De vivir del petróleo a vivir de las minas

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Analizar este asunto de la minería resulta fundamental en las actuales circunstancias venezolanas. Y es que el país va camino a convertirse en una economía primario exportadora basada principalmente en ella. El petróleo tiende a ceder espacio de manera clara. Ya es una decisión firme. Se desprende de datos objetivos. Además de las evidencias empíricas. La producción en julio llegó a un poco más de 300 mil barriles diarios, de acuerdo al reporte Opep.

Pareciera que el gobierno mantendrá esa escala de producción de crudo, básicamente para pagar a los chinos. Las inversiones que requiere la industria son significativas. En la minería son menores. Ni siquiera han podido resolver la producción de gasolina para satisfacer la demanda interna. Y es que destruyeron la industria. En eso fueron creativos y voluntariosos.

Su anuncio formal, el de convertir a Venezuela en un centro minero, se realizó hace ya cerca de un lustro. Sus pinceladas las dibujó Rodolfo Sanz, en un artículo publicado el 11 de enero de 2016, titulado “Contribución para el salto económico”. De allá a la fecha es mucho lo que han avanzado.

Venezuela ya es otra. Destruida. En camino de convertirse en un centro mundial de minas. La transición ha sido dolorosa. El empobrecimiento de la inmensa mayoría de venezolanos, echó del país a millones que, buscando alguna oportunidad, se convirtieron en una diáspora que paró, dada la pandemia.

Coincide la destrucción de la economía con esta perspectiva. No nació de manera espontánea, ni fue el resultado de la destrucción del aparato productivo. Nuestra hipótesis es que fue inducida, principalmente por los chinos. Encuentra su punto de arranque con la entrega que les hiciera Chávez de la elaboración del mapa minero en 2012. Aunque seguramente en sus planes no estaba aquello de destruir la producción petrolera a ese estado.

Ha sido mucha la literatura acerca del asunto petrolero. La llamada Venezuela rentista petrolera. Lo propio veremos en relación con la minera. Ya se debe ir trabajando es eso. La Venezuela minera.

En palabras del economista y profesor universitario y asesor del Banco Central de Venezuela en materia petrolera, Carlos Mendoza Potellá, en una entrevista por él brindada a Unión Radio el 30 de enero de 2020, la cosa queda clara. Dice Mendoza: “El petróleo va a continuar con nosotros eternamente tal vez, pero no va a ser el apalancador de la economía como la industria textil o el aluminio”. O sea, se canceló la idea de sembrar el petróleo ya que no dará para eso. Aunque nunca se hizo. No sembró mucho. Dice más adelante Mendoza, que: “…hablar de una recuperación del crudo y las finanzas de Pdvsa supone un camino difícil, limitado y no expansivo que no alcanzaría si acaso el millón y medio de barriles diarios a largo plazo”.

Palabras que esclarecen el asunto. A largo plazo, apenas millón y medio de barriles. Es que producir petróleo de la faja, resulta mal negocio si no se alcanzan los 100 dólares el barril en el mercado mundial. Por lo que la cosa debe darse en pozos maduros. Ha aumentado el costo de producción, pero si el mercado coloca el precio de realización por encima de 40 dólares, arroja beneficios. El asunto es que se han perdido mercados. Recuperarlos no es tarea fácil. Quedan los chinos que para julio demandaron alrededor de 13 millones de barriles diarios.

Situación similar sucede en el Mar del Norte y en la producción fracking en EE. UU., entre otros. El costo de producción en estos casos es muy elevado. Pero, mientras mantengan sus mercados a precios que permitan ganancias, así sean pequeñas, la cosa les va bien. Son petróleos que tienen demanda. Son ligeros. Buenos para producir gasolina. Las reservas venezolanas son básicamente de crudos pesados y extrapesados.

La crisis mundial, agudizada al extremo por la pandemia hacen que la fuerza de la demanda merme significativamente. Hay sobreoferta. Caen los precios.

Cuenta, en el largo plazo, la tendencia a la sustitución del petróleo por otras fuentes de energía. Baja la demanda. Caen los precios.

El petróleo, también es una mercancía. Pero su rendimiento tiende a ser cada vez menor. De allí que desde el chavismo tomó cuerpo la idea de apostar por la mayor rentabilidad que pueden brindar las materias primas de la minería.

La Opep, por otra parte, ya no tiene la misma fuerza. Ahora es la Opep plus la que auxilia. A duras penas, guerra de producción entre sauditas y rusos mediante, alcanzaron una reducción importante para estabilizar los precios. Hasta Trump estuvo en la jugada. Es que Estados Unidos ahora exporta alrededor de dos millones de barriles de petróleo ligero que les brinda el fracking.

Parece difícil que vuelvan las superganancias por otra vía que no sean las guerras y tensiones.

Acerca de la ley del valor y la minería

Una de las cuestiones que bien inciden en la minería del oro y la plata, es su condición de dinero universal. Principalmente el oro, claro está. Ya esa condición le da oportunidad de ser privilegiada su producción, así se destroce el Roraima y lo que sea.

Difícilmente se podrán obtener ganancias extraordinarias como sucedió en su oportunidad con el petróleo. Sin embargo, el rendimiento puede ser elevado. Al menos en relación con el petróleo hoy día y en tendencia. El volumen de la producción de varios elementos, pueden brindar esos beneficios. Oro, rodio, torio, coltán, tierras raras, entre otros, dan esa perspectiva.

Con los desarrollos tecnológicos, la demanda de varios de estos recursos se va a incrementar. Ya se han incrementado. La tecnología 5G, a la cabeza de la cual está China, en general la electrónica y la microelectrónica, apuntan a aumentar la producción de bienes que requieren de varios de esos elementos con que cuenta el país.

Toda la industria demanda minerales diversos para la producción de un creciente volumen de mercancías. Es que la rama automotriz, aeronáutica, de fabricación de barcos, están estrechamente vinculadas a la electrónica y la microelectrónica. La fabricación de máquinas herramientas y de todos los bienes finales, están imbricados a esta rama de la industria.

De otra parte, las materias primas y la puja que hay en torno de ellas, es un asunto cada vez más agudo. China, convertida en hegemón en manufactura, conectividad, entre otras ramas, demanda materias primas de las posee Venezuela a raudales.

Lo que explica la demanda y desarrollo de una minería que se ha ido diversificando, en la medida que los nuevos desarrollos en la electrónica y la microelectrónica, así lo determinan. Por lo que China orienta este desarrollo a su favor. Para nada le interesa Venezuela y su gente. Le impone un papel en la división del trabajo en torno de sus intereses.

La transición a la minería

El proceso ha avanzado. El ingreso por concepto de venta del crudo ha disminuido significativamente. Sin embargo, los dólares circulan tanto y más que el bolívar. Buena parte proviene de negocios de la minería. Lingotes, por ejemplo, por dólares en efectivo.

La transición ha sido dura. La destrucción de la economía no tenía que estar en los planes. Ella se dio. Sin más. La corrupción, la ineficacia, la política en favor de los importadores, hicieron lo suyo. La sujeción a un nuevo imperialismo, depredador y voraz, agrega su parte. Se destruye el aparato productivo y se asume este proyecto en connivencia con chinos y rusos.

Así, se sacrifica al pueblo para entrar en una nueva fase de desarrollo capitalista dependiente con nuevos amos.

Mientras, avanza la destrucción de las selvas y el follaje para abrir las tierras y sacar el nuevo maná. Todo indica que la extracción se hace sin orden alguno. Los ingresos por este concepto no se conocen. Pensamos que ni siquiera el gobierno sabe a cuánto ascienden los ingresos. Debe de haber alguna entidad que conozca algo de esto. Aunque no oficial.

Así las cosas, vamos camino a la profundización de una alternativa que no supone mayor desarrollo que no sea el que permita satisfacer la demanda internacional de materias primas. Muchas de ellas de gran sentido estratégico. La de China principalmente.

Esta perspectiva no depara nada bueno para Venezuela. La salida de la dictadura y el sentido nacional y popular puede cambiar el rumbo hacia la reconstrucción y el desarrollo autónomo y soberano. Hay tiempo, riquezas y humanidad.

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