Pueblos indígenas y sociedad del conocimiento

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Simultáneamente a la diferida inclusión social, económica y política de las poblaciones indígenas, se suman las heridas que todavía produce el choque cultural, donde el reconocimiento e intercambio de saberes “tradicionales” con los académico-científicos transitan por caminos escabrosos. Sin embargo, esos caminos encuentran puntos de intersección que vislumbran la posibilidad de reencontrar a “ambos mundos” del conocimiento y complementarse en situaciones que beneficien a las comunidades indígenas e incluso a otros sectores de la sociedad venezolana.

¿Qué es el conocimiento indígena o tradicional? Es aquel conocimiento que se construye de manera colectiva y es transmitido generacionalmente, además de estar vinculado con su ámbito territorial. Desde nuestra percepción occidental el conocimiento indígena parece mágico e inalterado, sin embargo nunca se detuvo, un ejemplo es el conocimiento experimental no documentado que posee sobre las plantas medicinales para saber cuándo recolectarlas, cómo suministrarlas y de qué forma conservarlas. La pregunta al presente es cómo vincularlo para nutrir el conocimiento científico existente.

Sobre el conocimiento indígena o tradicional, este debe ser abonado por acciones que, desde diversos caminos, converjan hacia un objetivo común: reconocer su importancia e inclusión en el resto de la sociedad, sobre todo de una manera que trascienda lo cultural. Para transitar hacia una sociedad del conocimiento, nuestro país debe generar y aprovechar los productos científico-tecnológicos, pero también considerar los conocimientos tradicionales o indígenas.

Según cifras oficiales, solo un 0,6 por ciento de los indígenas cuenta con educación superior, principalmente orientada hacia las ciencias humanas. La brecha se incrementa drásticamente al considerar a las personas que contaban con nivel educativo de posgrado, lo cual representa 0,48% de todas las personas con postgrado en el país. Este rezago educativo consecuentemente tiene un impacto en la participación de la creación científica y tecnológica de los pueblos indígenas. En el análisis de la participación de los pueblos indígenas en la creación científica y en la educación superior, parece haber un gran reto, pues los números así lo reflejan. Sin embargo, más allá de los números, también se habla de una falta de reconocimiento a los saberes tradicionales.

Aun cuando en el país no existen estadísticas que indiquen el estado de la participación de los pueblos indígenas en la creación científica, esta distinción podría considerarse como algún tipo de discriminación. Se puede argumentar que están en desventaja al tener limitado el acceso al sistema educativo, siendo este rezago educativo uno de los problemas que los pueblos indígenas deben enfrentar al intentar participar en el desarrollo científico.

Existe también un factor de desvalorización de todo conocimiento que no haya sido generado mediante el método científico aceptado por la cultura occidental. En el libro Replantear la Educación. ¿Hacia un bien común mundial?, publicado en el 2015 por la Unesco, se plantea la necesidad de examinar alternativas al modelo dominante de conocimiento y enfatiza la necesidad de aceptar que realidades diferentes generan conocimientos distintos, que deben ser reconocidos en vez de relegados a una condición inferior.

Lo verdaderamente interesante sería empezar por la formación de científicos de los pueblos originarios que pudieran trazar puentes de comunicación entre ambos sectores. La inclusión de indígenas en la educación superior, a fin de promover el respeto al conocimiento y a sus comunidades en todos los niveles educativos; así como, en aquellos Estados con población indígena, se debería incorporar clases interculturales y bilingües, tal como lo establece la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas.

Se desprende por tanto que el Estado venezolano tiene una gran responsabilidad en la articulación de las políticas públicas que tengan que ver con las actividades indígenas. En tanto que nuestra comunidad científica debe articular redes con representantes de comunidades, científicos y empresarios. Una forma de garantizar esta relación es a través de programas o fondos que, además de privilegiar la innovación tecnológica, también promuevan la innovación social, que es una forma novedosa de organización de sectores de la sociedad civil para la resolución de problemas.

 

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