El 11 de febrero de 2015, fue proclamado como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se conmemora con el propósito de lograr el acceso equitativo, la participación y el empoderamiento de las mujeres y las niñas en la ciencia y visibilizar el trabajo de las científicas, así como fomentar la vocación investigadora en las niñas a través de la creación de roles femeninos. La Asamblea General de la ONU considera que la igualdad de género en el campo de la ciencia es vital para alcanzar los objetivos incluidos en la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.
Según estadísticas de la UNESCO, si bien hay más mujeres que se inscriben en las universidades a nivel mundial, son muy pocas las que eligen carreras científicas, tecnológicas o ingenieriles. Entre 2014 y 2016 solo un 30% eligió un campo de estudio ligado a las ciencias. Pero, ¿cómo se logra que las jóvenes aumenten su disposición hacia la ciencia? En este punto, hay un problema doble. El interno, que tiene que ver con la percepción de las propias niñas, que creen ser menos aptas (sin serlo), y el externo: porque todos los mensajes que reciben presentan a las científicas con lentes, que visten de manera poco convencional, desaliñadas, con ciertos rasgos asociales, y las niñas no quieren convertirse en eso. A estos motivos se suma la falta de referentes, debido a que hay muy pocas científicas, inventoras o exploradoras en sus libros de texto, en la televisión o en las películas.
Al ver Hidden Figures, titulado en español como Figuras Ocultas, la película de 2016 sobre tres mujeres matemáticas afrodescendientes que ayudaron a la NASA en la carrera espacial en la década de 1960, me sorprendió que nunca había oído hablar de sus tres protagonistas. ¿Cuántas otras científicas que hicieron historia desconocemos?
En la década de 1970, las mujeres representaban un porcentaje significativo entre los genetistas, pero solo el 7% de ellas aparecieron como autores. Esa década fue un momento crucial para el campo de la genética de poblaciones, cuando se sentaron las bases de una gran parte de la investigación moderna. La genetista Jessica Abbott dijo: “Es difícil saber qué tipo de contribuciones han hecho las personas en el pasado detrás de la escena”.
En los últimos años, un equipo liderado por Emilia Huerta-Sánchez, ha estado hurgando en artículos de genética y descubrieron a mujeres que nunca recibieron el crédito por su aporte a la investigación. Docenas de programadoras hicieron contribuciones importantes pero que no fueron reconocidas y en algunos casos, solo se les menciona en los agradecimientos de los artículos. Se convirtieron en notas al pie de página en la historia científica, a pesar de ayudar a crear esa historia. Un ejemplo es Margaret Wu, quien recibió un agradecimiento en un documento de 1975 por su ayuda con “el cálculo numérico y en particular por la Tabla I”. Pero ese cálculo permitió el desarrollo de una herramienta estadística aún en uso que se llama el estimador de Watterson, primer y único autor del artículo de 1975.
Incluso cuando las mujeres se convierten en autoras, los prejuicios sistémicos que impregnan a la ciencia moderna pueden ir en contra de ellas. La brecha de género persiste desde hace años en todo el mundo. A pesar que la participación de las mujeres ha aumentado enormemente, todavía se encuentran escasamente representadas en estos campos. ¿Cuándo desaparecerá la brecha de género en la ciencia? Un estudio estima que tomará 16 años para que las mujeres y los hombres publiquen artículos en igual número. ¡Dieciséis años! Mientras, en la física, ¡tomará 258 años! Esta discrepancia es especialmente marcada en las revistas de más alto perfil como Nature y The New England Journal of Medicine, donde las mujeres representan solo del 25 al 35% de las personas en el codiciado puesto de autor principal. Y al menos en algunos campos, los estudios escritos por mujeres tienden a ser citados con menos frecuencia que los escritos por hombres.
Por estas y otras razones: menores oportunidades de actualización, salarios más bajos, menos tutorías, menos oportunidades para disertar, más estereotipos negativos y más acoso y abuso en comparación con los hombres, muchas mujeres abandonan las carreras científicas antes de tiempo. Pero hay una creciente conciencia de estos problemas y varios libros de gran venta han resurgido recientemente las historias de mujeres no reconocidas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
Todas las niñas son potenciales científicas
Tanto Figuras Ocultas, el libro de Margot Shetterly que inspiró la película del mismo nombre, como Rise of the Rocket Girls de Nathalia Holt hablan de las mujeres de élite de la historia de la NASA. Broad Band, de Claire L. Evans, narra sobre mujeres cuyas habilidades en computación e ingeniería ayudaron a crear Internet. Code Girls de Liza Mundy, trata de las mujeres que rompieron los códigos secretos alemanes y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. En Venezuela, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, editó recientemente un libro titulado: Jóvenes mujeres en Ciencia “Relatos de Inspiración a la Ciencia”
Así pues, este día internacional representa una nueva oportunidad para que las niñas no tengan duda de las grandes capacidades que poseen (al igual que los niños) y lo maravilloso que es discurrir, inventar y descubrir, sabiendo que la sociedad valora y promueve sin fisuras, la participación de la mujer en la ciencia y la tecnología. “Velemos porque cada niña, en cualquier parte del mundo, tenga la oportunidad de alcanzar sus sueños, crecer de acuerdo a su potencial y contribuir a un futuro sostenible para todos”, António Guterres Secretario General de la ONU.
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