Ojalá que no llueva plástico en el campo

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La contaminación plástica va más allá de ensuciar los océanos del mundo. Según un nuevo estudio, también está en el aire que respiramos, está soplando y cayendo con las gotas de lluvia. Cada año más de mil toneladas métricas de esa amenaza invisible, las partículas microplásticas, esos pequeños fragmentos menores a 5 milímetros, se acumulan en los parques nacionales y áreas silvestres en el oeste norteamericano. Esto equivale a unos 200 millones de botellitas plásticas. El mundo produjo casi 400 millones de toneladas métricas de plástico y la producción no muestra signos de desaceleración. En Venezuela, la producción per cápita de residuos plásticos estimada es de 29 gramos por día.

El nuevo artículo, publicado el jueves en la revista Science, informa que se encontró plástico en partes remotas de los EE.UU. Los investigadores recolectaron muestras en 11 parques nacionales y áreas silvestres. “No hay rincón o agujero en la superficie de la tierra que no tengan microplásticos”, escribe Janice Brahney y coautores del estudio. Hallaron pequeños trozos de plástico en el 98% de las 339 muestras que recolectaron y los mismos representaron el 4% de las partículas de polvo que se analizaron.

Las tomas de muestras se realizaron tanto en condiciones de sequía como durante períodos lluviosos, lo que permitió determinar que las partículas más grandes cayeron junto a la lluvia y nieve, mientras que las más pequeñas aparecieron en condiciones secas. Los investigadores concluyeron que las partículas depositadas en climas húmedos probablemente se originaron relativamente cerca, con los trozos de plástico arrastrados al aire por las tormentas de los centros urbanos, regresando con la lluvia y la nieve. En cambio, sugirieron que las partículas más pequeñas y livianas habían sido transportadas a distancias extremadamente largas en corrientes altas de la atmósfera, convertidas en parte de los ciclos de transporte global de polvo. Los depósitos secos constituyeron más del 75% del plástico que se analizó y probablemente viajan más lejos que las partículas del suelo porque son mucho más livianas.

Si bien es conocida la presencia de plásticos en los vertederos, en los océanos y en ambientes de agua dulce, la investigación sobre partículas en el aire es más reciente. Artículos científicos anteriores realizados en Europa, China y el Ártico, habían descrito la búsqueda de microplásticos en el aire. Esto confirma aún más un escenario infernal: los microplásticos están esparciéndose por todo el mundo. Fluyen hacia los océanos a través de las aguas residuales y contaminan los ecosistemas marinos e incluso son arrastrados fuera del agua durante la evaporación y se transportan a tierra con la brisa marina. Estos son procesos atmosféricos fundamentales y están cayendo en forma de “lluvia plástica”. ¡La nueva lluvia ácida!

La lluvia plástica podría ser un problema más insidioso que la lluvia ácida, que es consecuencia de las emisiones de dióxido de azufre y óxido de nitrógeno. Al implementar depuradores en plantas de energía y convertidores catalíticos en automóviles, en los últimos decenios, los países han reducido el problema de la acidificación. Pero el microplástico ya ha corrompido incluso los entornos más remotos y no hay forma de limpiar el agua, la tierra o el aire de las partículas, el material está absolutamente en todas partes. Lo que hace que el plástico sea tan útil, su resistencia, es lo que también lo convierte en un contaminante alarmante: el plástico nunca desaparece, sino que se rompe en pedazos cada vez más pequeños que se infiltran en los rincones del planeta. Aún peor, se espera que los desechos plásticos anuales aumenten a 460 millones de toneladas para el 2030, según la consultora McKinsey.

¿Qué pasa si «respiramos» plástico?

El fenómeno podría contribuir a la alteración ambiental de las comunidades microbianas y causar un daño ecológico más amplio. Los humanos también podríamos estar en riesgo. La presencia de tantas partículas finas en el aire significa que también lo estamos respirando. Los efectos en la salud por respirar partículas de plástico no se conocen bien, aunque los tamaños de las partículas detectadas son consistentes con aquellas que se acumulan en el tejido pulmonar. La contaminación por partículas, que incluye polvo y hollín, se ha relacionado con ataques cardíacos, derrames cerebrales y enfermedades respiratorias. La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación por partículas pequeñas causó 4,2 millones de muertes prematuras en todo el mundo en el año 2016.

Para la Profesora Stephanie Wright, que estudia el impacto de los microplásticos inhalados en la salud, dijo que “estas concentraciones siguen siendo pequeñas en comparación con otras partículas”, como el negro de humo que se encuentra en el hollín todos los días. Pero, hasta que tengamos una comprensión más sólida de nuestra exposición, es difícil inferir los efectos sobre la salud.

Pero dejando a un lado las muchas incógnitas restantes, esta investigación establece una pieza crítica del rompecabezas con respecto al ciclo de vida microplástico, que se vuelve cada vez más complejo con cada nuevo estudio. Los científicos han estado tratando de descubrir qué sucede con la contaminación plástica del mundo y casi todo parece “desaparecer” en el medio ambiente. Pero estudios como este muestran que las cosas nunca desaparecen realmente.

Otra incógnita es si sería posible eliminar todo el plástico del mundo natural y cuánto tiempo podría llevar eso. Incluso si agitamos una varita mágica y dejamos de usarlo, no está claro cuánto tiempo continuará circulando a través de los sistemas de aguas de nuestros ríos y océanos. Según lo que sabemos sobre el plástico, que se encuentra en las fuentes profundas de agua subterránea y acumulado en los ríos, supongo que siglos.