Yo soy de Bandera Roja, a mucha honra. En la Escuela de Trabajo Social de la UCV hay quienes nos enfrentan como partido por nuestras ideas. El viernes 7 de junio de este año (2019) gritaban a todo pulmón «Fuera Bandera Roja de la Universidad». Este grito, lleno de hormonas y euforia, no es nuevo. El chavismo lo utilizó en su momento. Es decir, el grupo que ahora lo grita, lo toma de aquellos. Antes y ahora, nuestra pelea en el campo de las ideas sigue y seguirá.
Intriga saber qué les genera tanto sentimiento negativo a los de hoy (a los chavistas se le entendía). ¿Qué les motiva para que con tal algarabía, como si fuera algo digno, pidan que un grupo, por ser distinto a ellos, se vaya de la Universidad? Imagínense, de la Universidad. Vaya despropósito. Mismo del chavismo, hoy derrotado.
¿Qué es la Universidad para quienes gritaron, y para quienes gritan en silencio porque comparten ese sentimiento, pero lo disimulan? ¿Será que quieren un pensamiento único, tal como quiso el chavismo? ¿El que piensa distinto debe desaparecer? ¿Eso es la Universidad? ¿Es eso la democracia?
Entiendo que ese día se verificó, como en otros momentos, la teoría de Freud sobre la psicología de las masas. Un grupo de personas, movilizadas por el alma colectiva, desinhibidos de criterio y de preceptos morales, emocionalmente homogéneos, disminuyen su capacidad intelectual y dejan salir los peores sentimientos, lo más primitivo que individualmente serían incapaces de expresar. Léase bien, incapaces de expresar, es decir, lo sienten, pero lo reprimen individualmente, porque «la entera sociedad humana, encarnación de la autoridad, cuyos castigos se han tenido y por los que nos imponemos tantas restricciones», desaparece momentáneamente. Y en cambio hay una «impresión de un poder ilimitado» dentro de la masa. Entonces, todos los que allí participaron actuaron como masa, vulgar, sin un mínimo de conciencia, porque fue su inconsciente quien actuó. Naturalmente, en un grupo, ante la necesidad de pertenecer y además para garantizar la propia seguridad, llegan a «aullar como lobos», tal como cita Freud.
Se dice que cuando una mentira se repite mucho se convierte en verdad. Esto es falso, sigue siendo mentira y será mentira hasta siempre jamás. En algún momento la verdad aparece completa o por tramos. Nos enceguece al inicio, pero nos deslumbra luego, nos da certezas, nos dice cómo es la cosa realmente.
Decir que el proceso electoral de la Escuela de Trabajo Social se dió con «espíritu democrático y autonómico», es más que un despropósito, una falsedad, es absolutamente mentira, es un engaño.
Sobre lo democrático del proceso: el que las elecciones se hayan dado sin inconvenientes, porque no hubo bombas o tiros, no lo hace democrático. La categoría «Democracia» está muy maltratada. Y aunque la democracia burguesa no es democrática, por aquello de que la mayoría de impone y esas son las reglas de juego, aceptadas de antemano y ya. Si partimos de eso que hoy se conoce como Democracia, este proceso ni en Trabajo Social, ni en la UCV, fue realmente democrático.
En la UCV se hizo campaña a partir de mentiras, como por ejemplo difundir profusamente que una Plancha era Chavista para descalificarla, aunque no lo fuera. Quienes lo decían, sabían que mentían. Aplicaron lo de que «El fin justifica los medios». Si lo que importa es ganar, aunque sea con mentiras y engaños, lo hacen porque deben ganar bajo la premisa de «un bien mayor». Esto pasa en la Universidad, la que busca la Verdad y enfrenta a una dictadura que miente.
En Trabajo Social, el apoyo e indicaciones de algunos docentes para conseguir votos y ubicar votantes, fue parte del proceso. Esto ha pasado en los últimos años, sin embargo, no lo convierte en correcto. Y lo planteo, porque siendo profesora de una clase donde la mayoría son simpatizantes y activista de un grupo y algunos -los menos- del otro grupo, fui incapaz de manifestar mi preferencia por uno u otro, aunque la tengo claramente definida. Es decir, es posible apoyar en el proceso, fomentar la participación electoral con imparcialidad, aunque tengamos intereses. Era un proceso de los estudiantes, lo autonómico era no inmiscuirse. Todos son nuestros estudiantes.
Como si fuera poco, al momento del conteo, no se brindaron las condiciones de igualdad en la representación por plancha para el monitoreo. Hubo, por ejemplo, un representante estudiantil por una plancha y un estudiante y dos profesores claramente parcializados por la otra, al punto de que uno de ellos al saber el resultado, llamó por teléfono y dijo «Ganamos». Cuando el grupo en desventaja exigió respeto por la igualdad, como norma mínima en un proceso democrático, el poder se impuso y no los dejaron pasar. Esto, como la intervención docente, nos habla de que lo autonómico en el proceso, no existió.
Las dos consignas lanzadas a «gañote limpio» dejan mucho que pensar sobre el espíritu democrático de los miembros del grupo que las cantó. 1. «Fuera Bandera Roja de la Universidad» 2. «Sairam graduate y vete pa’ la mierda». ¡Gran creatividad, esa democracia es brava, inspira un respeto por el distinto que para qué te cuento (sarcasmo).
La primera ya la comenté antes. ¿Por qué BR debe irse de la Universidad por sus ideas? Esas ideas son defendidas y promovidas por los militantes de Bandera Roja que hacen vida Universitaria como estudiantes, profesores y empleados; como militantes, es su función y no entorpece las actuaciones como miembros de la comunidad universitaria. Asimismo, lo hacen los militantes de otros partidos sin mayores ataques. Y es natural que pase. Preocupante sería tener docentes y/o estudiantes sin militancia o preferencia política, es antinatura e inconveniente para la democracia.
La militancia política otorga un nivel superior de conciencia social. Supone pensar en lo social, en lo colectivo, en lo público. Para hacer política hay que apartar los intereses individuales y apostar por los colectivos. Así lo veo yo desde mi experiencia en Bandera Roja.
¿Por qué razón piensan estos «procuradores de la democracia» debemos irnos de la Universidad? ¿Porque no pensamos lo mismo que ellos y ellas? Valdría la pena recordar que la Universidad es un espacio de encuentro de ideas, en el que se debe pugnar por el desarrollo del país. En ella deben confluir las distintas posturas del pensamiento, la discusión debe prevalecer, de lo contrario, el fascismo hace presencia, la idea única, esa que le peleamos al Gobierno nacional porque busca invisibilizarnos, porque limita la libertad, porque cercena la democracia. Sería un daño irreparable el que se haría a la Universidad permitir que se imponga un pensamiento único.
Pero en última instancia uno puede entender que los reaccionarios griten una consigan así, que la burguesía como ideología dominante trate de extinguir a quienes le cuestionan el poder y el sistema que les mantiene en él; a quienes luchan por transformar la realidad. Eso lo entendemos. Sin embargo, como somos concientes de que así será y sabemos que es posible un mundo libre, justo y de desarrollo, seguimos trabajando por crear la conciencia necesaria para avanzar en la construcción de ese otro mundo.
Gritarán cuanto quieran. Allí estamos, estaremos y seguiremos construyendo una Universidad para el debate y el desarrollo nacional. Sembraremos siempre la semilla de la rebelión ante lo dado, la transformación, la insumisión ante poder omnímodo en cualquiera de sus presentaciones.
La segunda consigna lanzada el 7 de junio fue un tanto peor. Se mete con una mujer, con su dignidad. Una cosa es meterse con las ideas, con una organización por lo que representa, y otra distinta es meterse con una persona individualmente considerada, sin razón ni motivo aparentes. ¿Alguien podría explicar por qué Sairam tiene que irse de la Universidad? ¿Quiénes son los que gritaron esto, para pedirle a ella tal despropósito, sometiéndola al escarnio público y a la humillación?
«Se considera humillación cualquier tipo de acto que denigre publicamente o personalmente a un ser humano, al igual que su cultura, su dignidad, su sexo, su origen étnico, su religión, su pensamiento, su nivel económico, sus conocimientos, sus preferencias sexuales, etcétera. Algunas formas de tortura van acompañadas de humillaciones públicas que buscan perjudicar la dignidad del sujeto. Diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos en el mundo consideran la humillación como una forma de tortura pasiva que viola los derechos humanos.»
Sairam no solo ha sido buena estudiante en su carrera académica, que ya culminó (carga académica). Además, asumió la lucha por el país como un objetivo de vida. Ha dirigido la lucha juvenil y estudiantil sin miedo y sin ambivalencias. Terminó su carga académica a pesar del encarcelamiento por 5 meses a la que fue sometida de forma injusta por el Gobierno nacional. Estando presa, siguió la lucha, escribió y denunció. Se atrevió a sacar cartas, tomarse fotos, cosa que otros no aceptaban por temor y que muchos de la Escuela en la que hoy le gritan, le exigían no hacer. Salió de la cárcel y siguió. Siguió estudiando, siguió luchando, siguió dirigiendo a pesar de las amenazas de la dictadura. Pero no solo eso. Sairam se sigue formando, participa en jornadas de investigación, produce artículos académicos, uno de ellos publicado en un libro que ya vio la luz. Escribe artículos de opinión, siguen pidiéndole aportes para revistas académicas. Y por si fuera poco, hace su tesis y está por comenzar una segunda carrera.
Ahora bien, ¿quién determina cuánto debe tardarse alguien en producir una tesis?. Yo me tarde dos años, y lo hice porque aspiraba que mi tesis fuese más que un requisito. Quería que fuese un aporte académico, con calidad. Creo que lo logré con mi compañera, fue mención publicación.
La tesis de Sairam no será un requisito para graduarse/ Ella lee varios libros completos para poder escribir un capítulo de su tesis, en el marco de una lucha ardua contra la dictadura. Ella quiere que su tesis tenga las mejores características, coherencia y calidad académica. Eso lleva tiempo. Una investigación no puede darse con base en la burocracia universitaria. Una tesis no puede ser una producción de manual, como habitualmente sucede.
Ojalá en la Escuela de Trabajo Social todos los estudiantes aspiren a que su tesis y trabajos de grado sean de calidad y no un simple requisito para salir a trabajar o irse del país, que son posiciones respetables en todo caso porque cada quien decide como vivir su vida. Si el individualismo se impone, chévere y válido. Pero no pueden aspirar quienes toman esto como decisión de vida, que esa sea la medida para el resto.
Sé, porque la conozco muy bien, que Sairam tiene toda la intención de que su Tesis de grado sea extraordinaria, no solo porque ella quiera demostrar su capacidad, que sé y ella sabe que la tiene, sino porque para los marxistas, los comunistas y los de Bandera Roja en particular, la calidad debe ser la medida de todas nuestras producciones, de nuestras acciones y de nuestra vida, no por ego individual -que seguro algo de eso hay y es inevitable- sino principalmente porque pensamos socialmente, porque nuestros aportes y reflexiones son para el mundo, para el país y para el desarrollo universal. Porque todo lo que hacemos lo hacemos para agregar un bloque a ese mundo mejor por el que luchamos hasta las últimas consecuencias.
Y aunque toda esta historia de Sairam no fuera así, tampoco hay razón justificable para que se le haga tal humillación y maltrato a una persona, y es inaceptable y absolutamente repudiable en un espacio universitario. Esto es importante tenerlo claro.
Al movimiento estudiantil, ese que gritó cuando ganó por apenas 3 votos; que se emocionó con la consigna, al que gritó por seguir al grupo y sentirse parte del grupo en el qué deshinibir su condición humana; a los que no gritaron pero tampoco frenaron, a los profesores que se emocionaron y se sintieron identificados con ese movimiento y esas consignas y que dan retuits a las opiniones de quienes defienden como «digno» este bochornoso e imperdonable acto contra la universidad y la democracia; a todos quiénes estuvieron allí. Ese acto no fue democrático, fue vulnerador de derechos, fue torturador, fue fascista, sin más adjetivos.
Es imposible ejercer un trabajo social verdadero con una conducta y condición humanas como la que mostraron la noche del 7 de junio. La condición humana es lo más importante para la vida en sociedad, es fundamental para un ejercicio profesional humanista. En cambio, cuando esa característica no importa, se puede vivir, se puede tener dinero, parejas, hijos, se puede vivir muchos años en buenas condiciones económicas, pero a la humanidad seguro será poco lo que le podrán dejar, que se precie de valor.
Sabemos que los buenos realmente no somos más. Somos más bien pocos, minoría. Sin embargo, encontrarnos conviviendo con gente mala, capaz de hacer daño y reírse, disfrutarlo y vanagloriarse por ello, siempre, siempre nos va a sorprender. Pero también, siempre les vamos a enfrentar con mucha claridad, fortaleza y firmeza. Porque el mundo que queremos es de buenos seres humanos.
Escribo desde la sorpresa de saber que el vídeo donde gritaban la consigna es actual y no de años atrás, cuando el chavismo era circunstancialmente fuerte en TS, pero más aún desde la indignación y el dolor que me generó saber que Sairam haya tenido que pasar por esta expresión de miseria humana colectiva. Más miserable que la prisión que vivió en 2014, porque de aquellos dictadores se espera una actitud así, pero de quienes «supuestamente» comparten la lucha por la democracia, indigna superlativo, porque hace que el camino hacia la libertad de Venezuela se presienta más largo, más cuesta arriba, más difícil.
Sin embargo, aunque duro, empinado, truncado, el camino lo andamos sí o sí, porque lo que luchamos es la pervivencia de la humanidad, es el progreso del país, es el futuro nuestro y de las generaciones por venir. Nadie, ni un grito, ni una humillación, ni la cárcel ni la muerte, le ponen freno a quién lucha por lo justo, por lo bueno y por lo mejor del mundo. Seguiremos hasta alcanzarlo.
Lo que dices de la tortura pasiva es cierto. Pero a nadie le interesa. Lo que dices del maltrato a Sairam es cierto. Pero a nadie le importa ya la caballerosidad. Sairam debería dejar un espacio que es totalmente burgués por su desempeño a un lado. Las democracias no son justas. Las democracias son la tiranía de la mayoría sobre la minoría. Eso lo saben hasta los más acartonados con cinco postgrados. Pero ¿Para qué se quiere un título si no sabes las letras? A las personas que inquieren con preguntas que cuestionan la sinceridad de tus intenciones y a los detractores no hay que darles importancia. Los votos que al final valen son los que haces contigo mismo, de renunciar al egoísmo, a la impertinencia y al apasionamiento. De honrar a tu papá y a tu mamá. Porque al final, cuando estás en problemas toda esa bulla mediática desaparece y lo único que queda eres tú y tu persona más cercana. Sigue creciendo y consigue entre todo ese poliformismo un momento para tí. Acéptalo de corazón.