Cuánto tardaría la reconstrucción de Venezuela (1)

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Para bien, debe darse un gran debate sobre este asunto de la velocidad para la reconstrucción de Venezuela. Hay quienes afirman que es un proceso largo. Otros que, por el contrario, piensan que puede ser relativamente rápido. Además, se polemiza en torno de la reconstrucción económica, de Pdvsa, entre otras entidades económicas fundamentales, así como la reconstrucción moral y ética del venezolano.

Pero todo dependerá del proyecto que se instaure. Si se trata de una propuesta de carácter nacional y popular, que sería un propulsor de las fuerzas productivas, podremos salir rápidamente de la profunda crisis que vive el país. Si por el contrario, se toma el camino que favorece a la oligarquía financiera, salir de la crisis costará sangre. Así ya lo anuncian quienes enarbolan esa perspectiva.

En el primer caso, las reivindicaciones de los trabajadores, de quienes viven del salario, de quienes crean las riquezas y garantizan el funcionamiento de las condiciones fundamentales para la reproducción, deben ser atendidas de manera clara. Debe expresarse en el incremento del salario real, así como una mejora sustantiva de los servicios públicos. No se trata solamente de un asunto económico. Se trata de una cuestión política que, de no atenderse de manera eficaz, conducirá a una nueva rebelión.

Seguir la propuesta prooligárquica, expresada en la asunción de un mayor sobreendeudamiento público, y dentro de la lógica de favorecer a los empleadores, resultará, con meridiana seguridad, en un estrepitoso fracaso que bien puede poner en peligro, nuevamente, el orden establecido.

En eso se resume lo esencial de la polémica. Y es que la unidad se ha labrado con base en el objetivo de salir del régimen. Los asuntos del futuro, del día después, han sido pospuestos, bajo la consideración de que son absolutos los axiomas liberales. Cierta fortuna vivimos en momentos en los cuales, desde los centros del capitalismo mundial que dieron propulsión planetaria al liberalismo de nuevo cuño, ahora retoman viejos “principios” que hacen tambalear la dogmática agoreada. Así, la protección busca, nuevamente, fabricar fabricantes. Esa es la dirección que debemos tomar. Lo que conlleva al afianzamiento del sentido nacional.

Acerca del origen de la destrucción

Venezuela, desde la llegada de los españoles ha sufrido un freno en su desarrollo. Antes del episodio, fatídico para las sociedades aborígenes, su desarrollo natural nos encontraba en la fase primitiva, que deja huella en buena parte del territorio venezolano actual. Los Yanomamis representan la figura emblemática.

La colonia brinda a la corona de España y sus usufructuarios, bondades importantes, uno de cuyos primeros productos de significación, se encuentra en los placeres perlíferos. Pero también da lo suyo la economía de lo que más adelante sería Venezuela, al proceso de acumulación originaria de capitales, cuyo centro se configura en Inglaterra, en torno de la cual se afianza la segunda dependencia.

Así, con la llegada de la República pasamos a depender de los ingleses. Nutrimos los estómagos de la sociedad inglesa y europea, principalmente, de café, cacao, el cuero para la industria peletera y del calzado, colorantes como el añil, aun no desplazado por los químicos, nutrió mucho textil inglés y en general europeo.

Formamos parte de una división internacional del trabajo en torno de Inglaterra, durante un siglo. Exportar materias primas subalternas, mientras importamos la producción inglesa, francesa y alemana.

Pero nada como la llegada del petróleo. El cambio en la estructura económica fue muy acelerado y drástico. Los dólares obtenidos a cambio, afianzaron una economía monoproductora, e importadora de bienes finales, ahora de Estados Unidos. Dependientes y parte del patio trasero del nuevo amo. Ajustados a intereses extranjeros. Al yanqui, principalmente. Algo hubo de diversificación con la sustitución de importaciones. Apenas para el desarrollo de una industria de partes y repuestos. Ensamblaje de vehículos. Pero nada mayor.

La historia que conocemos en estos tiempos, en una expresión que la sintetiza, es dependencia y neocolonialismo. Cambian los colonialistas. España, Inglaterra, Estados unidos y ahora China y Rusia. El mismo patrón. Dependencia y producir materias primas e importar lo que requerimos para vivir.

Luego, el devenir de Venezuela se configura por ese fardo. Ese freno del desarrollo de nuestras fuerzas productivas. La dependencia se hace carne en el atraso en relación con los desarrollos importantes del capitalismo mundial, aun contando nuestro país con riquezas inconmensurables, apenas van a servir para favorecer a los socios nativos que encuentra el capital financiero y para una política social de supervivencia y de creación de una demanda limitada.

Así, salir del despotismo chavista, implica, ante todo, tener como norte la ruptura con la dependencia y el papel de Venezuela en una DIT que frena la diversificación. No es una quimera. Corea del sur, entre otros, ha alcanzado una diversificación impensable décadas atrás.

En correspondencia con lo anterior, la orientación política debe sustentarse en el carácter popular y nacional del cambio. Más, tomando en cuenta las potencialidades y riquezas de Venezuela que bien permiten contar con una base material sólida para el desarrollo. Todo dependerá de si se afianza o no la independencia y autonomía del desarrollo.

La ciencia económica y el programa

Una propuesta programática alternativa, debe buscar, ante todo, la unidad de las fuerzas del cambio. Por tanto, la alternativa debe recoger los intereses de quienes se persigue unificar para obtener el objetivo. En nuestro caso, salir del chavismo. Pero, a su vez, la propuesta política debe conducir al desarrollo autónomo de la República. Se supone que buscamos salir del chavismo para avanzar. Que debe producirse un cambio positivo.

Para eso, para allanar ese camino, debemos comenzar, más que en una política económica, de un signo u otro, en las determinaciones de la crisis que dan la pista para ubicar dónde debemos colocar el acento. Hecho ese ejercicio, debemos establecer la estrategia a seguir con base en lo que deja la ciencia económica.

La primera determinación, sin dudas, es que Venezuela no produce lo necesario para satisfacer las necesidades de su gente y de lo que se requiere para poner en marcha la máquina para producir. Ubiquemos que hasta las fuentes de energía la destruyeron. Además, apenas producimos materias primas. Sumemos que la producción se ve limitada por la manera como se comporta la banca.

El sobreendeudamiento es otro asunto a considerar. Con todo y que se trata de una cuestión crónica, lo alcanzado en este período compromete buena parte del presupuesto para cumplir los compromisos.

Dando cuenta de estos asuntos podemos fijar el rumbo, cuyo norte no puede ser otro que el desarrollo de las fuerzas productivas y la independencia nacional.

Una de las cosas en las cuales podemos establecer un hilo conductor entre Smith, Ricardo y Marx, es que, sin concentración de capitales, sin capitalización, no hay desarrollo capitalista.

Independientemente de que luego entre en crisis por sobreproducción, o que haya más o menos explotación, para que haya producción deben encontrarse los obreros con los capitalistas. Debe haber crédito. El dinero debe expresar el valor de las cosas. La lucha de clases, la aspiración de quienes crean la riqueza a conquistar el poder es otro asunto. Pero Venezuela ni siquiera ha logrado esto, dados los nexos de dependencia y dominio de los capitales foráneos.

La concentración de capitales, a su vez, requiere de un mercado, interno y externo. Los límites de la producción deben colocarlos los límites del mercado. Los límites de la concentración de capitales, deben colocarlas la cantidad de materias primas disponibles y la capacidad de absorción que tengan las máquinas dado el desarrollo científico tecnológico.

A su vez, ello requiere de la protección de la producción nativa, en relación con la competencia fuera de las fronteras de la economía en cuestión. Esa es la historia de todas las naciones que han alcanzado el desarrollo y, por ende, la revolución industrial. Protección, hasta alcanzar la competitividad. Diversificación hasta la revolucionarización de los medios. Ese es el camino que señalan todas las naciones desarrolladas. Eso es el sentido nacional.

Ciencia económica, aun siendo una cosa diferente a política económica, puede ser la guía para la reconstrucción. Para la reconstrucción acelerada. Además, esa es la experiencia histórica mundial, a partir de la cual se pueden establecer principios que, de ser asumidos pueden conducir a un desarrollo acelerado. A la rápida reconstrucción del país.

Concentración de capitales, sistema de crédito privado y público para la concentración. Mercado interno y externo para el producto nacional. Capacidad de demanda nacional que comience con los salarios dignos para los obreros. Ese es el camino a seguir. La reconstrucción será rápida.

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