Negociación imperialista, invasión o salida nacional

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Tres caminos. El encabezado resume las opciones para una posible salida a la catástrofe venezolana, aunque se impone el papel del imperialismo. De los bloques imperialistas, para ser más exactos. La dirección política de los factores en pugna en Venezuela parece haber delegado la resolución fuera de la frontera. Nada extraña la paradoja.

La importancia de las riquezas venezolanas son suficiente argumento. No son cualquier cosa los recursos con que cuenta el país. Además del petróleo, hay minerales que se inscriben en cuestiones de gran significación para el capitalismo mundial. Para cualquier potencia imperialista el afán por hacerse de ellas es tan grande como el encono por evitar que otra potencia se las quede. En medio de una competencia a muerte, una fuerza es tan grande como la otra. La guerra comercial adelantada por Estados Unidos contra China (y la respuesta del imperialismo emergente) refleja claramente esta afirmación.

Ahora bien, la crisis general venezolana es de tal grado, que mucha gente ve en una eventual invasión la posibilidad de superarla. No se detienen en ubicar las consecuencias que se observan en la evidencia que deja esta “salida” en países que han sufrido tal eventualidad. En cualquier caso, los asuntos de Venezuela, son dirimidos fuera de nuestras fronteras. Ya parece no contar la opinión del Gobierno ni de la oposición. Los de arriba le pusieron la mano. Tomaron el sartén por el mango.

Lo que motiva a los imperialismos a buscar una “salida”

Hay complejidades que debemos atender para ubicar el problema con el rigor del caso. Son muchos quienes no logran ubicar en estos tiempos la cuestión internacional como determinación de primer orden en la situación venezolana. Ya es sorprendente que, durante este largo período del chavismo, las determinaciones internacionales se reducían a frases hechas que poco permitían apreciar la circunstancia. Se sigue insistiendo en eso de la comunidad internacional, abstracción que impide apreciar las contradicciones interimperialistas. Los negocios entre las grandes potencias para dirimir sus conflictos, es una premisa que lleva a consideraciones absolutas como aquella según la cual China y Rusia se acordarían con Estados Unidos para salir de Maduro. Que la cosa no llegará a mayores ya que los chinos solamente quieren que les paguen. Además, la teoría, mera idea, acerca de la globalización, entendida como ese mercado interconectado libre de contradicciones, permitirá atender la situación. Período que, de acuerdo a esta concepción, impone que todos los países del mundo se hagan de este proceso. Se inscriban en el mundo globalizado por tratarse de un proceso que absorbe de manera inexorable.

Sin embargo, la evidencia empírica coloca en el tapete una nueva fase del desarrollo capitalista, que ratifica una vez más las tendencias guerreristas propias de la fase superior de este orden de cosas. Lo que permite corroborar esta afirmación la encontramos en los diversos episodios de la historia en más de un siglo. Dos grandes repartos de un mundo ya repartido dejan huella clara al respecto. Además, el sinnúmero de guerras en todas las regiones del orbe como resultado de las apetencias de un imperialismo u otro. O bien, la intervención de alguna potencia imperialista para cercenar procesos de reivindicación de la soberanía y el desarrollo autónomo.

Ahora bien, el origen orgánico de la agudización de estas contradicciones lo encontramos principalmente, como hemos insistido en entregas anteriores, en la caída de la cuota media de la ganancia. Lo que conduce a la disputa por mercados de mercancías y financiero, materias primas y obreros baratos, principios y tendencias que frenan su caída en uno u otro imperialismo y, a la postre, a escala mundial.

En las condiciones actuales, aquello del desarrollo desigual, asunto un tanto complejo como realidad, se expresa en la manera en que China ha superado a Estados Unidos como primera potencia mundial en manufactura y otros aspectos. A su vez, la tendencia a la nivelación, proceso inexorable y verificable en la realidad mundial, conduce a que Estados Unidos e Inglaterra, adelanten políticas que fueron consideradas anquilosadas para recuperar competitividad y, con ello, espacios perdidos. Brexit y el proteccionismo de Trump reflejan esta afirmación de manera contundente. Rusia, por su parte, supera a los yanquis, desde el aspecto cualitativo, en materia militar. La cuestión aeroespacial, ha sido terreno también conquistado por los rusos, ahora acompañados por China. Mientras Estados Unidos, trata desesperadamente de nivelarse en esta y otras materias. Lo que supondrá el abaratamiento del precio de la fuerza de trabajo en el mercado estadounidense y la reconquista de la producción y de su mercado externo dado que se le dificulta ampliar el interno.

Vista así las cosas, Venezuela se encuentra en medio del desarrollo de estas tendencias y contradicciones. Haber abrazado el chavismo la suerte de los asiáticos compromete nuestro futuro al de las aspiraciones imperialistas del hegemón emergente. De allí la destrucción del aparato productivo. Buscan los asiáticos, además de que fuese Venezuela un enclave sólido de su penetración en toda América Latina, extraer de nuestros suelos minerales estratégicos y petróleo seguro, mientras, a su vez, nos convertimos en mercado de sus baratijas. Para Rusia la cosa es aún más apremiante impelido por la estrategia de desarrollarse como primera potencia militar y aeroespacial del orbe. Y es que es donde ha sido más competitivo. Además de que la rama militar está articulada a diversos sectores de la industria.

Por lo que no resulta muy alentadora la idea de que negociarán al país para sacar provecho de manera equitativa. China y Rusia, buscan frenar las perspectivas de Estados Unidos. Lo mismo hace Alemania y el bloque que lidera. No solamente se trata de hacerse de nuestras riquezas. También buscan frenar a los estadounidenses.

La intervención extranjera

Ante esta circunstancia, unida a la impotencia de mucha gente por no poder salir del chavismo, a la que suma la oposición por no haber sido capaz de diseñar un camino estratégico que abra perspectivas de triunfo, prevalece la inclinación en favor de la intervención militar yanqui.

La desesperación y la desesperanza, alimentan la subestimación de los poderes del pueblo. Se descarga en una potencia imperialista la tarea. No se aprecia que los venezolanos debemos actuar en correspondencia.

Es cotidiana la expresión de que la llegada de los gringos es la única salida. Podemos oír en distintos escenarios el comentario, tras despotricar por padecimientos generalizados, al no observarse perspectivas de una salida liderada por una dirección política unitaria, ven el camino fácil de la intervención. Se cree que con tal intervención, mediante invasión o repitiendo la estrategia siria, la salida luce fácil.

Es clara la historia de las intervenciones estadounidenses o de cualquier imperialismo en un país débil. El saqueo se profundiza y los nexos de dependencia se hacen más sólidos. La destrucción de AfganistanIrak y Libia resultan emblemáticas. Aun se sienten sus secuelas.

Una cosa es aprovechar las contradicciones entre las potencias imperialistas y otra entregarse a una de ellas para que cumpla el papel que nos toca jugar a los venezolanos. Una cosa es la presión internacional y otra es seguir un dictado que obedece a los vaivenes de la política imperialista.

La oposición, entendida como colectivo, no ha logrado diseñar una política donde el protagonismo de las masas sea el factor principal. De allí buena parte de las razones que conducen a las marchas y contramarchas. No se ha configurado una dirección política que, además de levantar optimismo detrás de una propuesta programática que recoja las aspiraciones de las mayorías nacionales, sea capaz de definir y ejecutar un camino estratégico acertado. Las formas de lucha y organización deben estar ajustadas a esa estratega política. El poder del descontento de los pobres debe recibir una justa dirección basada en la amplitud de miras. Que quepamos todos por las cualidades de conducción. Las maniobras estarán a la orden del día, pero nunca se debe abandonar el protagonismo de la gente. Ese es el camino correcto.

La negociación, tan escondida, siempre es válida, con la condición de que sirva para lo principal de la estrategia: el objetivo de salir del régimen, con la fuerza de la participación popular. De lo contrario solamente servirá para que el régimen gane unos días más.

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