El agua está en el centro del desarrollo sostenible y es esencial para el desarrollo socioeconómico, la obtención de alimentos, la preservación de los ecosistemas y la supervivencia humana. Pero también puede ser peligrosa, el agua contaminada propaga enfermedades mortales que tienen el potencial de aniquilar comunidades enteras.
El agua limpia y segura nos ofrece una de sus mejores oportunidades para prosperar. Varias civilizaciones antiguas, incluidos los griegos, egipcios y romanos, trataron su agua. Hay escritos sánscritos (lengua clásica de la India) que se remontan al año 2000 a. C., donde se mencionan los métodos de tratamiento del agua. Ahora, los arqueólogos han descubierto que los mayas también lo hicieron y su sistema de filtración de agua fue increíblemente efectivo, de acuerdo a lo publicado en Scientific Reports.
En un embalse de lo que alguna vez fue la principal ciudad maya de Tikal, conocida como Yax Mutal, cuyas ruinas se desmoronan en la selva tropical de Guatemala, los arqueólogos han encontrado zeolita y cuarzo, minerales que no son típicos de la zona y que son efectivos para eliminar contaminantes como microbios, metales pesados y compuestos nitrogenados del agua. Tan efectivos, de hecho, que ambos minerales se utilizan hoy en día en los sistemas de filtración de agua. Lo interesante es que el sistema de tratamiento de agua de Tikal todavía funciona.
La zeolita, en particular, es interesante. Es un compuesto cristalino natural de silicio y aluminio, unido a través de átomos de oxígeno compartidos para formar una red cristalina. Tiene excelentes propiedades de absorción e intercambio iónico, haciéndolo muy eficaz para filtrar agua. Pero, los antiguos griegos y romanos solo la usaban como puzolana, un ingrediente para el cemento, en estructuras hidráulicas a gran escala como acueductos, puentes, presas y puertos.
Los arqueólogos pensaron que la zeolita no se había utilizado para filtrar agua hasta el siglo XX. Mucha gente considera que los nativos americanos no tenían la misma ingeniería o capacidad tecnológica de las antiguas civilizaciones de Asia y Europa. Pero cuando se trata de la gestión del agua, los mayas estaban milenios por delante. Previo a este hallazgo, se creía que la historia de las zeolitas comenzaba en 1756 cuando el mineralogista Cronstedt le acuñó el nombre. En Venezuela fue una vigorosa línea de investigación durante el siglo XX en el área de la catálisis, debido al uso de zeolitas sintéticas (preparadas en el laboratorio) en la industria petrolera y petroquímica. En sus inicios contó con notables investigadores como Carlos Franco-Parra, Mireya Rincón de Golwasser (actual presidente de la Acfiman), Francisco Machado y Carmen Milena López, entre otros.
Probablemente fue a través de una observación empírica que los antiguos mayas vieron que este material en particular estaba asociado con agua limpia. La capacidad de tener agua limpia era de gran importancia para los mayas y de gran preocupación, particularmente en Tikal. Dado que el área estaba sujeta a sequías estacionales extremas, una gran población y una ocupación prolongada, el agua potable de Tikal era propensa a la contaminación de una plétora de fuentes microbianas (por ejemplo, cianobacterias) y lixiviados de minerales tóxicos como el cinabrio (sulfuro de mercurio) usado como pigmento. La única fuente de la ciudad eran 10 embalses que proporcionaban un suministro confiable y sostenible de agua potable durante las sequías, tanto estacionales como cíclicas.
La primera investigación arqueológica sistemática de Tikal comenzó en 1881 y se aceleró durante el siglo XX, lo que resultó en mapas detallados, fotografías y registros estratigráficos del sitio. Si bien las investigaciones posteriores documentaron la arquitectura y la planificación del sistema de gestión del agua de Tikal, incluidas las dimensiones precisas de las áreas de captación, las cuencas hidrográficas modificadas por el hombre, los embalses y su capacidad de carga, el problema de la purificación del agua siguió sin resolverse.
Entonces el arqueólogo Kenneth Tankersley y un equipo multidisciplinario de antropólogos, geógrafos y biólogos fueron a investigar. El descubrimiento se realizó en el embalse Corriental, una importante fuente de agua potable para los habitantes de Tikal, y uno de los mayores embalses de agua potable en uso por los mayas durante más de mil años. Mezclado entre el sedimento en el fondo del depósito, el equipo encontró lo que buscaba: zeolita y arena de cuarzo grueso.
De hecho, el equipo cree que el mineral se extrajo de un sitio a unos 30 kilómetros al noreste de Tikal. Allí, la roca volcánica forma un acuífero que produce agua excepcionalmente clara. El equipo utilizó la datación por radiocarbono para determinar la edad del sedimento y la fecharon entre 2.350 y 1.350 años antes de la era común.
Los investigadores observaron más de cerca los sedimentos en el fondo del depósito. El primer indicio de un filtro antiguo fue el descubrimiento de cristales de cuarzo. Los científicos encontraron cuatro capas distintas, cada una de pocos centímetros de espesor, de cristales marrones de escala milimétrica. Estos granos del tamaño de la arena se pueden usar para filtrar agua, pero no capturan todos los microbios dañinos.
Luego, los investigadores examinaron el cuarzo con mayor detalle y descubrieron que estaba salpicado de cristales aún más pequeños de zeolitas, responsable de retener a los microorganismos.
Así, el equipo de investigación se planteó una hipótesis: una estera de fibra de palma o caña tejida pudo haber mantenido al cuarzo y la zeolita bajo el agua, justo antes de la entrada del embalse. Por supuesto, reconstruir las vidas, los hábitos y las motivaciones de una civilización de hace 1.000 años es complicado. Desafortunadamente, no hay evidencia directa de cómo era el sistema de filtración de Corriental. Y justo es lo que hacen los arqueólogos, armar un rompecabezas al que le faltan algunas piezas.