Hace casi 20 años en los mercados de mayoristas del sur de China apareció un virus diferente a todo lo que habíamos visto. Era el invierno del año 2003 y los pacientes se quejaban de fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y tos seca, todos los síntomas que pueden esperarse durante la temporada de resfriados y gripe. Pero esta afección progresaría a una forma letal de neumonía, una que dejó agujeros en forma de panal en los pulmones de las personas y generó insuficiencia respiratoria grave en una cuarta parte de los pacientes. Si bien la mayoría de las infecciones solo se propagaron a unas pocas personas adicionales, algunos de los afectados se convirtieron en “superespagadores”, pacientes que sin saberlo transmitieron la enfermedad a varias docenas de personas. La epidemia del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) terminó con más de 8.000 afectados, incluidos 774 fallecidos en 32 países y costó miles de millones de dólares a la economía mundial.
Es por eso que los funcionarios internacionales ahora están preocupados por un nuevo virus que ha surgido en el centro de China, nombrado 2019-nCoV por la Organización Mundial de la Salud y relacionado con el SRAS. El nuevo virus detrás del brote de Wuhan está altamente relacionado con el SRAS, ambos pertenecen a una familia llamada coronavirus (CoV). Los coronavirus son un tipo común de virus que generalmente causan enfermedades leves, como el resfriado común. Se llaman así porque tienen proteínas superficiales que sobresalen como puntas en una corona que los ayudan a invadir las células. Ciertos tipos pueden infectar la vía aérea inferior, ocasionando enfermedades graves como neumonía o bronquitis. Mientras algunos causan padecimientos en las personas, otros circulan entre animales, incluidos camellos, gatos y murciélagos.
La enfermedad se ha propagado a las principales ciudades como Beijing, Shanghai y Shenzhen, y se ha extendido a otros 12 países, en solo tres semanas. Hasta el sábado, se habían reportado casi 1300 casos a nivel mundial junto con 41 víctimas fatales y la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebró una reunión de emergencia el miércoles, indicando que era demasiado pronto para declarar el brote como una emergencia internacional de salud pública.
A medida que los funcionarios responden en tiempo real al desarrollo del brote, también lo hacen los científicos. Los epidemiólogos tienen casi tantas preguntas como respuestas sobre el misterioso virus. ¿Cómo se transmite exactamente? ¿Cuán infeccioso es y, lo más crítico, cuán mortal? Sin embargo, los funcionarios de la OMS advirtieron que la comprensión del nuevo virus todavía está en proceso y que la forma en que se propaga e infecta a las personas también podría cambiar con el tiempo. En un reciente artículo de la revista JAMA, Anthony Fauci, analizó los brotes anteriores de CoV que inicialmente causaron estragos globales y describe los pasos necesarios para contener al actual 2019-nCoV. Los autores indican: “Si bien la trayectoria de este brote es imposible de predecir, la respuesta efectiva requiere una acción rápida desde el punto de vista de las estrategias clásicas de salud pública para el desarrollo oportuno y la implementación de contramedidas efectivas”.
Al igual que con el SRAS, todo este alboroto parece haber surgido debido al comercio de vida silvestre y los virólogos no están sorprendidos. Esto se debe a que tanto el SRAS como el nuevo brote son zoonóticos, lo que significa que estas enfermedades comenzaron en animales antes de propagarse a los humanos. Las enfermedades zoonóticas se encuentran entre las más infames del mundo. El VIH, el Ébola y la gripe H5N1, por ejemplo, todos se filtraron en la vida silvestre antes de que las interacciones cercanas con los humanos generaran brotes globales. Con el SRAS, los preparadores de alimentos y las personas que manipularon, mataron y vendieron animales salvajes representaron casi el 40% de los primeros casos.
Los funcionarios de salud informaron por primera vez sobre el nuevo brote el 31 de diciembre, citando una serie de casos similares a la neumonía conectados a un mercado mayorista de mariscos en la ciudad de Wuhan, ubicado en el centro de China con más de 11 millones de habitantes. Pero en Wuhan se vende algo más que mariscos, se comercian perros, serpientes, murciélagos y animales de granja alojados en pequeñas jaulas.
Solo 10 días después de que se reportó el primer caso del virus causante de neumonía, los científicos chinos secuenciaron el genoma viral y lo publicaron en el Journal of Medical Virology. Al realizar un análisis genético detallado del virus y compararlo con la información genética disponible sobre diferentes virus de diversas ubicaciones geográficas y especies hospedadoras, los investigadores concluyeron que el 2019-nCoV parece ser un virus que se formó a partir de una combinación de un coronavirus encontrado en murciélagos y otro que probablemente residía en serpientes, antes de ser transmitido a los humanos.
Esta valiosa información, disponible gratuitamente para cualquier investigador que quiera estudiarlo, desató un esfuerzo masivo de colaboración para comprender el misterioso nuevo patógeno que se ha extendido rápidamente desde China. A una velocidad sin precedentes, los científicos están realizando experimentos, compartiendo datos y revelando los secretos del patógeno. ¡Esto es realmente nuevo! Una carrera que es posible gracias a nuevas herramientas científicas y procedimientos ante una emergencia de salud pública.
Esperemos que revelar los secretos de cómo funciona el virus ayude a calmar el pánico que se extiende. La gripe, por ejemplo, enferma a un número de personas en Venezuela y en todo el mundo cada año, pero no provoca un pánico mundial porque se entienden los riesgos y existe una vacuna. Aun cuando, muchos científicos todavía son muy reservados y tratan de ocultar lo que están haciendo, este debe ser un caso en el que no debemos preocupamos por los egos, ni por quién es el primero, solo por resolver el problema. El flujo de información ha sido realmente rápido. Esto no significa que una vacuna esté disponible en los próximos meses, se requerirían estudios más amplios para determinar la seguridad y su efectividad. Pero sigue siendo ciencia a la velocidad de la luz.
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