La dictadura seguirá gobernando con la Fuerza Armada, el Psuv, y la estructura paraestatal para la distribución de las bolsas Clap y otras limosnas, sostenidas con base en los dineros públicos.
Un pueblo cansado del engaño constante y de cargar en sus hombros el peso de malas gestiones y el despilfarro del erario público, el hambre y la explotación. Creyó el pueblo en una propuesta distinta y nuevamente fue engañado.
China no es el camino para nuestro desarrollo. El chavismo hasta en eso supera al pasado. Más dependencia que la labrada con los chinos no tiene parangón en nuestra historia.
El trabajador venezolano es el peor pagado de América. De los salarios más bajos del mundo. Los médicos, docentes, profesionales todos, obreros especializados, todas las manifestaciones del trabajo, son de las peor remuneradas del planeta.
El peligro es inminente. La oposición, vista en su conjunto, parece perpleja. Sin rumbo. Sin estrategia a seguir. Mientras, el pueblo sufre las calamidades propias de la crisis más grave que ha vivido el país.
En economía se perciben los fenómenos, y la manera como se desarrollan las relaciones de producción y de cambio, una veces desde el estómago. Otros, los más sesudos, los perciben con un colorante ideológico que distorsiona aún más la realidad tan retorcida.
Es una salida capitalista en toda regla que afianza el carácter dependiente y semicolonial de Venezuela. Inicialmente dolariza, aunque deja abierta la posibilidad de cambiar al yuan, y a otras monedas.
Esta dictadura, tras el disfraz socialista, para mantenerse en el poder incurre en las más aberrantes y antinacionales políticas. A la entrega a chinos y rusos se suma la displicencia en relación con el Esequibo.