Utopía es la proyección humana de un mundo ideal, que depende de las motivaciones y experiencias de cada quien. Ahora bien, cabe destacar que de la mano de la utopía camina la imposibilidad de concretar ese ideal. En un reciente trabajo científico, las investigadoras Erica Chenoweth y María Stephan de la Universidad de Denver, compararon las revoluciones y reformas violentas y no violentas que han ocurrido desde 1900 hasta la fecha. Ellas determinaron que las campañas no violentas en todo el mundo tenían el doble de probabilidad de tener éxito respecto a los movimientos violentos. Además, indican que esta tendencia ha ido creciendo con el tiempo, por lo que en los últimos 50 años las acciones no violentas son cada vez más exitosas y frecuentes, mientras que las insurgencias violentas son cada vez más raras y de escaso éxito. Otro de sus hallazgos es que “solo un pequeño porcentaje de la población es necesario para lograr el cambio”. Ninguna rebelión fracasó después de lograr una participación activa y sostenida de al menos el 3,5 por ciento de la población. Una vez superado el umbral del 3,5%, todas las acciones eran no violentas y a menudo más inclusivas y representativas en términos de género, edad, raza, ideología y clase. Debemos tener en cuenta estos datos en la evaluación de nuestra propia utopía en la sociedad venezolana, que busca la Abundancia, la Libertad y la Paz. Nuestro modelo de sociedad se ha actualizado continuamente durante siglos desde que Tomás Moro escribió Utopía, pero esos tres elementos tienen siempre un lugar central. Al hablar sobre la democracia en Venezuela, nos vienen a la mente rápidamente las siguientes interrogantes: ¿Realmente existe Democracia en Venezuela? ¿La Democracia en Venezuela es una Utopía o una realidad? En momentos en que se habla hasta de rebelión, recordé a Albert Hirschman, a mi parecer uno de los economistas más lúcidos e innovadores, que señalaba: “cuando las empresas, organizaciones o naciones comienzan a estancarse y a declinar, sus miembros o ciudadanos pueden manejar dos estrategias para el cambio, (i) expresar sus opiniones para la reforma o (ii) comenzar de nuevo”. ¿Qué estrategia es la mejor? Depende de si el cambio se produce a través de la violencia o la resistencia pacífica. Es posible que la propuesta de Hirschman suene utópica, en especial para países como Venezuela, pero es allí donde se encuentra el reto: ubicar y cambiar las causas endógenas de la pobreza y del subdesarrollo, empezando con las habilidades, actitudes, expectativas y creencias de nuestros ciudadanos. Nuestra cultura está dominada por las distopías (o antiutopías). Tal vez eso refleja el temor que tenemos los venezolanos de quedarnos atrás, languideciendo en un país que parece cada vez más caótico. Pero con suficiente ingenio y voluntad, podremos seguir haciendo que Venezuela sea cada vez más utópica. Citando al poeta Inglés Robert Browning: «La intención de un hombre debería exceder a su alcance, ¿si no, para qué existe el cielo».]]>