El bitcoin y el dólar, sobre los refugios de valor

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El BTC se abre espacios en el mundo de la producción y la circulación. Es una mercancía. Su valor de uso es diverso. Sirve para el pago. Sirve también para atesorar. Para especular. Aunque competir con la banca, la usura legitimada y legalizada, le es casi imposible, por lo pronto. Por ejemplo, el mundo de la droga encuentra en la banca su mejor aliado. Pero algo brindan las criptomonedas. La banca encuentra en el mercado de la droga la misma condición, se enriquece a su costa. Es por eso que los dólares se usan 800 veces más que el bitcoin (BTC) en el lavado.

Sobrados valores de uso. Su valor de cambio es claro. Es el resultado de un proceso de producción y de trabajo. El proceso de minado para obtener un bitcoin es eso. Computadoras, minas, medios de producción como instrumentos de trabajo. Energía eléctrica y otros medios de producción como materias auxiliares del proceso de trabajo. Trabajadores, trabajo vivo que arroja nuevo valor. Eso configura un valor de cambio en un tiempo de trabajo socialmente necesario. Quien produzca más bitcoin en menor tiempo logra mayor competitividad. De allí la centralización de los capitales en esta área de la producción y el intercambio. Lo que explica las grandes mineras de varias decenas de miles de máquinas y cientos de trabajadores.

El costo por consumo de electricidad determina en buena medida la competitividad. De allí que sean los chinos, quienes producen alrededor del 80% de la criptomoneda en cuestión, quienes alcanzan mayor competitividad dada la baratura de la energía eléctrica. Aun así, el precio de mercado del bitcoin no se sitúa muy por encima del valor de la moneda. En China se ubica en unos 8 mil dólares actualmente. 

Algo debía saber Satoshi Nakamoto, supuesto creador de la moneda, acerca de la teoría del dinero desde la perspectiva objetiva. Llamar minado, minería, al proceso de trabajo para dar con el algoritmo, que cada vez se hace más complejo, es un mecanismo que permite prever el incremento del valor. De allí que su precio de mercado en las actuales condiciones establece el margen de beneficio antes indicado.

Si algo permite el análisis del bitcoin, y en general de las criptomonedas, es evidenciar la vigencia de la teoría del valor trabajo. De la ley objetiva del valor. Tanto, que podemos cuantificar su valor en el precio y ubicar cómo la oferta y la demanda colocan su precio al alza o a la baja. El costo de producción en promedio mundial del bitcoin es de más de 9 mil dólares. El consumo energético resulta un gasto importante. El trabajo complejo marca la pauta. Trabajo simple de mantenimiento es menor. 

Por eso resulta una tontería lo que muchos preguntan en relación con el respaldo del bitcoin. Esta moneda en cuestión no requiere respaldo, así como el oro tampoco lo necesita. Ambas riquezas, ambas formas dinerarias, son el resultado de un proceso de producción y de trabajo. Son el resultado de una cantidad de trabajo objetivado. Tienen valor de cambio.

Además, el dinero como mercancía equivalente universal de los valores de cambio, se expresa en el uso del bitcoin. De las criptomonedas en general. Se compra, se vende, se atesora. Se convierte en refugio de valor.

Una condición que guardaban las primeras formas dinerarias de la modernidad era sin duda alguna el poco desgaste como condición para ser equivalentes de los valores en juego. El oro y la plata, con esa condición física, se impusieron como monedas por antonomasia. Pues bien, en esta etapa de la modernidad, sin duda alguna, las criptomonedas cuentan con esa condición. Al estar en la red, protegidas de manera casi absoluta, requieren poco, muy poco, para su mantenimiento. Además de las condiciones que se establecen en esta sui generis comunidad.

En medio de la guerra comercial y la tendencia al desplazamiento del dólar como moneda de reserva y de cambio, la fortaleza del bitcoin y la tendencia a la elevación de su precio de mercado parecen sostenibles. Puede convertirse en burbuja especulativa dado el incremento de su demanda.

Se presentan nuevas formas dinerarias y fenómenos en torno de ellos, que solamente podemos analizarlos con rigor a partir de la ciencia. El naturalista la niega. Su metafísica le impide entender el complejo mundo de la economía y prefiere calificarla de pseudociencia. Pero no. La ciencia económica demuestra con sobradas evidencias el fenómeno con el rigor necesario. Las criptomonedas, particularmente el bitcoin son mercancías, aunque se hallen en el mundo de la web. Son el resultado del trabajo. Son tan sólidas como el oro.

El dólar y su precio en Venezuela

Igual sucede con fenómenos como el que se presenta en la economía venezolana a propósito del incremento del precio de la divisa. Aumentó significativamente el precio del dólar en una semana. Mientras, hay signos claros de que la hiperinflación se ha desacelerado. Sin embargo, se producirá una presión al alza de precios de manera un tanto generalizada. Se une o alimenta esta tendencia dado el incremento de la capacidad de demanda de un importante sector de la población, que pudiese marcar una nueva tendencia a la especulación.

El dólar también es una mercancía. Equivalente universal por excelencia, aunque pierde fuerza cada día. Como toda mercancía, su precio oscila en torno de su valor con base en la fuerza de la oferta y la demanda. Así como el petróleo ha permitido y permite ganancias extraordinarias, también un signo monetario pudiese llevar a esto. Es el caso de las expectativas en torno del bitcoin. No así sucede con el dólar, aunque en Venezuela la cosa puede ser distinta, lo que no supone que conduzca a la creación de una burbuja. Más cuando el dólar tiende a perder terreno como moneda de referencia mundial, por su poco respaldo y las alternativas que brindan otros signos como el yuan.

Para esta fecha del año se incrementa la demanda de dólares. A su vez, es lógico suponer que hay una elativa sequía de esta divisa en relación con el incremento de demanda. El Gobierno ha hecho circular una buena cantidad de euros. Lo que ha conducido a que se coticen al mismo precio que el dólar. Las sanciones aportan lo suyo en este sentido.

Ahora bien, no todo aumento generalizado de precios es inflación. El incremento del precio de la divisa conduce a un incremento de precios no tan generalizado como el causado por inflación. Afectará principalmente a bienes finales importados y a bienes nativos con componente importado para su elaboración.

La venta de bienes con base en su valor, tendencia dominante desde que se implantó la dolarización, conduce a una relativa elevación del salario real del trabajador productivo. Esto es, aquél que crea plusvalía, que revaloriza el valor. Siendo la fuerza de trabajo en Venezuela de las más baratas del planeta, gracias a la política chavista, la escala de explotación es también de las más elevadas. Luego, con un leve estímulo a la producción es capaz el capitalista de aumentar el salario del obrero un tanto, manteniendo una elevada explotación. Lo guía la necesaria elevación de la masa de plusvalía. Más salarios, en las condiciones de hambre que viven los venezolanos, permiten incentivar la productividad. No es un sacrificio ni un acto de solidaridad altruista.

Todo lo cual contribuye con la leve recuperación que se vive en la economía venezolana, que se expresa en el mayor dinamismo observado. Contribuye esta circunstancia a amortiguar el impacto de la elevación del precio de la divisa en la economía nacional. Lo paradójico es el freno a la hiperinflación mientras se encarece la divisa. En sentido contrario, el aumento de salarios en el sector privado, presiona a más demanda de la divisa.

Así, el dólar y el bitcoin forman parte de las monedas para el intercambio y el atesoramiento. En Venezuela con sobradas razones dada la inflación, la especulación y el deterioro del signo monetario que, aun frenada la hiperinflación sigue perdiendo su condición para atesorar. La gente busca dólares para protegerse, también busca ahora bitcoin.

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