos podrían estar debajo de la superficie de la Luna y potencialmente ser extraídos en el futuro. Para que eso suceda, la superficie lunar necesita ser prospectada y construir la infraestructura (vías, plataformas de lanzamiento y energía) que permita apoyar las operaciones humanas permanentes. Esa fase de exploración y desarrollo es costosa y crea una oportunidad para las empresas del mundo. De hecho, ya hay proyectos, a unos pocos años, para comenzar esta explotación comercial. Además, podría allanar el camino para una mayor exploración del espacio ultraterrestre. Minar la Luna ayudará a los humanos a viajar más lejos en el espacio, a lugares como Marte. 

El Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA dijo que la Luna “contiene cientos de miles de millones de dólares de recursos sin explotar”, incluidas las “tierras raras” que son necesarias para los chips de computadora y dijo que tenía el potencial para una “fiebre del oro lunar”. Las compañías privadas han expresado interés en extraer los minerales, países como Luxemburgo han creado incentivos financieros para los emprendedores. Según un nuevo informe global de Space Angels, las compañías que se centran en las oportunidades “interplanetarias” han recibido 192 millones de dólares en los últimos diez años, principalmente para el desarrollo de vehículos exploradores y aterrizadores lunares. Este sector emergente de la industria espacial ha atraído a 476 compañías que están planteando soluciones imaginativas donde proyectan misiones espaciales para comenzar la explotación comercial de asteroides, satélites y planetas del sistema solar.

La Luna, una carrera energética

El espacio exterior representa una fuente inagotable de recursos. En los asteroides se pueden encontrar materiales que escasean en la Tierra como el paladio, el platino o el litio que se utilizan en la fabricación de los dispositivos móviles y cuya cotización está claramente en alza. También está la cuestión del helio 3. En la Luna hay grandes cantidades de este isótopo que puede ayudar a crear la fusión nuclear estable, la solución para el problema energético de la humanidad. Si se consigue la fusión, las potencias que estén en la Luna o tengan capacidad de viajar a ella tendrán un punto de partida privilegiado en la carrera energética del futuro.

En el 2019 la agencia espacial china lanzó a nuestro satélite natural la sonda Chang’e 4 que aterrizó en el lado oculto. Detrás de este hito científico parece haber un cierto interés por parte del gigante asiático por explorar la superficie lunar y examinar los recursos que contiene. 

Ahora bien, ¿qué pasaría si una empresa privada consiguiera aterrizar en un asteroide y extraer minerales? Los tratados internacionales aprobados desde 1967 sobre el uso del espacio prohíben que una nación o particulares reclamen derechos de propiedad sobre ningún objeto celeste, pero no se especifica nada acerca de la explotación de recursos en asteroides o en la misma Luna. La manera en la que una compañía privada podría imponer su derecho a la minería es a través de un tribunal nacional.

Ningún país puede afirmar ser dueño de la Luna, pero se puede aplicar la ley marítima: sería como pescar en aguas internacionales, si bien un Estado o nación no puede poseerlas, los peces pasan a ser propiedad de sus pescadores.

A estos potenciales conflictos legales, y de soberanía nacional, habría que añadir las consecuencias que la extracción de minerales podría tener para la economía mundial. Una simulación de varios estudiantes de la Universidad de Tel Aviv mostró que el primer cargamento de metales procedente de un asteroide que volviera a la Tierra, con grandes cantidades de oro y platino, podría hacer caer el precio del oro en un 50% y ocurría lo mismo con el resto de los minerales extraídos del espacio. 

En definitiva, la humanidad vuelve a mirar al cielo, pero ahora con menos romanticismo, una nueva época de fiebre de metales y descubrimiento de nuevas fronteras está por venir.

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