Este renacer del movimiento de masas, este despertar por el cambio, debe ser atendido de mejor manera. No debe ser negociado. Es más, no es negociable.
De no atenderse la demanda nacional partiendo de nuestras propias fuerzas y capacidades, de no atenderse las demandas del pueblo, es fácil vaticinar una cadena de hechos que abonarán una rápida inestabilidad política y social, colocando a la sociedad en la disyuntiva entre la barbarie y una salida radical.
El Gobierno busca salir al paso de una circunstancia que parece no haber previsto, confiando en que la estrategia minera les daría suficientes recursos como para mantener la política importadora