El médico Ronald Ross descubrió en 1897 que los mosquitos eran los vectores que transmitían la Malaria, luego los científicos determinaron que sólo el mosquito Anopheles hembra transmite el parásito (los machos no se alimentan de sangre). Los mosquitos portadores del mortal parásito de la malaria han volado junto a nosotros durante miles de años y la enfermedad aparece en informes documentados desde el 2700 a. C. Hoy en día, la malaria o paludismo continúa afectando a los humanos, causando cientos de miles de muertes cada año.
La malaria es causada por el parásito Plasmodium, un organismo unicelular que tiene múltiples etapas de vida y requiere más de un huésped para su supervivencia. De las cinco especies del parásito que causan la enfermedad, el Plasmodium falciparum es la cepa más peligrosa en los seres humanos y el objeto de estudio de la mayoría de las investigaciones científicas. Así, en el 2002, los científicos lograron secuenciar el genoma del P. falciparum, lo que ha permitido a los investigadores realizar grandes progresos para comprender mejor las formas de atacarlo.
Más de la mitad de la población mundial vive en áreas vulnerables a la malaria, con casos documentados en más de 109 países y la mortalidad más alta (aproximadamente el 89% de todas las muertes) en África. El parásito infecta alrededor de 220 millones de personas cada año. Además, los niños menores de cinco años, las mujeres embarazadas y las personas con VIH / SIDA, tienen más riesgo de sufrir esta mortal enfermedad. De acuerdo a cifras oficiales del Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS), durante el 2016 se registraron 240.637 casos de paludismo en el país, representando así un 76% de incremento con respecto al número de casos del 2015. De esos casos registrados, 178.088 fueron en el estado Bolívar.
La larga historia de la malaria incluye muchos intentos históricos para derrotarla. La quinina, una sustancia derivada de la corteza del árbol de la quina, se sabe que es eficaz contra la malaria desde el siglo XVII. Después de entender el papel de los mosquitos en la transmisión de la malaria, los científicos se centraron en el control de vectores. Presumieron que al matar el vector, podrían detener el ciclo de infección. En consecuencia, el DDT y otros insecticidas se pusieron de moda a mediados del siglo XX y se han usado desde entonces. Los mosquiteros para proteger a las personas de las picaduras de mosquitos mientras duermen, son otra forma de control de vectores que no sólo es efectiva sino que también es extremadamente rentable. De hecho, y probablemente debido a todas las medidas anteriores, las muertes estimadas por malaria disminuyeron un 13%, entre 2000 y 2010.
Con todos estos desarrollos, ¿por qué la malaria sigue siendo un problema? La aparición de resistencia a los medicamentos y a los insecticidas es una gran preocupación. El parásito de la malaria ha sobrevivido durante más de 50.000 años y la selección natural favorece a las cepas del organismo con mutaciones que los ayudan a evadir las amenazas. Hoy vemos más y más parásitos resistentes a los medicamentos, y mosquitos resistentes a los insecticidas. Los esfuerzos mundiales están en marcha en una nueva era de prevención de la malaria: el desarrollo de vacunas contra la malaria que tengan el potencial de salvar innumerables vidas y que en última instancia, puedan ayudar a erradicar esta situación histórica.
La malaria no se parece a ninguna enfermedad infecciosa para la cual hayamos creado una vacuna exitosa. Lo más notable es que el parásito pasa por múltiples etapas de vida, cada una de las cuales presenta un desafío único para los desarrolladores de vacunas. Las tres etapas en el ciclo de vida del Plasmodium se pueden dividir en dos categorías distintas: en los dos primeros, el parásito sufre una reproducción asexual en el cuerpo del huésped y en el tercero, se reproduce sexualmente en el intestino del mosquito. Debido a que el parásito puede reproducirse asexual y sexualmente, tiene muchas ventajas sobre los virus y bacterias contra los que actualmente vacunamos. Por tanto fue sorprendente leer que a partir de hoy lunes, 4 de diciembre, se realizaría una jornada nacional de vacunación contra la malaria, tal como lo informó el ministro del Poder Popular para la Salud.
Actualmente, no hay ninguna vacuna autorizada contra la malaria u otro parásito humano. La investigación sobre una vacuna contra el P. falciparum, conocida como RTS,S / AS01, está muy avanzada. Esta vacuna ha sido objeto de evaluación mediante un gran ensayo clínico realizado en siete países africanos y obtuvo el dictamen favorable de la Agencia Europea para la Evaluación de Medicamentos, en julio de 2015. La vacuna debe administrarse cuatro veces, una vez al mes durante tres meses y luego una cuarta dosis 18 meses después. Esto se ha logrado en ensayos clínicos rigurosamente controlados y bien financiados, pero aún no está claro si se puede hacer en el «mundo real» donde la atención médica es limitada.
En combinación con las intervenciones existentes contra la malaria (fumigación, mosquiteros y medicamentos), una vacuna podría salvar decenas de miles de vidas, siendo un logro real que lleva 30 años de investigación científica. Existe un acuerdo generalizado de que la vacuna RTS,S tiene serias limitaciones: no solo da una protección mediocre, sino que disminuye rápidamente y requiere de dosis de refuerzo. Como dice Robert Seder, inmunólogo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU.: «Al final del día no va a ser tan útil».
Por lo anterior, debemos reconocer que hay un largo camino por recorrer para una vacuna segura, efectiva y práctica. Esto nos muestra un camino claro hacia la construcción de una nueva y muy necesaria investigación nacional para erradicar la malaria en Venezuela. Considerando además que la malaria impone una carga terrible a nuestro país, cobrando miles de vidas y afectando nuestra economía.
Foto: Scientists Against Malaria
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