Aunque los nuevos hallazgos proporcionan un pronóstico sombrío para el futuro de los océanos, hay razones para confiar en que evitaremos los peores resultados.
Si las naciones más ricas son responsables en su compromiso con el Acuerdo de París, entonces deben comenzar a contabilizar las emisiones de carbono de los productos que importan.
La economía mundial sigue dependiendo en gran medida del petróleo barato, un recurso no renovable y principal contribuyente de los gases de efecto invernadero.