Analizar el asunto colocando la carreta delante de los bueyes no permite ver las cosas con claridad, así como no permite avanzar la carreta. Afirmar que el conflicto venezolano es el resultado del encuentro de irracionalismos, es caer en el más supino subjetivismo. El episodio venezolano derivó en esta confrontación tras la acumulación de problemas y contradicciones objetivas, apuntaladas por una política erosiva de la economía. Lo principal se centra en el hambre de la mayoría de la población, factor del deterioro de las condiciones de vida de las grandes mayorías.
Se fueron sumando determinaciones objetivas y subjetivas de la estructura y la superestructura. Además, el chavismo fue configurando a Venezuela como área en disputa del imperialismo. Cada uno jalando para su lado por el reparto del botín, en medio de una economía mundial cada vez más controvertida. Cada imperialismo busca sacar el mayor provecho, así para ello deba ir a la confrontación acá o allá.
Desconocer determinaciones objetivas de la circunstancia venezolana resulta cuando menos una ingenuidad. Subjetivismo, sin duda alguna, sí es.
Esta corriente también brinda una perspectiva para Venezuela. Así como se analiza la historia desde esa perspectiva subjetiva, también se analiza la economía y su futuro. El asunto no es el resultado de leyes objetivas de la producción y distribución de los bienes que satisfacen las necesidades sino de la confianza, lo que supone un mensaje: para un mejor futuro hay que brindarle confianza a los inversionistas. Si no se les brinda no invertirán y no habrá empleos. Vaya cosa. El asunto nada tiene que ver con los trabajadores y el interés nacional. La crisis es el resultado de la poca confianza, el futuro está en garantizarla.
Si algo queda claro es que en Venezuela la violencia ha sido el resultado de la ruptura por parte del régimen de cualquier posibilidad de diálogo para la búsqueda de una salida pacífica, constitucional y democrática. Se ha puesto en evidencia que el chavismo busca quedarse en el poder a toda costa, por lo que no se puede colocar en el mismo nivel de la balanza víctimas y victimarios así como no se puede acusar a la bella mujer de haber sido violada por seductora.
Guardando las distancias, al menos hasta ahora, se cumple la sentencia de Klausewitz según la cual: «La guerra es la continuación de la política por otros medios». Por lo que no se puede recurrir a la idea de que la política se puede reducir a la idea de diálogo. A situaciones como las que vive el país, se debe dar respuesta en todos los terrenos. Recordemos que Diosdado Cabello, ha planteado una y otra vez que recurrirán a la combinación de todas las formas de lucha.
Por ello el chavismo no sólo ha dado respuesta a la crisis con maniobras, golpe de Estado en etapas, fraude constituyente, entre otras, sino que también se ha preparado para el ejercicio de la violencia más generalizada. Busca mantenerse en el poder mientras sigue una política económica de hambre y destrucción del aparato productivo, confiando en la subasta del país. En esas circunstancias, ¿cómo conseguir el diálogo?
Así, se dibuja un lapso en el cual la pobreza alcanza escalas sin precedentes. Mientras, se destruye el aparato productivo. La confrontación, por tanto, no es el resultado de odios abstractos, es el corolario natural de la destrucción de fuerzas productivas. Del freno a su desarrollo. La rabia acumulada por el hambre y el deterioro vital de las mayorías nacionales conduce a la confrontación. Las leyes objetivas de estas economías, la política de engaños y de aplicación de medidas que apuntalan su curso, conducen al hambre. Luego, el hambre llena de rabia a las grandes mayorías nacionales. Es un efecto, un resultado de las condiciones objetivas creadas.
La materialización de este descontento frente al atropello chavista es el encuentro de dos bloques dispares de la sociedad. La mayoría que busca salir del régimen y el pequeño bloque social progubernamental, en el cual se apoya el chavismo para dar continuidad a la dictadura. De allí sale la estafa constituyente. A troche y moche pretenden legitimarse los chavistas con esta burda maniobra. Luego, ¿de dónde viene la agresión? Vivimos en dictadura, el gobierno pierde cada vez más legitimidad, pero gana más en violencia.
Algunos intelectuales, analistas políticos o dirigentes de oficio, no logran ubicar el significado del espontaneísmo. Generalmente existe la tendencia a ubicar el origen de todo en el hecho subjetivo, no se percatan de que esa subjetividad resentida es el resultado de condiciones objetivas de reproducción social. De lo que se trata, por tanto, es de convertirlo en fuerza material para el cambio y el progreso.
Son tiempos en los cuales la intelectualidad progresista debe empinarse y romper con las telarañas de ese pensamiento que pone la carreta delante de los bueyes. Quienes creen que el asunto es el resultado de una subjetividad llena de odio de lado y lado, equiparan víctimas y victimarios. Le brindan responsabilidad a quienes apenas han despertado con ira frente a la opresión. No logran ver, quienes hacen uso de ese método, más allá de lo que perciben sus sentidos, que sólo construyen una superficie opaca. Son injustos. Unos y otros son responsables. La Guerra civil española fue analizada por muchos de esa manera, equipararon el fascismo franquista, apoyado por los nazis y Mussolini, con los «excesos» de la República y los republicanos.
Son tiempos de definición. La polarización política ha dado paso a una confrontación inevitable. Las grandes mayorías, de un lado, enfrentadas a la fuerza opresiva de un régimen que se niega a morir. ¿Por quién tomamos partido?
Una cosa es la psicología o espíritu de una época histórica y otra la individual. Una cosa es el espíritu que propaga una corriente determinada de pensamiento acerca de una circunstancia histórica y otra el individual. En cualquier caso, Prometeo y Hamlet resumen, cada uno, un espíritu. Desde una perspectiva colectiva, pero también individual no es tiempo de la vacilación hamletiana. Recordemos que su indecisión llevó a la muerte evitable e innecesaria de seres queridos. El espíritu de Prometeo, titán que desafió la ira divina, que afrontó la implacable furia de los poderes de los dioses, al extraer el fuego de la verdad y entregárselo a los humanos a fin de que dejaran de ser marionetas de los dioses, resume el valor positivo de estos tiempos.