¿Listos para el reinicio? Atentos con el moho

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La semana pasada fui al laboratorio que coordino en la universidad. Al igual que el resto de la ciudad, el área había sufrido de una temporada extremadamente húmeda y lluviosa, y había estado desocupada desde el inicio de la cuarentena, que detuvo todos los trabajos de investigación experimental desde el pasado mes de marzo. Cuando abrí la puerta, un olor fétido golpeó mi nariz de inmediato, como una toalla de playa mojada que se deja demasiado tiempo en el carro. Ahora compartía mi laboratorio con algún tipo de moho.

El moho es un término no científico para muchos tipos de hongos: “parches” no deseados y desagradables de crecimientos negros, marrones, amarillos, rosados, verdes, malolientes y difusos. Innumerables especies de moho se encuentran tanto en interiores como en exteriores. “Moho” y “hongo” tienen muchas connotaciones, la mayoría de ellas desagradables: olores a humedad, sótanos encerrados, alfombras enmohecidas, goteras de agua, cielos rasos empapados, pie de atleta y hongos venenosos, entre otros. En el lado positivo, los mohos también son responsables de la penicilina y el queso azul, las levaduras son hongos que se utilizan para hacer pan, cerveza y vino, y algunos tipos de hongos se consideran manjares, como el champiñón en la pizza. Y sin hongos que descompongan, el mundo quedaría sepultado en hojas, árboles, hierba y basura.

La pandemia ha obligado que todo tipo de edificación permanezca vacía durante un largo período de tiempo. A medida que las personas se aventuran nuevamente a sus universidades, escuelas y oficinas, también pueden encontrar, como yo, una sorpresa desagradable en estos espacios. Las edificaciones que han estado desocupadas durante meses tienen una alta probabilidad de tener problemas de filtración de agua, llevando a posteriores problemas con el moho. Habría que advertir a las personas que están reabriendo edificios que tengan cuidado con los peligros potenciales como el moho y la Legionella pneumophila, la bacteria que causa la enfermedad del legionario, un tipo de neumonía que puede propagarse por los aires acondicionados.

Este no es un fenómeno nuevo, por supuesto. Los espacios cerrados como laboratorios y oficinas a menudo albergan diferentes tipos de moho. Las técnicas de construcción pueden tener algo de culpa debido a que las sellamos bien para la conservación de energía, por el uso del aire acondicionado, pueden estar mal ventiladas y ser susceptibles al crecimiento del moho. Los hongos necesitan humedad y alimento para crecer. Comerán casi cualquier sustancia orgánica, desde cartón y madera hasta tejas y tapizados.

Lo que inhalé fueron los subproductos aéreos de sus procesos metabólicos, que son compuestos orgánicos volátiles microbianos. Yo personalmente prefiero llamarlos “eructos” de hongos. Además de producir un olor desagradable, la exposición al moho también puede causar efectos secundarios no deseados para las personas sensibles, como congestión nasal, tos y dolor de garganta, muy común en los estudiantes al retornar a clases en el mes de septiembre. Si la persona está inmunodeprimida, puede ser más vulnerable a estos y otros síntomas. Para los padres con niños pequeños, el problema más serio por el que deben preocuparse es el asma infantil: varios estudios científicos han encontrado un vínculo entre la exposición al moho y la afección.

Eso no significa que todo el moho dé miedo o sea dañino. Los seres humanos respiramos constantemente una plétora de diferentes hongos y otros microbios, por lo general no nos damos cuenta. ¡Hay miles de esporas de moho en el aire! Si lavamos un trozo de fruta, por ejemplo, y luego colocamos el agua de escorrentía en una capsula de Petri, encontraremos un montón de bacterias, levaduras y mohos filamentosos que conviven con nosotros. El mundo es en realidad un terrario gigantesco lleno de criaturas microscópicas listas para ser inhaladas. Pero si la concentración de esporas de moho en el aire se vuelve demasiado alta, como dentro de un edificio contaminado, puede provocar una reacción adversa a la salud.

Si regresamos de la cuarentena y descubrimos que el moho ha convertido nuestra oficina o laboratorio en su hogar, debemos eliminarlo. Si bien algunas empresas le venderán kits de prueba para identificar la especie exacta, el proceso no es necesario. Los efectos del moho en la salud pueden ser diferentes para cada persona, por lo que no puede confiar en el muestreo y el cultivo para saber si usted, un alumno o un miembro de su familia podrían enfermarse. Si el moho cubre un área de menos de 1 metro cuadrado, es posible que pueda atenderlo por su cuenta. En superficies duras, se recomiendan usar limpiadores domésticos especializados o lejía y agua para eliminar el moho. Los artículos blandos, como las alfombras, deben desecharse. Si el problema es mayor, hay que acudir con los profesionales.

Si huele ese característico aroma a humedad pero no sabe dónde se esconde el moho, revise las áreas normalmente vacías. Incluso si el moho en sí no es visible, es posible que vea signos de su presencia, como pintura ampollada, molduras de paredes sueltas, manchas o decoloración alrededor de las ventanas. También es una buena idea estar atento a las fugas o charcos de agua estancada, al moho le encanta la humedad.

Más de la mitad de las escuelas públicas de Venezuela, según reportes, necesitan adecuaciones y de seguro se encuentra entre ellas, la eliminación del moho. Limpiar el moho es solo uno de los muchos desafíos que enfrentamos en las comunidades a medida que comienzan a reabrir oficinas, escuelas y universidades en medio de la pandemia. Así que atentos con el moho.

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