Una amplia investigación que revela cómo, mientras China desarrolla el proyecto más ambicioso jamás conocido, Estados Unidos adelanta una política que atrofia la llamada libertad de mercados. La ofensiva de Trump, desde muy temprano, desmantela los proyectos del Pacífico y Atlántico. Por su lado, China promueve el libre comercio apoyada en su competitividad.
Trump, se inscribió dentro de la corriente dominante de rescatar la preeminencia en la producción para pugnar por la hegemonía planetaria. No se apoyó en la actual estructura económica, cada vez más maleable, sino en la tendencia natural de los estados nacionales imperialistas. La globalización nunca les restó esta condición. Por el contrario, mientras articulaban capitales, buscaban afianzar su jerarquía. Con base en la industria bélica pretendieron afianzarse. Pero no les resultó.
El advenimiento de las llamadas Redes Sociales lleva este dominio a una escala jamás vista e implica, como han afirmado muchos, un cambio de época que no ha tenido un desenlace, un punto de inflexión. Ya no se trata del dominio sobre la opinión pública y la influencia general de la sociedad, sino el dominio directo sobre el pensamiento de cada individuo en la sociedad.
China, más aún, el bloque configurado bajo su primacía, desde 2008 y antes, se convierte en el motor de la economía mundial. Va copando espacios ajenos sin dejar de lado algunos de los estadounidenses, para el momento la primera potencia mundial.
Bolivia es área en disputa. Se abre un nuevo período que crea la incógnita de si Arce seguirá los pasos de Evo Morales de afianzar la perspectiva de la dependencia de China o si hará como su colega Lenín Moreno en Ecuador de traicionar a su mentor. Idea que se apoya en la afirmación contundente y reiterada de que Morales nada tendrá que ver con su gobierno.
China no es el camino para nuestro desarrollo. El chavismo hasta en eso supera al pasado. Más dependencia que la labrada con los chinos no tiene parangón en nuestra historia.
Resulta paradójico que sean los países desde donde se fraguó teórica y prácticamente la política de la globalización y el neoliberalismo, los que ahora buscan sustituirla por la protección.
Suficientes riquezas como para afirmar que la leyenda de El Dorado se quedó corta. Contar con Guayana puede inclinar el fiel de la balanza en favor de una u otra potencia imperialista.
Los nacionalismos fascistas renacen como en la reproducción de células cancerígenas. Mientras, el progresismo revolucionario nace de sus cenizas como el ave Fénix. Dos metáforas. Dos connotaciones.
La negociación es válida con la condición de que sirva para la salida del régimen. De lo contrario, solo servirá para que el régimen gane unos días más.
Para muchos, estamos condenados a vender nuestra alma a uno u otro diablo. En las circunstancias actuales, la hegemonía imperialista a decir menos, está en disputa.
La apologética económica guarda distancias pero en el terreno de los tiempos y magnitudes pero no en la esencia de las medidas. También harían cosas similares y más drásticas aún.