En momentos de incertidumbre económica y política es cuando más nos deberíamos empeñar en realizar actos de divulgación científica, como puede ser un congreso o simposio: de cara al país, ya sea para presentar nuestra ciencia o publicitar los desarrollos de nuestros laboratorios. De esto deseo hablar en esta ocasión. En oportunidades escucho a colegas preguntar: ¿Qué nos lleva a dedicar la vida a un trabajo que con frecuencia es ingrato y duro? Sin duda, el afán de crear conocimiento, pero ¿hay algo más?
Hay científicos, todos ellos muy diferentes, con distintos puntos de vista, habilidades, devociones y motivaciones. Los científicos poseen, en primer lugar, curiosidad intelectual, deseo de entender el entorno natural y a nosotros mismos. En segundo lugar, un orgullo profesional, el sentirse estupendo por hacer las cosas bien y por tener dominio sobre los aspectos técnicos. Esto es algo compartido con muchas profesiones, por ejemplo con artesanos, deportistas, etc. En tercer lugar, el deseo de superación. Es acertada la frase del alpinista, explorador y filántropo neozelandés Edmund Hillary al contestar a la pregunta de ¿por qué hay que subir al Everest?: “Porque está ahí”, respondió.
Finalmente, hay un aspecto que me gustaría resaltar y que con el tiempo he apreciado más. Es el aspecto creativo de nuestro trabajo y también las libertades de todo tipo que esto acarrea. El poder aportar algo nuevo, seduce. Cualquiera que haya visto la solución a un problema, por pequeño que sea, queda seducido. Es el momento del descubrimiento. Siempre me he preguntado por el momento mágico cuando Watson y Crick vieron la estructura de la doble hélice del ADN y entendieron que ello encierra el modo como una generación transmite sus características a las siguientes: es el “secreto de la vida”.
Además, parte del quehacer científico y tecnológico es la presentación de los trabajos de investigación en las reuniones y conferencias organizadas por asociaciones científicas de una especialidad, formando parte del proceso de difusión de la investigación. La selección de las conferencias a las que acudir y las sociedades científicas a las que se pertenece, condicionan en cierta medida la proyección de la investigación.
Recientemente se ha celebrado en nuestro país el XXI Congreso Venezolano de Catálisis. Ha sido un evento científico espectacular, que me ha hecho reflexionar sobre la repercusión de los Congresos. Mérida refrendó su compromiso con la comunidad científica al ser anfitrión del XXI Congreso “un puente hacia la innovación”, que se llevó a cabo en la Hechicera, Universidad de los Andes del 13 al 17 de noviembre, bajo la coordinación de la Sociedad Venezolana de Catálisis. Durante la inauguración, la Presidente de la Sociedad Venezolana de Catálisis, Dra. Carolina Corao, entregó un reconocimiento especial al destacado Profesor Bernardo Fontal, quien en su discurso destacó la importancia de fortalecer las relaciones entre la Academia y la industria para garantizar un futuro más sólido en lo referente a la producción de alimentos, productos químicos, farmacéuticos y petroquímicos, a través del desarrollo de catalizadores y llevar las propuestas a la práctica.
Los congresos, simposio y reuniones científicas de todo tipo -internacionales, nacionales y regionales- forman parte del paisaje académico, social y profesional de todas las disciplinas relacionadas con las ciencias. La cifra anual de este tipo de eventos es desconocida, aunque algunos la sitúan en más de 100.000 en todo el mundo, en nuestro país lamentablemente son cada vez más escasos. Organizar un evento científico representa ahora una hazaña extraordinaria que acometen los organizadores, casi sin apoyo económico. Lo cual los hace merecedores del mayor reconocimiento, puesto que un congreso es una herramienta que puede ser muy efectiva en momentos de estancamiento científico tecnológico como el que vivimos. Por ello, mis felicitaciones al Dr. Pedro Rodríguez -Profesor de la ULA- por organizar y llevar a término el congreso de Catálisis, así como a las 180 personas de la comunidad científica que atendieron al llamado.
Cuanto más se esté involucrado en la ciencia y la tecnología, la adquisición de una metodología basada en resolver la inquietud, el deseo de aprender y la curiosidad, será mayor, y con ello el reconocimiento de las propias limitaciones y el interés por el acercamiento a transformar concepciones y forma de ver la vida. Es por ello que los Congresos son una forma efectiva de impulsar el desarrollo de capacidades, para motivar hacia la integración de trabajo con otras áreas y así despertar el trabajo en conjunto. Las nuevas generaciones de científicos venezolanos están deseosos de crear, pero son pocos los espacios y los recursos que se ponen a su disposición.
La ciencia y la tecnología juegan un papel relevante en la nueva situación nacional, porque son el foco de atención de los cambios por los que se está transitando, debemos esforzarnos para que en los eventos científico-tecnológicos se reúnan los hacedores de políticas, incorporando a la ciencia al proceso de toma de decisiones, financiando y facilitando programas y procesos para formular políticas basadas en la evidencia científica. Invitar a los científicos y profesionales a atender a las necesidades de la sociedad civil, haciendo accesibles los nuevos conocimientos para el debate público, así como comprometerse con la implementación de soluciones adaptadas a nuestra realidad. Finalmente, la sociedad civil debe apropiarse de los nuevos desafíos y compartir su conocimiento, participando en el diseño e implementación de soluciones innovadoras.
Foto: Archivo Efecto Cocuyo
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