La codicia y el origen de la crisis en Venezuela

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A raíz del apagón nacional alguna gente se pregunta sobre los orígenes del desastre nacional. La inmensa mayoría se la asignan al chavismo a secas. Sobradas razones, claro está. Por su parte, el chavismo enarbola la tesis de la «guerra económica». A propósito del más grande apagón de la historia moderna, escurren el bulto con lo de la conspiración y el sabotaje electromagnético. Aunque apenas les sirve para engañar a algunos de sus simpatizantes.

Pero es importante dilucidar este asunto de la destrucción del país y su origen. De si se trata de un insano estado mental de los gobernantes a lo largo de dos décadas, o si obedece a cosas más densas. Como, por ejemplo, si es el resultado de la corrupción o de una política económica. Más allá de aquello del «modelo socialista fracasado» que solo sirve para estimular el manido anticomunismo.

Sabemos de antemano de la tesis gubernamental según la cual la cosa obedece a la guerra económica. El bloqueo, las sanciones, más bien, ahora con más cuerpo, les permite «igualarse a Cuba». Estados Unidos ciertamente le produce a Cuba un daño criminal con el bloqueo de décadas, rechazado por todos los países del mundo, con excepción de EEUU e Israel. Pero las sanciones aplicadas a Venezuela y a buena parte de sus capitostes es poco lo que había hecho contra el régimen y la economía nacional. En lo sucesivo, de seguro tendrá mayores efectos, pero dista mucho de ser similar al bloqueo contra Cuba.

Si en algo son similares las cosas entre Cuba y Venezuela es que el origen de la catástrofe, en un caso y otro, tienen la misma raíz. Son de la misma esencia. Aunque el de los antillanos es el resultado de la tesis Kruschoviana de una tal división internacional del trabajo (DIT) “socialista”. En ese origen de la situación cubana y venezolana resultan similares por cuanto obedecen a la política que condenó a ambos países a jugar un rígido papel en la DIT en favor de un imperialismo y otro. Ubiquemos que la exportación de los rubros en los cuales se fueron especializando en cada caso, tenía un destinatario principal. Las importaciones igual. Así, hasta que el desarrollo desigual conduce a nuevos destinatarios, también a orígenes distintos de los bienes importados. En ese asunto sus historias son parecidas.

Eso de la DIT no solamente es un hecho empírico, histórico. También resulta una teorización y una política. Smith, más adelante Ricardo, hacen apología al respecto. Lo acuñan como principio del desarrollo económico natural de la producción humana. Para Smith, la DIT, resulta de un proceso natural basado en que, las ventajas absolutas que obtiene un país en la producción de un rubro determinado, tiende a especializarse y recibir a cambio, importar el resto de mercancías en las cuales no obtiene ventajas.

Basado en el imperio de la ley del valor trabajo, concluye en que ello conduce a la DIT. Conclusión que permitía que los ingleses entonces, y a los chinos en tiempos modernos, se especialicen en la producción diversificada de mercancías y algunos países les provean materias primas cuya baratura hacen más competitivas sus manufacturas. Ricardo le da un carácter relativo acuñando lo de ventajas comparativas. Tesis que asume la Organización Mundial de Comercio en su documento constitutivo. Conserva David Ricardo lo fundamental, la DIT es un proceso que resulta natural.

1989, año en que Venezuela asume su incorporación a la OMC, marca el inicio de un nuevo proceso y la cancelación de la política de sustitución de importaciones, que marcó un relativo desarrollo diversificado. En el período 1954 hasta 1989, principalmente durante el primer Gobierno de Carlos Andrés Pérez (1974 y 1979), se alcanza un relativo desarrollo en varias ramas de la industria y la agroindustria. Pero, a partir de 1989, se revierte lo alcanzado y se inicia el proceso de desertificación del parque industrial. Las importaciones y la deuda van minando el poco desarrollo alcanzado.

Así, hasta la destrucción de Venezuela alcanzada durante el chavismo, que parece no tener parangón en país alguno. 20 años de ofensiva antinacional no podían conducir a otra cosa. Ahora bien, son muchas las teorías para explicar tal fenómeno. Desde la tradición anticomunista y liberal que parte de la simpleza de que el asunto tiene que ver con los controles y las expropiaciones, hasta la de quienes ubicamos aspectos esenciales del desarrollo capitalista contemporáneo y el papel de Venezuela en la DIT y su reacomodo al lado del bloque imperialista emergente.

Si en algo hay coincidencia general, es en el hecho de que la corrupción, el despojo abierto de un porcentaje elevado de la riqueza por parte de los capitostes del régimen, se cuenta entre las determinaciones de la catástrofe. Ciertamente son varios miles de millones de dólares los birlados del erario público, de los ingresos de Pdvsa, de instituciones diversas del Estado y de las empresas públicas, junto a negociados con los dólares preferenciales otorgados a discreción.

También hay coincidencia general en que el chavismo desarrolla una política social que, exprofeso, está dirigida a concitar el apoyo político de las grandes mayorías empobrecidas desde siempre. Eso que han llamado populismo, opera. Aunque no es invento chavista, les funcionó. Elevaron a su máxima expresión la política de control social por la vía de la dádiva. Aspecto importante en la creación de demanda efectiva, abarca aspectos de la distribución de alimentos que fue elevada a una escala más sofisticada con la implantación de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP). Lo que complementa el proceso de destrucción del aparato productivo, toda vez que se garantiza la realización, principalmente, del producto importado, para alargar la mengua mediante migajas, de las duras condiciones de reproducción de buena parte de la familia venezolana.

Cosas nuevas

Como hemos indicado en otras oportunidades, dos nuevos episodios se desarrollan en esta etapa de la modernidad. La ideología de la globalización, asumida como «verdad absoluta» junto al llamado neoliberalismo, hace aguas. Unida a esta circunstancia, China aparece como el hegemón del imperialismo, si lo vislumbramos con base en que ya es, y con creces, primera potencia en la producción de mercancías.

Estas dos circunstancias han conducido a una gran confusión de la cual no se reponen los economistas y analistas políticos de toda ralea y, en general, el mundo intelectual burgués. ¿cómo es eso que Trump y Theresa May, mandantes de las naciones imperialistas cunas del llamado neoliberalismo, ahora encabezan la cruzada en favor de la protección? Trump aplica sanciones por doquier, sobre todo contra los productos chinos que mete al mundo capitalista en una guerra comercial que dará paso a una disputa planetaria por el dominio del signo monetario.

Venezuela, bajo la batuta de Chávez, se mete bajo la férula del bloque conformado por China Y Rusia. Eso nos lleva a afianzar el desmantelamiento del aparato productivo.
Desde hace un tiempo, con la formulación que hiciera Chávez de un plan minero, delineando, a su vez, un Arco Minero, se le agregan otros rubros a la economía extractiva. Especialización que obedece a nuevos intereses que imperan en la economía del país. Más adelante, Rodolfo Sanz le brinda algunos retoques “teóricos” para justificar esta política que obedece a las aspiraciones de los nuevos amos.

Allí está el origen del asunto en cuestión. Iniciada esa política en una nueva fase del desarrollo capitalista venezolano en el año 1989, Chávez le da continuidad, pero ahora bajo la dirección China, principalmente. Lo que no desdice de cuestiones de la política que van socavando el foso. El chavismo, mucho más que lo practicado por adecos y copeyanos, llevan la corrupción y el populismo a un estadio superior. Pero la ineficacia, la piratería junto al sentido antinacional de mafias, de pranes, conduce a que todo ande mal.

Resulta una «conquista» la destrucción de la industria petrolera. Varias determinaciones se conjugan ciertamente que dan cuenta del asunto, aunque hay aspectos que no caben en la razón. Más explicación observamos en la destrucción de la economía en general. Pero la industria petrolera, su estado actual, resulta una interrogante. Tal vez lo determinante de mayor relevancia es haber convertido a Pdvsa en una suerte de talismán que sirve para todo. Se le vincula a la cuestión alimentaria, a la salud, entre otras cosas. La idea gerencial de lo petrolero, se pierde. De igual manera Pdvsa parece que fue centro de los casos de corrupción más grandes en la historia del país. Se habla de decenas de miles de millones de dólares los birlados de distinta manera. Si nos atenemos a las denuncias hechas por los mismos chavistas al respecto. Sumemos la reconversión de una parte de la industria, que la llevó a cambios en procesos tecnológicos que resultaron fallidos, en lo que destaca lo de los taladros chinos.

Aun así, por la importancia de la cuestión petrolera para el país, más que eso, para los intereses mafiosos y del imperialismo chino y ruso, resulta incomprensible que la hayan llevado a ese estado. Como vemos, son varias las determinaciones. Ubicar cuál de ellas es la principal, resulta un ejercicio difícil. Incógnita que resulta más significativa cuando nos preguntamos por qué chinos, rusos y cubanos, tan interesados en el asunto, parece no hicieron lo suficiente como para evitar tamaños desatino que afecta de manera tan severa a la población venezolana.

La política monetaria y fiscal, conducen a una de las determinaciones de cierre. Se hace aguda ante la caída de los ingresos petroleros, luego, afecta la capacidad de demanda de la gente cuando se saca de sus bolsillos para cubrir el déficit. Conducen a la inflación y a la merma brutal del PIB. El Gobierno, lejos de hacer algo para incrementar la producción, además de no tocar a la banca, aumenta la emisión de dinero inorgánico, lo que se convierte en la mayor pesadilla para la gente que ve en el incremento de los precios de manera cada vez más abrupta, una pesadilla cotidiana. Cae la demanda y la oferta se reciente. Vender con base en el costo de producción hace que muchas empresas cierren.

La especulación alcanza su máxima expresión. Hace lo suyo. Con ello, aparecen nuevas cuestiones sui generis en la economía como el bachaqueo y la venta de efectivo. No hay control alguno sobre la estructura de precios y de costo de nada que se produzca o distribuya. Cadenas de distribución vinculadas a los colectivos mafiosos hacen su aparición.

Destrucción de la industria, caída de la producción petrolera, y de los precios internacionales, deuda pública muy por encima de lo pertinente, habida cuenta de la caída del PIB, destrucción del aparato productivo, de la industria y del agro, derivan en la gran catástrofe. Parece obra fraguada de manera inteligente. Ahora, para mantenerse en el poder combinan populismo, demagogia y la más cruenta represión encaminada a superar los procesos precedentes en nuestra historia.

Así, el apagón, evento que inspira estas notas escritas bajo la vela, antes de ser transcritas, resulta el corolario del desastre. El apagón es el resultado del síndrome. Indolencia extrema que los hace descuidar el mantenimiento de manera total. Ineficacia gerencial que les impide ver la imperiosa necesidad de ampliar las redes de distribución. Corrupción de alto vuelo, que los lleva a hacerse de los recursos para lo anterior.

Maduro es el foco. Pero nosotros y ellos, todos, sabemos que el problema lo trasciende. Ha dado lo suyo. Su capacidad histriónica, aunque sin carisma, lo hacen el mensajero. Lo convierten en la cara visible. De tabla, pero visible. Pero el asunto va más allá. No vayamos a creer que llegamos a esto gracias a Maduro que no tiene capacidad ni para crear este desastre. No¡ Llegamos a esto por la conjugación de tres factores. El fundamental, una política económica erosiva del aparato producto. Segundo, la ambición de poder de los mafiosos y de su sostén a costa de lo que sea, lo que supone la venta del país a nuevos imperialismos ansiosos de hacerse de las riquezas del país. Con ello buscan garantizar la continuidad y enfrentar a la potencia que supone Estados Unidos. Y el colofón que es la corrupción más grande en la historia, latinoamericana al menos.

Ahora bien, no se trata solamente de ubicar las raíces del problema. También debe convertirse este ejercicio y sus conclusiones, en un alerta para no repetir el error. Debemos diseñar una nueva política de desarrollo diversificado con sentido nacional y popular. Por eso, alarma que el Plan País, presentado por Guaidó y un equipo opositor, no indique nada acerca de diversificación del aparato productivo. Salvo deuda y producción petrolera, también con base en el endeudamiento, no se observa nada de significación. Suponemos que se trata de la reivindicación histórica, ignorantes o no de eso, de la tesis de Ricardo asumida como principio por la OMC. Por lo que Venezuela deberá, según se desprende del plan, seguir anclada en la producción petrolera, principalmente. Ese debe ser el gran debate superado el oscuro período chavista.

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