Hace décadas, el negocio de lanzar objetos más allá de la órbita de la Tierra cayó exclusivamente bajo el control de los gobiernos de países desarrollados. En la década de los setenta, un pequeño grupo de personas liderado por el astrofísico Carl Sagan pasó semanas deliberando sobre el contenido de un mensaje que eventualmente se enviaría al cosmos, a bordo de la nave espacial Voyager en su viaje a través del sistema solar. Escogieron una variedad de sonidos, voces e imágenes de muchos rincones del planeta en un intento por crear una cápsula que pudiera representar, aunque imperfectamente, a todo el mundo, lanzándolo luego al cosmos. Esta “postal” de la Tierra se fue al espacio, al tormentoso Júpiter, más allá de los anillos de Saturno, más allá de Urano y Neptuno, hasta los mismos límites del sistema solar y más allá, ¡Ad astra: a las estrellas!
Eso fue en aquel entonces, hoy en día son personas como Elon Musk, los que deciden qué lanzar al espacio. Musk, el magnate de los negocios sudafricano y padre de quizás demasiadas compañías para nombrar, eligió como carga útil para el primer vuelo de su nuevo cohete un convertible. En este momento, hay un carro rojo brillante flotando en nuestro sistema solar, un Tesla Roadster 2008 que se lanzó al espacio en lo que ahora es el cohete más poderoso, el Falcon Heavy, construido por la compañía SpaceX, de Elon Musk. El Tesla no es el registro de voces de la humanidad en el Voyager, hecho para el consumo de civilizaciones alienígenas, en esta oportunidad lleva un maniquí (Starman) y reproducirá la canción «Space Oddity» de David Bowie a través de sus altavoces. Cualquier otra carga útil habría sido «aburrida», según Musk.
El objetivo del primer vuelo del Falcon Heavy -aparte de no explotar- era poner al Tesla en una órbita elíptica entre la Tierra y Marte, un automóvil y dos planetas unidos en un ciclo sin fin alrededor del Sol. Este tipo de órbita, en ciertos momentos, llevaría al Tesla cerca de Marte. Sin embargo, considero que la decisión de llevar un Tesla, fue una muestra de marketing promocional. Coincido con los reproches ante la idea, describiéndola como nada más que un truco publicitario presuntuoso para Tesla, una compañía que enfrenta demoras en los objetivos de producción. Y sí, la colocación de un Tesla encima de un flamante cohete de 70 metros de altura con 27 motores, ciertamente ayuda con la publicidad.
El vehículo fue lanzado con éxito el martes por la tarde, sujeto a la parte superior del cohete, y navegó durante unas seis horas, una jugada que podría estar destinada a demostrar una nueva capacidad para la Fuerza Aérea de los EEUU, uno de los clientes de SpaceX. Una transmisión en vivo mostraba vistas surrealistas del automóvil y su único “pasajero”, flotando sobre la Tierra. Luego SpaceX cortó la alimentación y el motor de la etapa superior se reavivó por última vez, para darle al Tesla un impulso final hacia su órbita predestinada.
Posteriormente Musk compartió la ubicación del vehículo. El carro se dirigía al cinturón de asteroides, esperen ¿Cómo es la cosa? Al parecer SpaceX calculó mal y el impulso final llevó al Tesla más allá de lo esperado. Los datos sugieren que alcanzó una velocidad de 33,5 kilómetros por segundo después del último empuje, que según el astrónomo Rivkin “es aproximadamente 2,5% más de la velocidad necesaria para que el Tesla entrara en la órbita de Marte”. El empuje hizo que el automóvil sobrepasara su destino final y lo lanzara al cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter, un anillo de pequeñas rocas y polvo, donde Ceres es el objeto más grande en el cinturón. Si el Tesla alcanza el cinturón de asteroides el auto resaltaría entre los miles de objetos de ese tamaño que están allí. Muy probablemente el automóvil se encuentre en rumbo de colisión con estos objetos, pero no es tan malo, el cinturón de asteroides es bastante grande y los objetos están suficientemente distanciados. Seguramente, el Tesla será bombardeado continuamente por pequeñas partículas de polvo cósmico, del tamaño de granos de arena hasta 100 nanómetros y rara vez por una roca de varios centímetros.
Antes de que se lanzara el Falcon Heavy, Musk dijo a los reporteros en una teleconferencia el lunes, que esperaba que el Tesla se desplazara cómodamente en el espacio durante cientos de millones de años. «A veces llegará muy cerca de Marte», dijo. «Y hay una pequeña posibilidad de que lo golpee, extremadamente pequeña”. Ahora bien no sabemos si el exceso en el impulso ocurrió porque querían un mayor margen de potencia “pisando el acelerador” a ver que podía hacer el propulsor y darse publicidad, entonces no sería un problema. Porque si fuera una verdadera misión a Marte, esta sería una órbita errónea y no se podría corregir.
Cualquiera sea la órbita exacta del Tesla, no permanecerá igual para siempre en el sistema solar, estará sujeto a tirones gravitacionales de otros planetas. Antes de que se rompa en pedazos, su órbita debe cambiar por la gravedad de Júpiter y comenzará a cruzar la órbita de Marte, la Tierra y finalmente las de Venus y Mercurio. Si logra evitar el impacto con cualquiera de estos planetas, seguramente en millones de años caiga irremediablemente al Sol.
Foto: www.topspeed.com
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