Espinoso este asunto de Bolivia para la oposición venezolana. Para quien suscribe la cosa es sencilla, aunque el encuentro de principios hace que debamos aclarar conceptos.
La victoria del MAS fue aplastante. Arce asciende a 55%. Se trata de una respuesta popular, sin duda alguna, contra la dictadura que usurpó el poder en la persona de Jeanine Áñez.
En la oportunidad de opinar cuando le propinaron el golpe de estado a Evo Morales, señalamos que, al desconocer la voluntad popular expresada en el referendo de 2016 que votó en contra de otra reelección, arrimó brasas a favor del golpismo. Era claro que no había fraude. Los investigadores Jack Williams y John Curiel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, dicen que: “No pudimos encontrar resultados que nos lleven a la misma conclusión que la OEA. Encontramos que es muy probable que Morales haya ganado el margen de 10 puntos porcentuales que se requería para ganar en la primera ronda del 20 de octubre de 2019″.
Sin embargo, se aventuraron los golpistas por dos razones. Una, aprovecharon el rechazo a Morales de amplios sectores vinculados al movimiento indígena y de los trabajadores, los mineros, principalmente y el sector educativo y de mujeres. La otra, el espaldarazo que a todas luces les brindó Estado Unidos.
Pero sin duda alguna, así como la cuestión internacional, fue determinante de primer orden en el golpe de estado, también lo fue para que se produjeran las elecciones. Luego, los resultados en Bolivia, no tanto electorales, como sí el desenlace, reflejan aquello de que la confrontación por la hegemonía planetaria resume buena parte del fundamento de los hechos políticos que a escala planetaria se vienen sucediendo.
China, independientemente de que no haya aparecido en la palestra, como suele suceder con la diplomacia al estilo asiático, jugó un papel fundamental en este nuevo comienzo. Así como Estados Unidos lo jugó en el golpe de estado.
Son otros tiempos. Ya los estadounidenses no se hallan en condiciones como las existentes cuando Latinoamérica toda era genuinamente su patio trasero. Ahora es China quien tiene la primacía en buena parte de América Latina. Cuando no existe identidad política alguna, como es el caso de Brasil, Chile, entre otros, opera un hecho objetivo: el intercambio comercial y las inversiones. Chile, el ejemplo emblemático, depende de la demanda China para la realización del cobre. Se convirtió China en el principal socio comercial del país austral.
Además, la “diplomacia de las mascarillas” complementa la seducción financiera China sobre América Latina, cuyo objetivo es afianzar áreas de influencia. Cuando existe identidad política como la de Venezuela, Nicaragua o Cuba, la cosa se basa en esas ideas revisionistas del “socialismo”. A China le es más sencillo este escenario. Sin embargo, son muchas décadas en las cuales se entiende con quien sea. Pinochet y Videla fueron sus socios. Y, con el mayor desparpajo pasa a otro que sea “progresista”. O viceversa. Negocios son negocios, al estilo chino.
China requiere del litio de Bolivia. Ya había acordado con Morales un convenio que no pudo ser derogado por la dictadura. Tampoco pudieron echar atrás el proyecto de construcción de la red ferroviaria que pretende unir el Atlántico con el Pacífico y que atravesaría el territorio boliviano en un buen trecho. Una red de más de 4 mil kilómetros que complementaría lo que cruza por el canal de Panamá. Todo inscrito dentro del proyecto un cinturón una ruta.
Mientras, 7 días antes del golpe de Estado, el 3 de noviembre, fue derogado por Evo Morales el decreto que autorizó una sociedad mixta entre la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) y la alemana ACI Systems (ACISA). Quedando China con la exclusividad para la explotación del litio.
Bolivia es área en disputa. Se abre un nuevo período que crea la incógnita de si Arce seguirá los pasos de Evo Morales de afianzar la perspectiva de la dependencia de China o si hará como su colega Lenín Moreno en Ecuador de traicionar a su mentor. Idea que se apoya en la afirmación contundente y reiterada de que Morales nada tendrá que ver con su gobierno.
Qué ofreció Arce. Qué perspectivas brindaba la oposición.
La oferta de quienes se presentaron frente a la candidatura de Arce lucía poco atractiva para la mayoría de los bolivianos. Unida a la realización de Jeannine Áñez, brindaron una perspectiva cuyo rechazo era de esperarse.
Durante la corta gestión de la presidente, las cosas se presentaron duras para los bolivianos. Aparte de la pandemia, la dictadura recortó algunos programas sociales como el de las madres, aunque no se produjeron mayores retrocesos. Hubo sí, muchas negociaciones en las que quedaron relativamente bien parados. Buscaban derogar algunas políticas de expansión de demanda en la confianza de que ganarían las elecciones. Pero no fue mayor la torpeza. Aunque mostraron claramente la perspectiva restrictiva de demanda, o liberal; expresada también en el sector externo anunciando liberalización de las exportaciones y las importaciones.
Mientras, quien encabezó la política económica del mandato de Evo Morales fue precisamente Arce. Luego, eso favoreció la candidatura del MAS. Durante su ejercicio al frente de la política económica, se vivió un período de expansión de demanda que permitió reducir la pobreza y crear, en poco mas de una década, una buena capa de sectores medios, que ingresaron a ser demandantes de bienes de cierto calibre en cuanto a su gama se refiere. Automotrices, equipos electrónicos, entre otros. Además, un mayor acceso a los servicios de salud y educación.
De allí que la oferta de Arce fue mucho mejor que la de Mesa. Qué decir en relación con el racista Camacho.
Sin embargo, Arce ya anuncia una tendencia diferente. Afirma que: «Tendremos que aplicar medidas de austeridad. No hay otra opción si no tenemos suficientes ingresos para cubrir nuestros gastos actuales». Restricción pues. Seguramente culminará lo iniciado por Áñez.
Semejanzas y diferencias
Iniciamos señalando que era incómodo para la oposición venezolana, el ejercicio de un análisis acerca de la cuestión boliviana, de cara a la idea de salir de Maduro.
Sin embargo, dado que un principio fundamental en la ciencia es alcanzar la verdad y exponer las cosas tal cual son, hay que decir cuestiones que no necesariamente abonan en esa dirección opositora. De quienes en verdad buscan salir de la dictadura chavista.
Pero no debemos esconder ni los objetivos que buscamos alcanzar, ni las cuestiones que se aparecen en el camino que pueden resultar contrarias al objetivo inmediato a ser alcanzado, en la confianza de que la cosa se desarrolla. Que pasa, indefectiblemente, de formas inferiores a formas superiores de organización de la materia. Lo que incluye la sociedad.
Cierto que es un principio en la política, pegarle al enemigo principal sin desmayo hasta verlo sucumbir. No gastar pólvora en factores subalternos.
Por lo que esto de Bolivia luce como un evento que arrima brasa a la candela de la dictadura. Sin embargo, por las lecciones que deja podemos ayudar a esclarecernos y, así, avanzar en el camino trazado. Luego, lo que en apariencia ayuda al despotismo chavista, queda reducido. Pesa más sacar buenas lecciones que se transformen en política, que decir mentiras.
Y es que indiscutiblemente, una de las cuestiones de las que adolece buena parte de la oposición venezolana es la de ofrecer de manera abstracta un futuro basado en el liberalismo. Lo mismo que en Bolivia. Un plan de gobierno, proyecto, programa, o ideas, que en nada contribuirían al desarrollo soberano de Venezuela y al bienestar de la gente. Eso asusta.
Los bolivianos, los más pobres y los indígenas, vividos más de diez años bajo una política expansiva de la demanda interna, les hizo sentir que aquello era desarrollo, en comparación con siglos de pobreza. Qué decir de la opresión y el desprecio que sufrió la población indígena de parte de muchos blancos e incluso mestizos. De allí que la política de Evo Morales fue eficaz.
Aunque no se trata de una orientación capaz de crear las bases para la diversificación del aparato productivo, que permitiese alcanzar la revolución industrial y el desarrollo soberano, logró una gran simpatía. Apenas se trata de una política que, al crear demanda, saca a amplios sectores de la población de la miseria. Basados, claro está, en los ingresos extraordinarios por la elevación del precio del gas y otras materias primas minerales. El litio entra a jugar el papel más importante de la economía boliviana. Caen los precios, se derrumba de nuevo la economía. Igual que en Venezuela.
Pero ofrecer una política para quitar lo poco que hayan alcanzado, resulta tonto. Cuestión que se hace más contraproducente cuando la gente pasa hambre y se le ofrece que habrá que pasar un período en el cual será más agudo el padecimiento. Como sucede en Venezuela.
Esa lección podemos sacarla de esta experiencia. Sobre todo, debemos analizar que el imperialismo existe. El del norte, los de Asia y los de Europa. Jugar con sus contradicciones para salir airosos resulta lo correcto. Plegarse a uno u otro en medio de la rivalidad por la hegemonía nos entrampa e impide el desarrollo soberano. Idear un programa de desarrollo y bienestar para las grandes mayorías es la oferta correcta y posible.