¿Qué hay detrás de esos ojos de cachorrito difíciles de resistir? A veces pensamos que dice: “No estés triste”. Otras veces, con bastante claridad, preguntan: “¿No hay comida para mí?». Esa expresión de cejas que hacen los perros es tan familiar que la hemos convertido en una expresión idiomática: ojos de cachorrito.
Es un ejemplo de la notable capacidad de los perros para comunicarse con las personas, uno que evolucionó a medida que domesticamos a los lobos hace al menos 15.000 años. Los científicos aún no han podido traducir el semblante, pero le han dado una etiqueta muy seria: “AU101: extensión de ceja interior”. Como han dicho muchos dueños, “Aww, ¡mira esa carita!” Hubo estudios sobre cómo los perros miran a sus dueños cuando no pueden resolver un problema y evidencia que los que utilizaban más su extensión de ceja interior eran más propensos a ser adoptados en las perreras. Los perros son un tema interesante de estudio.
El lunes pasado, un equipo de psicólogos evolutivos y anatomistas informaron en los Proceedings of the National Academies of Sciences que los perros hacen la cara de cachorro más a menudo y mucho más intensamente que los lobos. De hecho, los perros, pero no los lobos, tienen un músculo específico que causa la elevación de la ceja interna. Un músculo que hace que los ojos de los perros parezcan más grandes y más parecidos a los bebés y producen una apariencia similar a la que hacen los humanos cuando están tristes.
Ellos pueden hacer eso porque tiene un músculo llamado levator anguli oculi medialis. Lo que es tan provocativo de este hallazgo es la probabilidad de que nuestros sesgos inconscientes moldearon la evolución de la musculatura ocular del perro. La nueva investigación se basó en un trabajo previo de los autores que examinaron este movimiento muscular en perros, en una especie de demostración moderna del poder de los ojos de cachorro sobre los humanos.
Cuando se trata de conexiones entre humanos y perros, los ojos son importantes. Los perros hacen contacto visual con las personas cuando tienen un problema, los lobos no lo hacen. Los investigadores han descubierto que tanto los humanos como los perros experimentan un aumento en los niveles de oxitocina, la “hormona del amor”, cuando se miran a los ojos. Lo mismo sucede cuando las madres y los bebés hacen contacto visual.
El estudio además identificó otra diferencia facial entre lobos y perros. Un músculo que contrae los párpados hacia las orejas, que se emplea cuando los perros jadean y casi parecen estar “sonriendo”, dicho gesto estuvo presente en todas las razas estudiadas excepto en uno: el husky siberiano, una raza que está más relacionada con los lobos. El hallazgo del aumento de la ceja interna plantea la posibilidad de que los ojos de cachorrito no sean algo que los humanos hayamos elegido, sino que sea un subproducto de la domesticación.
Un estudio ruso de 1959 sobre la domesticación de otras especies como la del zorro plateado, demostró que cuando las personas seleccionan a los animales más aptos para la reproducción, se obtienen ciertos cambios no intencionales en los rasgos físicos: orejas caídas, colas rizadas, colores de pelaje moteado. Este estudio sobre la domesticación de animales, podría ser simplemente una nota histórica fascinante, un rincón peculiar en la herencia científica de la Rusia soviética. Pero, generó un área de investigación en curso sobre cómo la domesticación, basada puramente en rasgos de comportamiento genera modificaciones en el aspecto físico.
Ahora, las herramientas de la biología moderna están revelando los cambios genéticos que sustentan la domesticación de los zorros de Siberia. ¿Pero qué produce este cambio? En un estudio publicado en Nature Ecology & Evolution, los científicos utilizaron la secuenciación del genoma para identificar 103 tramos del genoma del zorro que parecen haberse modificado con la cría, un primer paso para ubicar los genes que hacen que algunos zorros se sientan cómodos con los humanos, mientras los otros permanecen agresivos.
Perros hipersociales
Por otro lado, un equipo de investigadores informó el miércoles en la revista Science Advances que la amabilidad de los perros puede compartir una base genética con una enfermedad humana llamada síndrome de Williams-Beuren. Los seres humanos con esta enfermedad, causada por mutaciones en una región de genes, muestran una variedad de síntomas que incluyen una sociabilidad intensa e indiscriminada. Las mismas cosas que hacen que la vida sea un desafío para un ser humano, pudo ser el éxito en la domesticación de los perros. Aunque los genes que se identificaron son buenos candidatos para producir hipersociabilidad, se necesitaría más investigación sobre un grupo más grande y diverso de perros para confirmar los resultados.
Si bien algunos rasgos genéticos son relativamente simples de desentrañar, los fundamentos de los comportamientos sociales no son fáciles de analizar. El comportamiento está influenciado por cientos o miles de genes, así como por el medio ambiente. Se necesitaría estudiar un mayor número y variedad de las dos especies para aprender más sobre las diferencias generales entre perros y lobos. Además, la evolución (domesticación) obviamente ha llevado a cambios cruciales entre los perros y sus antepasados lobos, el comportamiento de un individuo en cualquier momento también se debe a sus experiencias de vida individuales. Clive Wynne, un científico del comportamiento dijo: “Creo que el estudio es convincente”, “otra pieza del rompecabezas que conecta a los perros con las personas”.
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