Una de las luces más brillantes en el cielo nocturno se ha oscurecido hasta el punto de que es difícil verla a simple vista. Desde principios de diciembre, la estrella Betelgeuse, el brillante punto rojo anaranjado que se encuentra en el hombro derecho de la constelación de Orión, Jataburú para los Waraos, se ha vuelto cada vez más tenue. Solía ser la novena estrella más luminosa del cielo, pero ha salido del “top10” de las más brillantes.
Betelgeuse es una estrella conocida por las fluctuaciones en su brillo, pero los científicos nunca habían registrado cambios tan rápidos. Tal comportamiento extraño de una estrella los hace preguntarse: ¿Es una señal de que Betelgeuse está a punto de explotar? Este reciente y dramático desvanecimiento ha llevado a los científicos a sugerir que la estrella podría estar entrando en una fase previa a la de supernova, atenuándose antes de colapsar y “morir” en una violenta explosión. Si la estrella se convierte en una supernova, Betelgeuse probablemente sería tan brillante o incluso más brillante que la luna durante semanas. ¡Incluso será visible durante el día!
Los astrónomos saben que ese día está por llegar. Betelgeuse es alrededor de 15 veces más grande que nuestro Sol y si lo trasladamos a nuestro sistema solar, se extendería más allá de la órbita de Júpiter. Las supergigantes tienden a vivir rápido y morir jóvenes, su color rojo indica que ya se encuentra en una de las últimas etapas de la vida de una estrella: fusionando átomos de helio en elementos cada vez más pesados, que arrojan al espacio tras la explosión. El carbono en nuestras células y el oxígeno que respiramos se produjeron de esta manera, transportados a través del universo con los suspiros de un sol moribundo. Eventualmente, todo el material en el núcleo se convertirá en hierro, un elemento demasiado pesado para continuar la fusión. La estrella sucumbirá ante la intensa presión interna de su propia gravedad y Betelgeuse se convertirá en supernova.
Aunque no hay consenso, porque realmente no ha habido observaciones cercanas de las supernovas antes de que exploten, algunos piensan que no habrá cambios visibles en la estrella hasta solo unas horas antes de su explosión, mientras otros piensan que comenzaría a atenuarse aproximadamente un año antes del fin. Si bien la especulación sobre la inminente muerte de Betelgeuse es probablemente prematura, es una perspectiva cautivadora a considerar, tanto desde una perspectiva humana como científica. Pero, Betelgeuse podría pasar hasta 100.000 años antes que comience a agonizar. Las historias contadas por los indígenas sugieren que observaron una estrella roja parpadear durante cientos, si no miles de años, antes de que alguien comenzara a verla con telescopios.
Los científicos a veces pueden captar una supernova justo después de que explotó y luego buscan a través de imágenes viejas de dónde provino. Pero las semanas y días previos al evento están envueltos en misterio. Por eso Betelgeuse es un importante objetivo, si explota, seremos invitados a un espectáculo de luces. Usando un conjunto de telescopios en la cima de la montaña en Chile, se plantea investigar dos probables explicaciones para la atenuación de Betelgeuse. Podría ser el producto del enfriamiento de la estrella o el resultado de nubes de gas que se condensan en polvo que bloquean la luz de la estrella.
Los registros arqueológicos, las comunicaciones orales y las observaciones escritas muestran que las supernovas dejan un impacto indeleble en cualquier persona afortunada que pueda presenciarlas. Se cree que una pintura rupestre en Nuevo México representa la explosión que produjo la nebulosa del Cangrejo en el año de 1054. Medio milenio después, cuando una estrella “nueva e inusual” apareció brevemente en la constelación de Casiopea, el astrónomo danés Tycho Brahe lo anunció como “un milagro”. Mientras que la última supernova que fue visible a simple vista ocurrió en 1604 cuando la Estrella de Kepler (en la constelación de Ofiuco) sucumbió, produciendo una luz lo suficientemente brillante que fue visible por varias semanas.
Algunos científicos han sugerido que las supernovas hicieron más que simplemente brillar. El elemento radiactivo hierro-60, que se produce en grandes cantidades cuando una estrella explota, se ha descubierto en el fondo del océano, una sugerencia poderosa de que al menos algunos restos de estrellas moribundas se han abierto camino hasta nuestro planeta. En el 2016, en un par de artículos publicados en la revista Nature, los investigadores examinaron las rocas de aguas profundas en un esfuerzo por rastrear el hierro hasta las supernovas. La evidencia, dijeron los investigadores, apuntaba a dos explosiones que ocurrieron hace unos millones de años atrás. Casualmente, esos eventos se superponen con los períodos en que el clima de la Tierra cambió y sus habitantes evolucionaron.
El primer evento correspondió con el final del Mioceno, cuando las temperaturas cayeron y los antepasados de la humanidad se separaron de nuestros primos chimpancés. El segundo coincidió con el comienzo de la última edad de hielo y la aparición del Homo Habilis. La investigación sugiere que la evolución humana fue provocada por el cambio climático y aunque no existe un vínculo conocido entre las supernovas y la glaciación, es probable que el cambio climático pudo ser provocado por la radiación de las estrellas en explosión. Pero esto es una gran especulación. Un estallido de Betelgeuse, si sucede, no tendrá un efecto medible en nuestro planeta debido a los 643 años luz que nos separan.
Según una encuesta global publicada en 2016, se estima que un tercio de las personas en la Tierra no pueden ver la Vía Láctea debido a la contaminación lumínica. A menos que se tomen medidas para combatirla, miles de millones de personas vivirán y morirán sin ver estrellas como las que crearon casi todos nuestros átomos. Nunca sabrán de las luces que inspiraron las historias de nuestros antepasados y los orientaron en la dirección correcta mientras navegaban por el mundo. El cielo nocturno es nuestra herencia, estamos perdiendo nuestra conexión con él y como somos polvo de estrellas, estamos perdiendo nuestra conexión con nosotros mismos.
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