Nada es lo que parece

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Es el título en español de una película estadounidense nada seria, pero que resume un principio filosófico importante, sobre todo en la economía. Y es que los fenómenos, con todo y que se nos muestran con contundencia, no son apreciados correctamente. Debemos decirlo una y otra vez, las cosas no se presentan como son. Si así lo hicieran, sobraría toda la ciencia, expresión de Marx cuya pertinencia se realiza en todas las formas de expresión de la materia.

En economía se perciben los fenómenos, y la manera como se desarrollan las relaciones de producción y de cambio, una veces desde el estómago. Otros, los más sesudos, los perciben con un colorante ideológico que distorsiona aún más la realidad tan retorcida. Sin embargo, yendo a la esencia de los fenómenos, como en el campo de las ciencias naturales, se pueden establecer las determinaciones reales y, a partir de allí, dibujar las tendencias del desarrollo, aplicando las leyes ya descubiertas. Siendo la economía política una ciencia, como las propias en el campo de la naturaleza, se puede hacer este ejercicio.

En los últimos días, hemos visto cómo se presentan las opiniones más extremas en relación con las medidas tomadas por el Gobierno chavista de Maduro. Sobre el incremento del salario a 30 dólares, desde el chavismo, se propaga la especie de que se trata del inicio de la prosperidad. Se fetichiza a tal punto que se ubica el nuevo anclaje monetario como una fórmula mágica que permitirá la progresividad del salario. Se llegó a afirmar que la cosa sería tan potente que el salario mínimo podría arrancar en 200 dólares. Sin embargo, la cosa ha sido diferente, al punto de que el salario mínimo ya apenas representa 50% del poder adquisitivo que guardaba cuando se inició el pago en bolívares soberanos.

La magia se esfumó. Es que si no se ha incrementado la riqueza y la base para su distribución es la misma, un nuevo signo monetario no crea nada nuevo que no sea la posible superación de la inflación. No es poca cosa pero no resuelve nada trascendente.

El sortilegio de raigambre monetarista para la superación de la crisis, desde sectores de oposición, es, en esencia, similar. Plantean estos sectores que con el equilibrio y la disciplina fiscal, la unificación del tipo de cambio y la liberalización del mercado de divisas, unido al desmantelamiento de los controles, se producirá el encantamiento y superaremos la crisis. Otra magia, pero de sello opositor.

No ven, ni los chavistas ni quienes quieren ser opción desde la misma perspectiva monetarista y liberal, que el salario real se elevará, sí y solo sí, hay un crecimiento y desarrollo de la economía. Lo que supone una política económica que siente las bases de la concentración de capitales. Esto es, que, rescatando el mercado interno, canalizando el ahorro social hacia la inversión productiva y creando fuentes de empleo productivo con salarios reales más elevados, es como se podrá elevar la producción. Base para salir de la crisis. Lógico, pasa esto por una nueva política bancaria al servicio del crecimiento y el desarrollo.

En relación con el petro sucede otro tanto. Los extremos. El Gobierno lo presenta como panacea. Anclar el salario al petro, más en general, anclar el nuevo signo monetario a este criptoactivo, resolverá el problema de la inflación y sentará las bases para el crecimiento económico y la prosperidad.

Sectores opuestos al Gobierno, por su parte, niegan que esto sea posible. Que se trata de una farsa y refleja las locuras del Gobierno. No ven que estamos frente a una política económica que busca sentar las bases de una estrategia que permitirá, desde la perspectiva chavista, frenar la inflación, cuadrar las cuentas para la solvencia frente a los acreedores, mientras que se afianza la condición petrolera minera extraxtivista del país, demanda principal del imperialismo chino.

El petro es apenas un respaldo del nuevo signo monetario. Pudo serlo el oro, lo que suponía un incremento importante de las reservas auríferas en las bóvedas del Banco Central de Venezuela. En esta etapa del desarrollo capitalista, resulta una novedad el uso de títulos de riqueza real para brindar respaldo al signo monetario que entró en escena a partir del 20 de setiembre. Títulos que ahora buscan convertir en dinero contante.

La farsa socialista. La mentira del anticomunista

En medio de estos aspectos, el Gobierno sigue reivindicando que se trata de una política en función de sentar las bases del «socialismo». Mientras, sectores opositores, tildan las medidas y en general al régimen como expresión genuina del «comunismo», una de cuyas características en «empobrecer a la gente para controlar».

Vaya cosa. Coinciden ambos sectores en el sentido de que algo que no es, lo tildan como tal. En el caso del chavismo, la cosa luce lógica. Les ha resultado eficaz el disfraz. Pero resulta un tanto absurdo que alguien pueda pensar que esto que vive Venezuela tenga algo que ver con el socialismo. La fraseología no debe tener esa capacidad, al menos frente a gente con algún talento. El paquete de Maduro, que algunos aprovechan para calificarlo de Rojo, es una clara evidencia de que nada tiene que ver con el socialismo lo que se desarrolla en Venezuela, como sí, capitalismo dependiente. Semicolonia ahora de China, la potencia imperialista emergente hacia la hegemonía mundial que también se define como socialista.
En definitiva, hay corrientes ideológicas, en las masas y entre los especialistas más, que perciben las cosas como se presentan sin ubicar nada en su esencia.

Nada es lo que parece. Ver algo de lo esencial, es importante. No solamente se trata de derrotar al Gobierno, aspecto que nos obliga a ir un tanto más allá de lo que vemos. También debemos ir más allá de lo que vemos para definir una política para supera este orden de cosas y sentar las bases del desarrollo y el bienestar nacional. Es hora de pensar más.

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Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor