En defensa de los terriplanos

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Cuando escuché por primera vez que el rapero Bobby Ray Simmons, más conocido como B.o.B, lanzó una campaña con la que pretende recaudar un millón de dólares para poder lanzar uno o varios satélites que confirmen su creencia de que la Tierra es plana, suspiré con el cansado lamento de un escritor científico que se enfrenta a una cultura anticientífica.

Como si no fuera suficiente el dogmatismo, subjetividad e intransigencia que soportamos a diario desde las esferas del Poder. Tal como advirtió Carl Sagan, el desarrollo tecnológico de las sociedades no siempre se corresponde con la educación en ciencia. Se requiere un esfuerzo explícito para hacer frente a las toneladas de activismo anti-ciencia que aparecen con formas exuberantes, apoyadas por teorías de conspiración.

Evolución, cambio climático, vacunas, y ahora ¿la tierra plana? ¿Están bromeando? Pero hice clic y leí los argumentos de B.o.B en tuiter. No, él no me convenció de que la Tierra es plana, sabemos que es esférica ¿sí? ¡La tierra es esférica! Esto ya se sabía hace medio milenio. La idea se remonta al menos hasta Aristóteles, que combinó observaciones celestes con la constatación de que el horizonte se “tragaba” los barcos.

Cuando un siglo después Eratóstenes midió la diferencia entre las sombras en Alejandría y Asuán en el solsticio de verano, no trataba de demostrar que la Tierra era redonda, algo que ya se daba por hecho, sino calcular su circunferencia, y lo logró con bastante precisión. Pero ni los viajes de los navegantes ni las numerosas observaciones científicas han servido para convencer a todos.

B.o.B es un hombre que quizás estudió sobre ciencia en el aula de clases y que tiene objeciones al examinar la evidencia empírica sobre el mundo. Este es un hombre que ha visto el mundo que lo rodea y ha decidido que la ciencia convencional no está haciendo un buen trabajo explicando lo que él ve. Así que está reuniendo evidencia, buscando literatura de “expertos” bien versados y elaborando una mejor teoría por su propia cuenta. Este es el sello distintivo de las personas a las que he llegado a considerar como “físicos ingenuos”.

Hace años, Margaret Wertheim decidió prestar atención a las extravagantes teorías que se le presentaron. Algunas tenían una lógica interna que ella podía seguir, otras no tenían ningún sentido. Pero como escribió en su libro de 2011, Physics on the Fringe, todas las personas compartieron la sensación de que la física se había alejado en algún momento de ellos cuando comenzó a depender de las ecuaciones diferenciales para describir fenómenos invisibles, desde los campos magnéticos hasta los bosones de Higgs.

En los últimos 150 años, más o menos, la física se ha apartado de lo intuitivo. Ya no es lanzar bolas y ver caer manzanas, ahora son estados cuánticos, teoría de cuerdas y curvatura del espacio-tiempo. Ese giro ha dejado a algunas personas, tal vez a B.o.B incluidas, extremadamente perplejos. Se supone que la física tiene que ver con entender el mundo en el que vivimos y pensamos. Pero no veo en ningún momento la curvatura de la Tierra cuando miro alrededor. ¿Por qué debería confiar en esta matemática que no puedo entender sobre lo que veo con mis propios ojos?

La mayoría de nosotros confiamos en que en algún momento del camino, los científicos hicieron los cálculos y obtuvieron las respuestas correctas. La evidencia está ahí, en nuestros satélites GPS, nuestros teléfonos inteligentes, nuestra estación espacial. No necesitamos revisar sus artículos científicos, sólo confiar. Pero los “físicos ingenuos” insisten en resolver todo por sí mismos, de manera que puedan entender. Están motivados por la sensación de que su propia experiencia debe ser el punto de partida para su comprensión del mundo. Por eso, tienen sus propias ideas, a veces incluso diseñan y realizan experimentos para respaldarlas. La mayor parte de la actual generación de físicos ingenuos están dispuestos a demostrar que Einstein o la mecánica cuántica están equivocados.

Argumentar que la Tierra es plana es una postura de un pequeño movimiento que suma adeptos. La cruzada en tuiter de B.o.B ilumina las mejores cualidades de la física ingenua: escepticismo, curiosidad y un feroz deseo de darle sentido a un mundo confuso.

Que florezcan todas las teorías

Estos mismos valores también se encuentran en el corazón de la ciencia convencional. Son los que hacen que la ciencia sea especial. ¡Son los que hacen la ciencia! Pero la física teórica no es solo ciencia. También es una búsqueda creativa, que existe en paralelo y, a veces, adelantada a su tiempo. La física teórica nos ayuda a sentirnos a gusto en el universo de la misma manera que lo hacen la música, la literatura y el arte.

Muchos físicos profesionales estarían de acuerdo, con la belleza de sus fórmulas y la poesía de las profundas simetrías que revelan. Si compran esa premisa, y yo sí, hay un corolario esperándole: cualquiera puede hacer arte. Eso para mí, es lo que hace a los terriplanos fundamentalmente diferentes de la negación del cambio climático, el creacionismo o el movimiento anti-vacunas. No se trata realmente de exponer un supuesto “fraude” científico, no tiene una agenda política o religiosa y no trata de impedir que los científicos profesionales hagan su trabajo.

Es sólo un grupo de aficionados que hacen todo lo posible por sentirse a gusto en el universo. En el peor de los casos, irritará a algunos científicos ortodoxos o se convertirán en infames en las redes sociales. En el mejor de los casos, abrirán su propio camino a través de los misterios del universo y terminarán en algún lugar maravilloso. Así que dejemos que un millón de teorías florezcan, incluyendo a los terriplanos. Cuando vienen de un lugar de curiosidad y creatividad tan genuina, ¿a quién le importa si están equivocados?

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