Trasplantes que crean vida

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Por primera vez en América Latina, una mujer ha dado a luz a una niña sana después de recibir un trasplante de útero de una donante fallecida. Esta investigación descrita el pasado 4 de diciembre en la revista The Lancet por investigadores brasileños, podría aumentar la disponibilidad de órganos viables para aquellas mujeres que sufren de infertilidad debido a anomalías en el útero y puedan tener la experiencia única de gestación y parto. En el futuro, las pacientes podrán recurrir a los bancos de órganos en lugar de buscar voluntarias y las donantes vivas podrían evitar complicaciones de riesgo, como infecciones.

El propósito principal de un trasplante de útero es restaurar la fertilidad en pacientes de sexo femenino. Los trasplantes uterinos de donantes vivos provenientes de familiares o amigas, fue iniciado por el médico sueco Mats Brannstrom desde el año 2013. La ventaja de contar con donantes vivos, es que ofrece mayores posibilidades para planificar la cirugía y también reduce el tiempo de isquemia fría, lo que potencialmente se traduce en una mayor tasa de éxito. Sin embargo, este enfoque plantea problemas, dado que el donante está expuesto a riesgos de cirugía sin obtener ningún beneficio directo. Una estrategia de donante con muerte cerebral es más aceptable desde un punto de vista ético. La información detallada de la operación publicada recientemente, fue posterior a otros 10 intentos de trasplante de útero de donantes fallecidas en los EE.UU., Turquía y la República Checa.

El sujeto en este estudio, una psicóloga de 32 años que nació sin útero, se sometió a la cirugía de trasplante en Brasil en septiembre de 2016. Recibió el órgano de una mujer de 45 años que murió de un derrame cerebral y que había dado a luz a tres hijos de forma natural. La paciente menstruó por primera vez 37 días después del trasplante. Pasados siete meses de la cirugía de 10 horas y una vez que se hizo evidente que su cuerpo no había rechazado el órgano, los médicos transfirieron un solo embrión al útero, creado mediante fertilización in vitro cuatro meses antes del trasplante.

Durante el embarazo, la sangre fluía normalmente a través de las arterias en el útero y el cordón umbilical hacia el feto. La paciente dio a luz por cesárea. Los médicos también extirparon el útero, en parte para que la mujer ya no tuviera que tomar medicamentos contra el rechazo. De acuerdo con Dani Ejzenberg, ginecólogo del Hospital Clínico de la Universidad de Sao Paulo en Brasil, quien dirigió la investigación, indicó que la bebé pesó 2,5 kilos. Casi un año después, tanto la madre como la bebé están sanas.

El grupo brasileño ha demostrado que usar donantes fallecidos es una opción viable. El hecho de que el trasplante fuera exitoso después de que el útero se conservara en hielo durante casi ocho horas, demostró cuán resistente es el útero. Con el tiempo, los investigadores esperan reducir los efectos secundarios y los costos al disminuir las cantidades de medicamentos supresores del sistema inmunológico que deben tomar los receptores.

Crece el interés por el trasplante de útero

Pero se necesitarán más casos para evaluar si los resultados a largo plazo difieren entre las donantes vivas y las donantes fallecidas. “Todavía hay muchas cosas que no entendemos sobre los embarazos, como la forma en que se implantan los embriones”, dijo César Díaz, quien es coautor en el artículo científico. “Estos trasplantes nos ayudarán a comprender la implantación y cada etapa del embarazo”.

La infertilidad afecta a aproximadamente 1 de cada 10 mujeres en edad reproductiva en todo el mundo. Las pacientes con infertilidad del factor uterino absoluto son pacientes que no tienen útero y por tanto, no tienen posibilidad de quedar embarazadas. Las mujeres tienen tres opciones para lograr la maternidad: el “vientre en alquiler”, la adopción y más recientemente, el trasplante de útero. En un estudio realizado en Francia, el 20% de las pacientes con falta uterina no estaban considerando la adopción o el vientre en alquiler, el 60% de ellas se mostraron interesadas por el trasplante de útero, a pesar de los riesgos y la incertidumbre en cuanto a su éxito.

Un debate ético por venir

Hace casi 40 años, el nacimiento de Louise Brown, el primer “bebé de probeta” del mundo, provocó discusiones y debates éticos y legales. A medida que los trasplantes de matriz pasen de la ciencia ficción a la realidad, está claro que la ciencia reproductiva continuará impulsándonos hacia territorios desconocidos y pondrá a prueba la esencia misma de estos principios, como el derecho a la libertad procreativa y el derecho a la vida privada y familiar.

Pero estos trasplantes también generan más preguntas. A diferencia del trasplante de otros órganos, el de útero no pretende salvar la vida, sino crearla. Si las mujeres pueden recibir trasplantes de útero, algunos han preguntado si el procedimiento también puede funcionar en transexuales y, aún más polémicamente, en hombres. Pero no hay razón para pensar que tales barreras no se puedan superar. ¿Se podría trasplantar una matriz a una mujer transgénero o incluso a hombres? ¿Podría el embarazo ser en el futuro unisex? Estas preguntas pueden sonar como si salieran directamente de una novela de ciencia ficción, pero se han planteado seriamente.

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