Para nada sorprende. Ya se había anunciado en las elecciones a las gobernaciones dos meses antes. Macri iba a una derrota aplastante. Aun sin ese aldabonazo, con la política económica a raíz del sobreendeudamiento argentino y, la consecuente política del deudor, era lógico que perdiera las elecciones. El acreedor por antonomasia, el Fondo Monetario Internacional (FMI), exigió lo propio.
El endeudamiento resulta una imperiosa necesidad para la oligarquía financiera internacional. La tendencia a la caída de la cuota media de la ganancia lleva a que el endeudamiento público mundial se convierta en un atemperante. De allí la ideología acerca del endeudamiento como panacea para la atención de los diversos problemas de los países. No distingue, el ideólogo de lo establecido, la diferencia entre el endeudamiento público y el crédito empresarial. El primero se cancela mediante políticas fiscales y tributarias. Esto es, el compromiso lo cancela la sociedad. El empresarial con la explotación del trabajador, creando nueva riqueza.
De allí que la determinación más importante de la derrota de Macri, sin dudas, fue la política económica guiada por uno de los fetiches más importantes de la oligarquía financiera internacional como lo es el endeudamiento público. En esto parecen coincidir todas las potencias imperialistas. Unas más que otras propician la deuda pública como ideología y como mecanismo de penetración de capitales mediante organismos multilaterales o en forma bilateral.
La política de Macri, la del deudor, debía usar los recursos obtenidos en pago al trabajo improductivo y buena parte en función de mantener el tipo de cambio. El equilibrio fiscal, la brecha fiscal que tendía a ampliarse, también requirió de atención con estos recursos.
En momentos en los cuales la caída de precios de los principales productos de exportación se hizo más patente, se hicieron más demandantes las tendencias antes dicha.
De tal manera, lo único que podía estimular la economía era mantener los salarios de los trabajadores del Estado, algo en infraestructura y un tantico en inversión productiva. Esto es, la mayor cantidad de los recursos obtenidos para el “rescate” del fondo, se debían destinar a gastos que no crean nueva riqueza. Es más, parte de los recursos debían ser destinados a pago de deuda. Luego, el fetiche de la deuda, como todo fetiche, muestra su naturaleza. Es el fruto de una idea humana que le asigna potencias que no consuma. Esas potencias se realizan en el mundo de la literatura y su fuente principal, la mitología.
Ciertamente la deuda pública frena la creciente caída de la cuota media de beneficios. La crisis general del capitalismo mundial y la evidenciación de la crisis cíclica afianzan esta contra tendencia que frena un tanto la irremediable caída de la tasa de la ganancia. La merma de los mercados, apuntalada con la política estadounidense, hace que la presión sea mayor en esa dirección.
Todas las contratendencias se expanden, se consolidan. La rivalidad por hacerse de más y más mercados, por ejemplo, encuentra en la ruta y la franja china un claro ejemplo. El más significativo de estos tiempos. Por su parte, Estados Unidos, mientras busca frenar este proyecto, ya en ejecución acelerada, busca rescatar su mercado interno y áreas de influencia perdidas.
La lucha por materias primas que alimentan la voracidad de la industria moderna, se hace más agudas. Muchas de ellas se encuentran en territorio argentino. Minerales de carácter estratégico en relación con la industria moderna como el litio, se hallan en abundancia en Argentina. La relativamente reciente minería argentina, es bastante diversificada, faltando por explorar 70% de la superficie posible de mineralización. Oro, plata, potasio, minerales nucleares, hierro, litio y tierras raras, entre otras, brindan una idea de la diversidad de la oferta argentina en el sector. Además, el país austral es el primer productor mundial de soja, limones, peras, entre otros rubros.
La fuerza de trabajo barata, también atrae lo suyo. Más cuando tiene tradición en la industria. Argentina también se encuentra dentro de las economías que pueden recibir inversiones directas en los sectores que privilegie el capital financiero. Lo que requiere sí, qué sea más barata y despojada de su organización sindical, tan despreciada por todos los Imperialismos. De allí la política macrista de profundizar el empobrecimiento del pueblo argentino.
La alternativa kirchnerista, seguro seguirá esa orientación acompañada con una política de atención de los sectores más desfavorecidos. Una política social focalizada pues. Lo que les permitirá hacer demagogia.
Además, no es despreciable el mercado argentino. 45 millones de seres, buena parte de los cuales con tradición de consumo acorde con los tiempos. Gente de la más elevada cultura en Latinoamérica. País con manifestaciones culturales de impacto planetario. En medio de la disputa interimperialista resulta una presa muy codiciada.
La tragedia argentina
De otra parte, los procesos electorales y en general, los asuntos políticos en América Latina y en todo el planeta, cada vez más están más cruzados por las disputas interimperialistas. En mayor o menor medida, acá o allá, esto es así. Venezuela resulta emblemática en tal sentido. No escapa de eso Argentina y el reciente proceso. El kirchnerismo adelantó bastante al respecto. Los rusos tienen una mayor tradición en la penetración de esa economía que en el resto del continente. Hasta durante la cruenta dictadura se metieron en esa economía. Igual China, aunque en menor medida. Los Kirchner afianzaron los lazos. Aunque los chinos siguieron negociando cosas importantes con el gobierno de Macri, siendo el de mayor importancia la ampliación y reforma del sistema ferroviario argentino cuyos capitales son sustanciosos. China Railway Rolling Stock Corp (CRRC), el fabricante de vehículos ferroviarios más importante del mundo por ingresos de venta, asume el proyecto. También trabajan los chinos la intención de unir desde territorio argentino el océano Atlántico con el Pacífico.
Sin embargo, Macri no termina la tarea dejada por la oligarquía financiera internacional y de sus socios menores nativos y apátridas. Veamos si quienes suceden el actual Gobierno siguen sus pasos que, aunque con más cercanía con los chinos, ya anuncian que honrarán los compromisos contraídos. Ubiquemos que la cada vez mayor influencia de los chinos en el FMI, los hará más demandantes de una política que garantice la capacidad de crédito de Argentina.
Recordemos que los acreedores no están tan interesados en que les paguen, lo cual les es favorable, sino que mantengan una deuda creciente. Así, anuncian los Fernández que no tomarán el camino de la independencia y el desarrollo autónoma soberano y popular. Seguirán en el camino de algo de crecimiento, pero no del desarrollo diversificado que alguna vez vivió Argentina.
El peronismo, algo aportó a ese envión de desarrollo diversificado alcanzado antes de la segunda Gran Guerra y el propio del período bélico, hasta llegar a situarse como la octava economía del planeta. La dictadura terrorista de Videla y sus secuaces delimitan bruscamente los alcances del desarrollo argentino y truncan la perspectiva de desarrollo. Circunscriben nuevamente la economía argentina a las demandas de una división internacional del trabajo a favor del imperialismo. Menem culmina la ofensiva antinacional.
Los Kirchner van a paliar un tanto las cosas sin mayores pretensiones rescatando algunos espacios, siempre circunscritos a las principales demandas de la oligarquía financiera internacional. Sin descuidar la corrupción como mecanismo de acumulación de capitales en áreas importantes de la economía. Macri, inscrita su política en un vaivén propio de tiempos en los cuales la disputa incide en una u otra dirección, mete nuevamente a este país en la vorágine de la deuda.
Luego, así como alguna gente busca relacionar a toda costa el caso venezolano al cubano, también lo hacen ahora en relación con la Argentina que tiende a pasar a una nueva dirección. De Macri a los Fernández. También son dos realidades cuyas semejanzas las encontramos en su naturaleza dependiente y semicolonial. Similar circunstancia del traspaso de la dependencia de un imperialismo a otro. Los venezolanos estamos más adentrados en la nueva dependencia del bloque chino. Los argentinos vivirán un trecho de disputas que bien pueden incidir en la política.
A diferencia de Chávez, Perón se entroniza en momentos en los cuales hay condiciones para una diversificación en Argentina, habiéndose creado condiciones para un proceso de concentración de capitales con sentido nacional. Chávez hipotecó al país y lo hizo más dependiente de la oligarquía financiera internacional. La dependencia apenas sufrió un traspaso. De ser semicolonia estadounidense, pasamos a ser semicolonia del bloque liderado por los asiáticos chinos. Argentina parece seguir los pasos de este proceso.
Paradoja argentina
El conservadurismo con el que nace la República Argentina, se ve enfrentado a la resistencia que se va creando con la acumulación de capitales. De allí buena parte de las paradojas argentinas. Una de cuyas expresiones emblemáticas fue el manifiesto de los estudiantes de Córdoba de 1918.
Podemos explicar algunos de esas particularidades de sectores dominantes de Argentina de borrar vestigios de los negros hasta en el tango. Recordemos que a los negros se les uso como carne de cañón, en un sentido muy claro, en la guerra de la triple alianza contra Paraguay, que cometió el grave delito de querer desarrollarse de manera autónoma del colonialismo inglés. Dentro de su política colonialista los británicos no se podían permitir semejante afrenta. Unificaron a Brasil, Argentina y Uruguay para que le declararan una guerra a una nación que había echado las bases para un desarrollo autónomo. Una de las manchas más horrendas de la oligarquía argentina.
Fuerzas revolucionarias en Argentina sufren la más cruenta represión que se conozca en América Latina. Resulta realmente detestable, la discusión que plantean muchos acerca de los 30 mil desaparecidos y asesinados durante la dictadura. Nos recuerdan las confesiones que Escrivá de Balaguer, creador del Opus Dei, le hiciera al sacerdote Vladimir Feltzman, integrante para ese momento de la orden en cuestión y asesor del cardenal arzobispo de Westminster, Basil Hume, aparecidas el 8 de enero de 1992, días antes de ser beatificado, en el semanario Newsweek. Según la fuente, para el Santo, “Hitler había sido injustamente acusado de matar a 6 millones de judíos”. Luego matizó afirmando, según el sacerdote, que: “En efecto, él sólo mató a 4 millones”. Olímpica respuesta que da una idea del talante de Balaguer, bien plasmado también en la bendición brindada en los fusilamientos contra los republicanos durante la guerra civil española.
Nuevamente Argentina ve cómo sus verdaderas potencialidades son dejadas a un lado. Su tragedia lleva un siglo sin dejar la intensidad del sentimiento de frustración. Tal vez de allí venga ese talante depresivo de mucha de su gente que han colocado en sus letras poetas como Raúl González Tuñón. En su poema, Escrito sobre una mesa de montparnasse, nos dice: “Vengo de Buenos Aires, digo a mis amigos desconocidos de Buenos Aires que es tres veces más grande que París y tres veces más pequeña. Y aunque mi sombrero y mi corbata y mi espíritu canalla sean productos perfectamente europeos soy triste y cordial como un legítimo argentino”.
La frustración de ver la posibilidad inmensa de una revolución industrial, truncada siempre por el interés antinacional, alimenta ese espíritu. También encontramos esa tristeza en el tango, una de las expresiones artísticas y culturales más bellas de la humanidad, nacida de ese abigarrado mundo multicultural de los puertos del Río de la Plata. La lejanía de las tierras de quienes llegaban, como esclavos de la moderna industria y antes, por los esclavos traídos de África, dejan una música y poesía que se impuso al puritanismo conservador.
Así, nuevamente la República Argentina se adentra en una coyuntura que bien puede desembocar en una situación revolucionaria. La crisis mundial y el papel de Argentina en la división internacional del trabajo y el haberse convertido en área en disputa, pueden acelerar las cosas. Oportunidad que bien pueden aprovechar quienes aspiran a un cambio radical. El kirchnerismo, sintetizado en la dupla Fernández, puede agotar rápidamente, en medio de las influencias de los bloques imperialistas en boga, reserva estratégica que puede acelerar la situación y conducirla a un momento de cambio.