Una de las pocas cosas buenas de esta crisis es que, por su naturaleza, los coronavirus se destruyen fácilmente. Cada partícula de virus consiste en un pequeño conjunto de genes encerrados por una esfera de moléculas de lípidos grasos. Debido a que las capas de lípidos se rompen fácilmente con jabón, 20 segundos de lavado minucioso de las manos pueden vencerlo. Un estudio reciente muestra que el nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, no sobrevive más de un día en cartón y aproximadamente dos o tres días en acero y plástico. Estos virus no perduran en el mundo. ¡Necesitan nuestros cuerpos!
A medida que los casos de infección por coronavirus proliferan y los gobiernos toman medidas extremas para limitar la propagación, aún existe mucha confusión sobre qué hace exactamente el virus en nuestros cuerpos. Los síntomas (fiebre, dolor de garganta, tos, falta de aliento) pueden indicar cualquier cantidad de enfermedades, desde resfriado común hasta una infección en la garganta, según lo publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA) el 7 de febrero.
¿Qué es el COVID-19?
Para ser claros, el COVID-19 no es una gripe. Causa una enfermedad con diferentes síntomas, se propaga fácilmente y pertenece a una familia de virus completamente diferente. Esta familia, los coronavirus, incluye otros seis miembros que infectan a los humanos. Cuatro de ellos, OC43, HKU1, NL63 y 229E, han sido “amablemente” molestos para los humanos durante más de un siglo, causando un tercio de los resfriados comunes. Los otros dos, MERS y SARS (o “SARS-clásico”, como algunos virólogos los han comenzado a llamar), causan enfermedades mucho más graves.
¿Por qué fue este séptimo coronavirus el que generó la pandemia? Lo que sabemos sobre los coronavirus se convierte en un asunto de preocupación internacional y aunque fue descubierto en enero, la mayor parte de su biología sigue siendo un misterio. ¿Qué han aprendido los médicos e investigadores hasta ahora? Y ¿qué falta por descubrir?
¿Cómo causa la enfermedad el COVID-19?
El virus se contrae a través de gotitas transmitidas al aire por la tos o los estornudos, las cuales pueden ingresar por la nariz, la boca o los ojos de las personas cercanas. Las partículas virales en estas gotas viajan rápidamente a la parte posterior de las fosas nasales y a las membranas mucosas de la garganta, uniéndose a un receptor particular en las células, comenzando allí el problema.
La estructura del virus, que es esencialmente una pelota puntiaguda, proporciona algunas pistas sobre su éxito. Esos picos que sobresalen se adhieren a una proteína llamada ACE2, que se encuentra en la superficie de nuestras células. Ese material genético que ingresó, procede a secuestrar el metabolismo de la célula y, en efecto, no permite que haga su trabajo habitual. Su trabajo ahora es ayudar a multiplicar y crear más virus.
¿Cómo causa los problemas respiratorios?
A medida que se multiplican las copias del virus, infectan las células vecinas. Los síntomas a menudo comienzan en la parte posterior de la garganta con dolor y tos seca. Las células moribundas se desprenden, llenan las vías respiratorias y transportan el virus más profundamente en el cuerpo, hacia los pulmones. A medida que la infección progresa, los pulmones se obstruyen con células muertas y líquido, lo que dificulta la respiración.
El sistema inmune contraataca al COVID-19 como un invasor hostil. Esto es lo que causa fiebre e inflamación. A medida que avanza la inflamación en los pulmones, es mucho más difícil para el oxígeno “nadar” a través de la membrana mucosa. Eso puede dañar los alvéolos o los sacos pulmonares, teniendo que trabajar más para llevar a cabo su función de suministrar oxígeno.
La hinchazón y el flujo deteriorado de oxígeno pueden hacer que esas áreas en los pulmones se llenen de líquido, pus y células muertas. La neumonía, una infección en el pulmón, puede ocurrir entonces. En casos extremos, el sistema inmune se vuelve “loco”, causando más daño que el virus real. Por ejemplo, los vasos sanguíneos pueden abrirse para permitir que las células defensivas lleguen al sitio de la infección, eso es genial, pero pueden llenar los pulmones de más líquido. Estas reacciones exageradas perjudiciales se denominan tormentas de citoquinas (The Lancet, 24 de enero).
Una tormenta de citoquinas es una reacción inmune severa en la cual el cuerpo produce células inmunes y proteínas que pueden destruir otros órganos, fueron responsables de muchas muertes durante la pandemia de gripe española, los brotes de gripe aviar H5N1 y el brote de SARS de 2003.
Y probablemente estén detrás de los casos más graves de COVID-19. Durante una tormenta de citoquinas, el sistema inmune no solo se está volviendo loco sino que también está “fuera de juego”, atacando a voluntad sin dar en el blanco correcto. Cuando esto sucede, las personas se vuelven más susceptibles a las bacterias infecciosas.
¿Qué pasa con las tormentas de citoquinas y las enfermedades crónicas?
Las tormentas también pueden afectar a otros órganos además de los pulmones, especialmente si las personas ya tienen enfermedades crónicas. Esto podría explicar por qué algunos pacientes terminan con complicaciones como problemas cardíacos e infecciones secundarias. Según JAMA, en promedio, las personas se quedaron sin aliento dentro de los cinco días posteriores al inicio de sus síntomas y se observaron problemas respiratorios severos en aproximadamente ocho días.
Algunas personas tienen tantos problemas para respirar que necesitan ser puestas en un respirador. En los peores casos se presenta el Síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA). Los pulmones se llenan con tanto líquido que el soporte respiratorio puede ser insuficiente y el paciente lamentablemente, muere. Un estudio publicado en el Journal of Medical Virology el 29 de enero dijo que, en promedio, las personas que murieron lo hicieron dentro de los 14 días posteriores al inicio de la enfermedad.
¿Qué camino toma el COVID-19 en los pulmones?
El Dr. Shu-Yuan Xiao, ha examinado los informes de patología en pacientes con coronavirus en China. Indicó que el virus parece comenzar en áreas periféricas en ambos lados del pulmón y puede tomar un tiempo para llegar al tracto respiratorio superior. Xiao propone que es la razón por la cual no se identificaron muchos casos de inmediato. El sistema de prueba inicial no siempre detectó infección en los pulmones periféricos, por lo que algunas personas con síntomas fueron enviadas a sus casas sin tratamiento.
Un estudio reciente de un equipo dirigido por investigadores de la Escuela de Medicina en Monte Sinaí (Nueva York) encontró que más de la mitad de 121 pacientes en China tenían tomografías computarizadas normales al comienzo de su enfermedad y a medida que la enfermedad progresaba, se veían opacidades como de vidrio esmerilado, una especie de velo brumoso en partes del pulmón, típicas de muchos tipos de infecciones respiratorias virales. Esas áreas opacas pueden dispersarse y engrosarse a medida que la enfermedad empeora.
¿Se puede afectar otra parte del cuerpo?
Si puede. La infección se propaga a través de las membranas mucosas, desde la nariz hasta el recto. Entonces, si bien el virus parece concentrarse en los pulmones, también puede infectar células en el sistema gastrointestinal, dicen los expertos en el artículo del American Journal of Gastroenterology del 19 de marzo. Esta puede ser la razón por la cual algunos pacientes tienen síntomas como diarrea, vómitos y dolor abdominal. El virus también puede ingresar al torrente sanguíneo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades dicen que el ARN del nuevo coronavirus se ha detectado en muestras de sangre y heces, pero que no está claro si el virus infeccioso puede persistir en ellas. La médula ósea y los órganos como el hígado también pueden afectarse.
¿Por qué algunas personas con COVID-19 se enferman gravemente, mientras la mayoría no?
Alrededor del 82% de las personas infectadas con el nuevo coronavirus tienen síntomas relativamente leves. Pero en torno al 15 % de ellos son severos y el 3 % están clasificados como críticos. Los expertos dicen que los efectos parecen depender de cuán robusto o debilitado sea el sistema inmunológico de una persona. La edad también es un factor. Las personas mayores corren el riesgo de contraer infecciones más graves, posiblemente porque su sistema inmune no puede montar una defensa inicial efectiva, mientras que los niños se ven menos afectados porque es poco probable que su sistema inmune progrese a una tormenta de citoquinas. Aquellos con problemas de salud subyacentes, como diabetes, hipertensión u otra enfermedad crónica, tienen más probabilidades de desarrollar síntomas graves. Pero otros factores como: nuestros genes, los “caprichos” del sistema inmune, la cantidad de virus a los que estamos expuestos y los otros microbios en nuestros cuerpos, también podrían desempeñar un papel.
¿Qué desconocen los científicos sobre los pacientes contagiados?
¡Mucho! Aunque la enfermedad se asemeja al SARS en varios aspectos y tiene elementos en común con la gripe y la neumonía, el curso que tomará el coronavirus en un paciente aún no se comprende completamente. Algunos pacientes pueden permanecer estables por más de una semana y luego desarrollar neumonía repentinamente. Otros parecen recuperarse pero luego desarrollan síntomas nuevamente, aparentemente porque se había dañado el vulnerable tejido pulmonar que posteriormente fue atacado por bacterias presente en su cuerpo. Algunos de esos pacientes terminaron muriendo por una infección bacteriana, no por el virus.
La información existente en artículos científicos son piezas del rompecabezas que la OMS está armando a medida que continúa recopilando informes oficiales e información de sus grupos virtuales de médicos, epidemiólogos y virólogos que trabajan en sitios de brotes y que se reúnen alrededor del mundo. Cuando se combinen, estos datos emergentes permitirán un refinamiento de la evaluación de riesgos y orientación en tiempo real a los países para el manejo de pacientes y el control de COVID-19. Esto nos daría las herramientas necesarias para finalmente triunfar en nuestra lucha contra el temible virus.
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