En enero de 2004, la sonda entró disparada a Marte, atravesó la atmósfera del planeta a unos 19.000 km/h con la superficie a la vista, su paracaídas se desplegó. La sonda encendió sus cohetes para frenarse e infló sus bolsas de aire para amortiguar la llegada. Tocando suavemente, rebotó sobre el terreno de color rojizo. Cuando el polvo se asentó, la sonda se desenrolló, como una flor que se abría hacia el sol y reveló su carga: un “rover” llamado Opportunity, no más grande que un carrito de golf.
Opportunity, fue enviado para estudiar de qué estaba hecha la superficie y buscar signos de vida del pasado marciano. Estas misiones móviles han estado destinadas a ayudar a responder una pregunta casi teológica: ¿Hubo vida en otro planeta o somos los únicos afortunados? Si alguna vez existió vida en otro planeta, la composición del polvo, el suelo o las rocas podrían insinuar su naturaleza. El trabajo del rover fue lento y preciso. Durante años, rodó sobre planicies y cráteres, excavando el suelo y transmitiendo sus descubrimientos a la Tierra. En junio de 2018, se detuvo. Una enorme tormenta de polvo obstruyó la atmósfera marciana, impidiendo que la luz solar alcanzara la superficie. El Opportunity, un vehículo que funcionaba con energía solar, no pudo cargar sus baterías en la oscuridad marciana y entró en un sueño profundo.
El equipo intentó contactar a Opportunity más de 600 veces desde que dejó de comunicarse con la Tierra en junio. El martes por la noche el equipo del Opportunity envió finalmente un conjunto de comandos al rover. Al no recibir a cambio más que silencio, se anunció que la misión había terminado oficialmente luego de casi 15 años. A pesar que los ingenieros operan bajo el lema “El fracaso no es una opción” y que la NASA tiene un largo historial de reparaciones exitosas, reviviendo misiones desde cápsulas Apolo hasta sondas robóticas, decidió que no tenía sentido continuar, dado que los costos del proyecto alcanzaban los 500.000 dólares al mes.
Para los ingenieros y científicos, el dolor por la desaparición de la misión se ve suavizado por este hecho: se suponía que el Opportunity iba a durar 90 soles, o días de Marte, que son 39 minutos más que los días de la Tierra. Fue uno de los dos vehículos que aterrizó en Marte en 2004. El otro, llamado Spirit, aterrizó al otro lado del planeta. Se esperaba que las misiones duraran tres meses, pero continuaron durante años.
Durante sus años en Marte, Opportunity avanzó lentamente a casi dos kilómetros por hora, cubriendo una pequeña fracción del terreno. Un brazo robótico excavaba la superficie, exponiendo las rocas y recogiendo muestras de suelo para su análisis. Los científicos en la Tierra se maravillaban cuando Opportunity les enviaba imágenes detalladas del paisaje. Al vehículo le llevó solo unas pocas semanas encontrar pruebas sólidas entre las rocas de Meridiani Planum de que Marte alguna vez tuvo agua suficiente para sustentar la vida microbiana, demostrando que en su pasado distante podría haber sido un planeta habitable, mucho más cálido, húmedo y parecido a la Tierra que en la actualidad.
El aspecto y la composición de las rocas dejaron en claro a los geólogos que el planeta seco y polvoriento solía tener agua en su superficie. En otras partes del Planeta Rojo, descubrió yacimientos de un mineral que los científicos creen que es de yeso (sulfato de calcio hidratado), indicando que el agua pudo haber fluido a través de fracturas en las rocas. Según el científico planetario Steve Squyres: “ciertamente hubo pruebas convincentes de imágenes orbitales de que el agua alguna vez fluyó por todo el planeta, pero Spirit y Opportunity fueron los primeros en abordar esa cuestión desde el suelo”. El rover también se topó con una variedad de meteoritos, divisó a un torbellino de polvo e incluso vio al cometa Siding Spring mientras atravesaba el cielo marciano.
Marte se oscureció para el Opportunity
El Spirit llegó a su final en 2009. Mientras exploraba, el vehículo se deslizó y cayó a un pozo de arena del cráter Gusev. Los ingenieros ordenaron al rover que moviera las ruedas, pero estaba atascado. Por primera vez, el Spirit no pudo llegar a una pendiente soleada. Los rovers nos dieron la capacidad de rodar hasta las rocas que queríamos ver, tomarlas, poder mirarlas de cerca con una cámara microscópica.
El Opportunity estaba en buena forma cuando el cielo se oscureció el año pasado mientras exploraba en el Valle de la Perseverancia, un valle que podría haber sido tallado por vientos poderosos o corrientes de agua. En total, el rover condujo 45 kilómetros. ¡Más que un maratón! Y envió más de 17.000 imágenes de nuestro vecino planetario más cercano. Entre sus muchos logros, estableció un récord de conducción fuera del mundo en 2014 cuando superó el título del rover ruso Lunokhod 2, que condujo 40 kilometros sobre la superficie lunar.
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