Venus, ¿el vivo “lucero” de la mañana?

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Venus, la estrella vespertina, uno de los objetos más brillantes y bellos del cielo nocturno, es casi un gemelo de la Tierra en tamaño y masa, pero es radicalmente diferente en casi todos los demás aspectos. La temperatura de su superficie promedia los 470 ºC, lo suficientemente caliente como para derretir el plomo. Su atmósfera sofocante está compuesta por 96% de dióxido de carbono, con lluvias de ácido sulfúrico (el mismo que se encuentra en las baterías), una presión a nivel del suelo 90 veces mayor que en la Tierra, el equivalente a estar sumergido en el mar a 900 metros de profundidad.

¡Ir a Venus es ir al infierno! Un infierno tóxico bombardeado por radiación. Es un planeta donde nada puede sobrevivir. Pero ahora, en un giro inesperado, un grupo de científicos dice que han encontrado posibles signos de vida extraterrestre en un lugar donde pocos habían pensado mirar: a unos 50 kilómetros de la superficie, en las nubes amarillas y nebulosas del planeta. La investigación, publicada en la revista Nature Astronomy, no solo tiene implicaciones para Venus sino también para la búsqueda de vida más allá de nuestro sistema solar.

El equipo internacional de investigadores pudo haber encontrado rastros de fosfina, un posible signo de vida, en el planeta vecino. “Con mucha confianza, hemos detectado fosfina en Venus, lo cual fue inesperado. Esto es muy alentador para la hipótesis de la vida, pero al mismo tiempo estamos siendo muy cuidadosos”, escribió Jane Greaves, profesora de astronomía y autora principal del estudio.

Utilizando el telescopio James Clerk Maxwell en Hawái y el Atacama Large Millimeter Array en Chile, los investigadores detectaron una “firma espectral” que es exclusiva de la fosfina, una especie de código de barras químico tomado de la atmósfera de Venus, estimando una abundancia de 20 partes por mil millones de fosfina en sus nubes.

La fosfina es un biomarcador en la Tierra, que se encuentra en algunos de sus lugares más sucios, como pilas de estiércol, lodos y pantanos, donde prosperan los microbios anaeróbicos (y las nubes de Venus son anaeróbicas). Es producido por la vida, pero es tan reactivo que desaparece poco después de generado. Por lo tanto, no se esperaría verlo en grandes cantidades en una atmósfera alienígena a menos que la vida lo reponga constantemente. En pocas palabras, la fosfina no debería estar en la atmósfera de Venus. Es extremadamente difícil de hacer y la química de las nubes de Venus debería destruir las moléculas.

Los investigadores consideraron muchas fuentes alternativas de lo que podría estar produciendo el gas, desde relámpagos, volcanes e incluso meteoritos. Aun así, se decidieron por una explicación guiada por lo que sabemos sobre nuestro propio planeta: si no está siendo producida por procesos industriales humanos, la fosfina es creada por microorganismos. De cualquier manera, este descubrimiento es el presagio de una gran experiencia de aprendizaje.

Para ser claros, el descubrimiento no es una evidencia sólida de vida en Venus. Pero las fuentes naturales de fosfina solo generarían una diezmilésima parte de la cantidad detectada. La presencia de fosfina aún puede provenir de alguna reacción química desconocida que está sucediendo allí, pero los científicos no pueden descartar la posibilidad de una explicación biológica. Es muy difícil de explicar la presencia de fosfina sin vida.

Averiguar si la vida es la fuente de la fosfina en Venus, o si proviene de alguna otra fuente, requerirá más datos y un mejor modelado del comportamiento del planeta. Venus se ha convertido ahora en uno de los lugares más cercanos del universo para investigar si existe vida más allá de la Tierra.

Venus está poco explorado en comparación con algunos de nuestros otros vecinos estelares. Actualmente se está trabajando en una misión para enviar una sonda a través de la atmósfera de Venus y tomar muestras de la química de la nube.

Esta no ha sido la primera vez que los investigadores contemplan la posibilidad de vida en un lugar tan inhóspito como Venus. Al principio de la historia del planeta, Venus, como Marte, era probablemente un mundo acuático similar a la Tierra. Debido a la falta de un campo magnético, en algún momento la atmósfera de Marte fue despojada por el sol, lo que provocó que el agua “saltara” al espacio. En el caso de Venus, la falta de tectónica de placas impidió que los compuestos de carbono (producidos por dióxido de carbono) volvieran a introducirse en el interior del planeta, lo que provocó un efecto invernadero, exacerbado por la mayor proximidad del planeta al sol, haciendo que los océanos se evaporaran. Ese vapor de agua en el aire solo empeoró el calentamiento.

Una de las cosas que sugiere esta posibilidad es que el sistema solar, y quizás el universo por implicación, bien podría estar repleto de vida. Si un mundo tan caliente como Venus pudiera alojar organismos atmosféricos y un gélido desierto como Marte podría albergarlos en acuíferos subterráneos, ¿qué se podría decir sobre mundos ricos en agua como las lunas Europa y Ganímedes, Encelado la luna de Saturno o el planeta enano Plutón?, que se cree que albergan océanos líquidos y salados debajo de su superficie, donde la vida habría tenido miles de millones de años para evolucionar ¿Qué dice incluso sobre asteroides y meteoritos que han aterrizado en la Tierra transportando hidrocarburos y aminoácidos?

A este respecto pueden haber varias alternativas: la vida puede ser sumamente difícil de lograr, sólo se encuentra en un mundo único como la Tierra y en ningún otro lugar. O podría ser extremadamente fácil, ya que solo requiere de química, energía y tiempo para emerger, o tal vez se encuentre en algún punto intermedio. Hoy, las apuestas se perciben más como si se inclinaran hacia el lado fácil. Nuestro sistema solar es más dinámico de lo que jamás creímos, y no hay ninguna razón por la que no pueda suceder lo mismo con el cosmos en su conjunto.

Recientemente en una entrevista en el programa Aquí no ha pasado nada del Circuito X 89,7 FM, indiqué que Venus está demostrando ser un lugar emocionante con muchos descubrimientos por realizar, más que el propio Marte, aunque no había sido una parte significativa de la búsqueda de vida por sus temperaturas extremas, composición atmosférica y otros factores. Si encontramos evidencia de que la biología ocurre en un lugar donde nada en la Tierra podría sobrevivir, entonces eso realmente abre las puertas de que podría estar sucediendo una multitud de actividad biológica, tal vez en todo el Sistema Solar.

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