Sin dudas que andamos en un tiempo de grandes cambios en el desarrollo del capitalismo mundial. La pandemia extiende un celofán que hace que muchas cosas no se vean bien. Pero siguen su desarrollo y a paso firme. Tal es el caso de la tecnología 5G. En medio de la pugnacidad por su control, los chinos parecen dominar este aspecto, el más importante en el avance tecnológico de estos tiempos.
Todo indica que vivimos los prolegómenos de una nueva fase de la revolución científico-tecnológica. Aunque está por verse si alcanza esa dimensión, está en pleno desarrollo y aproximándose a serlo. Recordemos que son varias las condiciones que se requieren para que un cambio adquiera tal connotación. Una de ellas se refiere a los saltos en las fuentes energéticas. En ello no ha habido mayores cambios, aun cuando sí hay avances cualitativos. Habría que ver en qué momento el petróleo da paso a nuevas fuentes de energía articuladas a esta tecnología.
En lo que sí consideramos hay mayor certeza es que estamos en presencia de un desarrollo inusitado de los medios de producción como resultado de las nuevas tecnologías. El de la tecnología 5G, articulada a la inteligencia artificial, se convierte en palanca para un salto cualitativo de la composición de capitales de enormes proporciones. Cuestión que aún no evidencia todas sus potencialidades en las distintas ramas del quehacer humano, principalmente en la elevación de las capacidades productivas a grados nunca antes vistos, a través de un cambio importante en la relación entre los medios y el trabajo del hombre: la reducción significativa del trabajo vivo y el incremento del trabajo pasado. De allí la pérdida de valor de muchas mercancías y, por ende, la caída en los precios. El incremento de los bienes producidos irá de la mano con la mayor demanda de materias primas utilizadas en el proceso de producción.
Todo esto agudizará las contradicciones del sistema capitalista. Producción ilimitada de bienes, mientras se contrae la capacidad de consumo de la gente. Crisis de sobreproducción cada vez más explosivas, afianzándose una tendencia que a momentos parece condenar al capitalismo.
De igual manera traerá como consecuencia, ya hay atisbos de eso, la agudización de la pugna entre las grandes potencias. La ofensiva de Trump contra China, prácticamente contra todo el mundo, refleja la exacerbación de esta tendencia. Si bien comienza con lo comercial, tiende a explayarse en lo político y derivará en la confrontación bélica acá o allá. Estados Unidos se halla muy rezagado en esta materia. Sus alcances son limitados. La crisis, agudizada por la pandemia, parece rezagar más su economía en relación con China, país que para el segundo trimestre del año alcanzó un crecimiento de 3,2%. Lo que explica el cierre del Consulado chino en Houston, siendo acusados de espionaje. Acción que fue calificada por Beijing como “una escalada sin precedentes”. China hizo lo propio con el consulado de Estados Unidos en la ciudad de Chengdu. La ofensiva contra Huawei, adelantada meses atrás, muestra claramente la angustia estadounidense por su atraso en relación con una tecnología que tendrá grandes repercusiones en la producción y el consumo. Y que incidirá en la circulación y el cambio.
5G
Estamos en presencia de desarrollos espectaculares en la telefonía y la comunicación entre las cosas, el internet de las cosas. Veamos: “Internet de las Cosas (IoT) se refiere a la coordinación de diversas máquinas, dispositivos y aplicaciones conectados a internet a través de múltiples redes cableadas o inalámbricas. Entre ellos se incluyen objetos cotidianos como smartphones, tablets y otros productos electrónicos de consumo, además de máquinas como vehículos, equipados todos ellos con conectividad IoT con la que pueden enviar y recibir datos. Máquina a Máquina (M2M) se refiere a los servicios que son posibles gracias a la comunicación entre dos o más máquinas. La tecnología M2M conecta máquinas, dispositivos y aplicaciones de forma inalámbrica para prestar servicios con mínima intervención humana. También podrían equiparse con conectividad inalámbrica una gran variedad de monitores y sensores que posibilitarían aplicaciones inteligentes inalámbricas en el ámbito sanitario, agrícola o en servicios como el agua y la electricidad” .
Esta tecnología tendrá también una incidencia muy importante en el proceso productivo. Con la inteligencia artificial —catapultada por la tecnología 5G— se podrá eliminar cualquier fisura que conduzca a la disminución de la eficacia en el proceso de trabajo. Ya ha sido cuantificado este asunto en empresas que hacen uso de esta tecnología, demostrando que se puede ahorrar importantes sumas y el consiguiente incremento en la productividad. Con esto queda claro que no se trata de la comunicación y el internet de las cosas sino del proceso productivo. Se desarrolla esta tecnología en la industria pesada, en la minería, en la medicina, en el sistema de salud. Una de las ramas en las cuales se desarrolla una mayor confrontación es en la industria automotriz. La potencia capitalista que mejor y más rápido aplique esta tecnología en los bienes producidos copará la escena. Desplazará la competencia presentando un resultado de mayor calidad y con bajos precios.
Difícil que Estados Unidos pueda frenar estos avances tecnológicos, con todo y su poderío bélico, el cual, por cierto, también es un sector que se verá cruzado por esta tecnología. De quedar rezagados los estadounidenses en esta rama industrial, en la cual conserva la primacía cuantitativa como primer exportador de armas del planeta, su poderío se verá aún más comprometido. Circunstancia que hará más agresiva la otrora indiscutible superpotencia.
Algo que resalta es que, simultáneamente al desarrollo de esta tecnología, se sigue reivindicando el proteccionismo. Es más, es de primer orden la incidencia de esta tecnología en manos de los chinos, en esta dirección. Los países con sentido nacional y alto desarrollo industrial buscan protegerse frente a esa mercadería que viene de oriente, imposible de ser parada contando con esa tecnología. Esto explica que ahora sean los chinos los principales defensores del liberalismo y de las perspectivas que venía brindando la Organización Mundial de Comercio. Y, como contraparte, los estadounidenses aparecen como los principales promotores de la protección.
Buen momento, pues, para cantar el agotamiento de la llamada globalización, cuya infalibilidad y eternidad, en su oportunidad, fueron afirmadas y sentenciadas por muchos ideólogos del capital. Pero fue efímera en la historia humana. Es más, parece que nunca existió. Fue un momento más de internacionalización del capital en el marco del dominio del liberalismo, bajo hegemonía estadounidense.
Desarrollo de la tecnología 5G, pobreza y América Latina
Nuevamente vivimos tiempos en los que se conjugan cuestiones un tanto controversiales. La primera y más resaltante es que, mientras se producen estos impactantes y deslumbrantes desarrollos, sigue creciendo la pobreza y la explotación de los trabajadores. Recordemos que el desarrollo de la composición de los capitales y, de manera consiguiente, la caída de la cuota media de la ganancia, llevan al incremento de la pauperización y el desempleo. Es un asunto indefectible. Máquinas que sustituyen obreros. Procesos productivos y de trabajo con máquinas-herramientas que resumen trabajo complejo en su máxima expresión, que demandan, en lo sucesivo, trabajo simple. De allí que los puestos de trabajo disponibles son de los más baratos. Lo que depaupera a la clase obrera. Unido al remplazo de obreros por máquinas, el crecimiento del ejército de reserva da como resultado mayor pobreza. Se reduce, a su vez, la capacidad de demanda social, lo que urge la búsqueda de mercados o su ampliación.
El incremento en la composición de los capitales trae consigo la caída de la cuota de la ganancia. Pues la relación entre plusvalía y uso del capital tiende a dar un resultado cada vez menor. Y, en la medida en que crece el denominador en relación con el numerador, se produce un resultado menor que en un período anterior. Si se mantiene constante la tasa de explotación del obrero, al incrementarse el uso del capital, el resultado será menor que cuando se mantenía la misma composición del capital. A partir de esto, los capitalistas desarrollan orientaciones para frenar su caída. El aumento de la explotación del trabajo humano, la reducción del salario real de los trabajadores, la expansión del mercado externo, la obtención de materias primas más baratas, junto con la inversión en el mercado especulativo, resumen los requerimientos para alcanzar ese objetivo.
De allí la condición que busca China para endosar y remachar a América Latina. Esto es, afianzar el extractivismo para proveer las exigencias de materia prima que demanda este proceso de revolucionarización de los medios de producción. Y, además, que brinde obreros baratos para la explotación en condiciones propias del librecambio. Se busca convertir el subcontinente en parte del mercado exterior chino.
Latinoamérica toda es un mercado nada despreciable. Alrededor de 650 millones de habitantes en América Latina y el Caribe no son poca cosa para una economía que de manera desesperada busca hacerse de mercados, en vista de las limitaciones que se le vienen presentando en Estados Unidos y parte de Europa.
Pero los chinos, al igual que el resto de potencias imperialistas, no buscan desarrollos importantes en materia industrial en el continente. Salvo en Brasil y en menor medida en México, ya que sus capitales no entran en volúmenes importantes, China busca convertir a Latinoamérica en fuente de materias primas baratas.
Las dos condiciones antes indicadas parecen suficientes en el papel para América Latina, en la división internacional del trabajo que viene imponiendo China al continente.
Para Venezuela la cosa será el continuo. Ya se viene apuntalando nuestra condición extractivista. Petróleo, materias primas minerales, he allí el papel que nos asignan los chinos en la división internacional del trabajo en torno de sus intereses. El incremento en la extracción de oro, diamante, coltán, tierras raras, entre otras materias primas, afianza esa condición.
La tecnología 5G tendrá un impacto importante en los patrones de consumos de los sectores privilegiados y una que otra empresa, centro de salud o educativo. De resto estaremos rezagados en el uso de esta tecnología.