Parte del deterioro de los servicios obedece al hecho de que los trabajadores en general abandonan el empleo en el aparato estatal. Sobre todo los profesionales a todas las escalas y sectores y servicios, dada la desaparición de los sueldos y salarios.
Recordemos que la nueva forma de esclavitud, requiere, como en la antigüedad, que el trabajador tenga las condiciones para cumplir con la jornada. Si no come, no se viste, no logra transporte, no adquiere lo suficiente para reproducirse, no brinda las condiciones para producir lo mejor posible.
Convertir a Venezuela en semicolonia china no le quita la condición de área en disputa. El coloniaje y la dependencia no se han consolidado tanto como para asumirla de manera plena. Además, el régimen luce tambaleante.
En maniobras como la montada, los rusos tienen una gran experiencia. En Siria se realizaron, bajo sus auspicios, en 2014, unas elecciones en las cuales arrolló Bashar Al Assad con cerca de un 80% de los votos, en medio de la guerra civil.
A eso ha conducido la tiranía al pueblo venezolano. Llevó el salario mínimo de unos 350 dólares en 1999 a 2,4 dólares de hoy. Ya en 2013 era de 147. Maduro, siguiendo el legado de su maestro lo pulverizó.
China no es el camino para nuestro desarrollo. El chavismo hasta en eso supera al pasado. Más dependencia que la labrada con los chinos no tiene parangón en nuestra historia.
En la vida cotidiana venezolana, cualquier trabajador por cuenta propia en el área de los servicios, como tendencia dominante, busca estafar al cliente.
El salario del hambre puede derivar en el salario del miedo. Del que sentirá la tiranía. Esta expresión se usa para titular la célebre cinta, El salario del miedo, dirigida por Henri Clouzot, basada en la novela homónima de George Arnaud.
Nuevamente Argentina ve cómo sus verdaderas potencialidades son dejadas a un lado. Su tragedia lleva un siglo sin dejar la intensidad del sentimiento de frustración. Tal vez de allí venga ese talante depresivo de mucha de su gente que han colocado en sus letras poetas como Raúl González Tuñón.
Resulta paradójico que sean los países desde donde se fraguó teórica y prácticamente la política de la globalización y el neoliberalismo, los que ahora buscan sustituirla por la protección.
Bajos salarios, unidos a la destrucción de la organización sindical, afianzan la contratación de los trabajadores de manera más ventajosa para el patrón, sea el Estado o la empresa privada.
En medio de la guerra comercial y la tendencia al desplazamiento del dólar como moneda de reserva y de cambio, la fortaleza del bitcoin y la tendencia a la elevación de su precio de mercado parecen sostenibles.