Los océanos, termómetros del planeta

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Los científicos dicen que los océanos del mundo se están calentando mucho más rápido de lo que se pensaba, un hallazgo con graves consecuencias para el cambio climático. Las temperaturas promedio de los océanos son una forma consistente de rastrear los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero, porque no están muy influenciados por los patrones climáticos a corto plazo, además el exceso de calor absorbido por el planeta termina almacenado en sus aguas. Los océanos son realmente el mejor termómetro que tenemos para los cambios en la Tierra.

Un nuevo análisis, publicado el jueves en la revista Science, determinó que los océanos se están calentando 40% más rápido que hace cinco años. Los investigadores también concluyeron que las temperaturas del océano han batido récords durante varios años consecutivos. “Si bien 2018 será el cuarto año más cálido registrado en la superficie de la tierra, seguramente será el año más cálido para los océanos”, dijo Zeke Hausfather, coautor del estudio. A medida que el planeta se ha calentado, los océanos se han convertido en un amortiguador, reduciendo los efectos del cambio climático al absorber el 93% del calor atmosférico que los humanos generamos. Las crecientes temperaturas del agua ya están deteriorando los ecosistemas marinos, elevando el nivel del mar y haciendo que los huracanes sean más destructivos.

Según afirman los científicos, a medida que los océanos continúen calentándose, esos efectos serán más catastróficos. Huracanes más y más fuertes, como Harvey en 2017 o Florence en 2018, se volverán más comunes y las costas de todo el mundo se inundarán con mayor frecuencia.

Los arrecifes de coral, cuyas poblaciones de peces son fuentes de alimento para cientos de millones de personas, sufrirán un estrés cada vez mayor, una porción importante de todos los corales ya han muerto en los últimos tres años. La capacidad real de los océanos cálidos para producir alimentos es menor, lo que significa que nos aproximamos más rápidamente a una situación de inseguridad alimentaria. Para los que vivimos en el trópico, que dependemos en buena medida del pescado para obtener proteínas, podríamos vernos afectadas.

Históricamente, entender las temperaturas del océano ha sido difícil. Un informe de las Naciones Unidas, publicado en 2014 por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, presentó cinco estimaciones de calor oceánico del siglo XX, pero todas mostraron diferentes valores de calentamiento, lo que sugirió que las mediciones eran inexactas.

Los investigadores confiaban en los sensores de temperatura que los barcos sumergían al océano con un cable. Ese método estaba sujeto a incertidumbres, particularmente en torno a la precisión de la profundidad a la que se tomó la medición. Por tanto, desde principios del siglo XXI, los científicos han medido el calor del océano utilizando una red de boyas a la deriva llamada Argo, que lleva el nombre de la nave de Jasón en la mitología griega. Las boyas miden la temperatura y la salinidad del océano, transfiriendo los datos a través de satélites.

Estas boyas han determinado que las aguas cercanas a la superficie son las que más se han calentado y ese calentamiento se ha acelerado en las últimas dos décadas, según los datos de un nuevo estudio de Lijing Cheng, del Instituto de Física Atmosférica de Beijín. Propone que la mayor parte del aumento del nivel del mar observado hasta la fecha se debe a que el agua más caliente ocupa mayor espacio que el agua fría, y que este efecto sería más significativo que la fusión del hielo en los Polos.

La ausencia de medidas globales para reducir las emisiones de carbono, ¡provocaría que los niveles del mar se incrementaran en 30 cm para el 2100!

Por otra parte, la profesora Laure Zanna publicó un estudio esta semana utilizando los datos existentes para estimar las temperaturas oceánicas que se remontan a 1871. El objetivo era descubrir lugares donde el aumento del nivel del mar podría ocurrir incluso más rápido de lo esperado, debido a la forma en que las corrientes oceánicas redistribuyen el calor, permitiendo que las regiones en riesgo puedan planificar mejor esos cambios. “Estamos calentando el planeta, pero el océano no se está calentando de manera uniforme, por lo que unos lugares se calientan más que otros”, dijo la Dra. Zanna.

Los océanos también se elevan

Los científicos no solo están interesados en la cantidad de calor que absorben los océanos. La forma en que el calor se mueve alrededor del planeta puede revelar pistas importantes sobre la altura de los mares en diferentes lugares. ¿Qué ocurriría en Venezuela? Un estudio publicado en el 2001 en la revista Interciencia, evaluó el impacto potencial del nivel del mar en dos sectores costeros venezolanos: Cabo Codera-Parque Nacional Laguna de Tacarigua y Barcelona-Puerto La Cruz-Guanta, estimándose que el impacto del nivel del mar podría ser significativo y el análisis de vulnerabilidad mostró que generarían un elevado costo. Los autores propusieron que este análisis fuera incorporado al proceso de planificación y manejo de nuestras zonas costeras.

Si bien gran parte de nuestra preocupación por el cambio climático se centra en sus efectos sobre la tierra (el aumento de la temperatura del aire, los cambios en los patrones climáticos, etc.), determinar qué tan rápido se calientan los océanos ayuda a calcular qué tan sensible es el planeta a las emisiones de gases de efecto invernadero y qué tan rápido puede calentarse en el futuro. Aunque los nuevos hallazgos proporcionan un pronóstico sombrío para el futuro de los océanos, los esfuerzos para mitigar el calentamiento global, incluido el acuerdo sobre el clima de París, son de gran ayuda. Creo que hay razones para confiar en que evitaremos los peores resultados.

Foto: Alicia Navidad / Csiro

 

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