Una de las cuestiones paradójicas que deja 2020 es que se afianza la tendencia de que el salario del trabajador productivo, de la empresa o por cuenta propia, se establece por la vía de la oferta y la demanda.
China, más aún, el bloque configurado bajo su primacía, desde 2008 y antes, se convierte en el motor de la economía mundial. Va copando espacios ajenos sin dejar de lado algunos de los estadounidenses, para el momento la primera potencia mundial.
Recordemos que la nueva forma de esclavitud, requiere, como en la antigüedad, que el trabajador tenga las condiciones para cumplir con la jornada. Si no come, no se viste, no logra transporte, no adquiere lo suficiente para reproducirse, no brinda las condiciones para producir lo mejor posible.
El trabajador venezolano es el peor pagado de América. De los salarios más bajos del mundo. Los médicos, docentes, profesionales todos, obreros especializados, todas las manifestaciones del trabajo, son de las peor remuneradas del planeta.
La negociación es válida con la condición de que sirva para la salida del régimen. De lo contrario, solo servirá para que el régimen gane unos días más.
La reconstrucción puede ser acelerada y alcanzada en un tiempo determinado por la fuerza que representa una sociedad dispuesta a construir un nuevo país.
Maduro es el foco. Pero nosotros y ellos, todos, sabemos que el problema lo trasciende. Ha dado lo suyo. Su capacidad histriónica, aunque sin carisma, lo hacen el mensajero.
Este renacer del movimiento de masas, este despertar por el cambio, debe ser atendido de mejor manera. No debe ser negociado. Es más, no es negociable.
De no atenderse la demanda nacional partiendo de nuestras propias fuerzas y capacidades, de no atenderse las demandas del pueblo, es fácil vaticinar una cadena de hechos que abonarán una rápida inestabilidad política y social, colocando a la sociedad en la disyuntiva entre la barbarie y una salida radical.
Así despedimos 2018. El peor año de la historia moderna venezolana, sin parangón en muchas décadas. Labrar una nueva perspectiva el nuevo año, obliga a pensar con sentido nacional y popular.
El petróleo tiende a ser sustituido como principal fuente de energía. Esa tendencia, cuyas manifestaciones son cada vez más claras, debe ser tomada en cuanta a la hora de definir la política petrolera.