«Si yo hubiera nacido en tu casa
O si vos en mi casa nacías,
Si tuvieras mi plato y mi plata
Y cambiáramos vida por vida.
Si tuvieras mi suerte y mi coche
Y yo toda tu furia y tu ruina,
Temblarías de miedo en las noches
Si me vieras cruzando tu esquina.
Malandra.
El mundo me hizo malandra»
Tabaré Cardozo
En Venezuela llevamos veintitantos días de confinamiento. Sigue en aumento la tasa de contagios y de muertos, pero no de una forma exponencial como en otros países del mundo, o por lo menos esa es la información oficial. Sin embargo, las medidas se han extremado. De ser una cuarentena social voluntaria, en algunos municipios y estados se han tomado medidas coercitivas y hasta hay detenidos. Una medida drástica, a mi juicio, es definir de pronto que ya no se vuelve a retomar la escuela de manera presencial, que el año escolar se culminará “online”, en palabras de Maduro. Lo drástico no está en que sea tomada esa medida que veíamos venir, lo drástico radica en lo pronto de la decisión, que por presurosa resulta nada planificada.
La política social requiere reflexión empática
Las políticas sociales que toman los estados tienen como base atender intereses de la clase dominante, los del poder político y la clase que ellos representan. Eso siempre será así en la sociedad de clases. Así nació, además, en el marco de lo que se llamó Cuestión Social en el siglo XIX, luego que estallara la Revolución Industrial. Aunque desde la academia se intente buscar un espíritu fraterno y solidario en esas relaciones, es imposible no discernir los intereses del sistema. El análisis crítico queda a criterio de cada quien, pero es lo que podría darle un sentido distinto a la política social.
La base de construcción de la política social no puede ser solo atender a la inquietante preocupación del poder por mantener la cosa en calma. Debe pasar –para que sea humanista– por una reflexión empática sobre la situación real de las personas a quienes va a ir dirigida. O por lo menos es lo que debe prevalecer en quienes asumen una perspectiva crítica, atendiendo aspectos éticos y políticos de la cuestión social.
Luego, las medidas de suspensión completa de la presencia en centros educativos y la aplicación de un modelo a distancia para culminación del año escolar es una política social que para ser eficiente y tener resultados requiere de planificación, de personal y de recursos, aunque estemos en cuarentena. Y requiere necesariamente de un análisis de las distintas situaciones de la población escolar venezolana, para planificar un mecanismo que fuese justo y accesible para todos los niños, niñas y adolescentes venezolanos.
Este supuesto no se dio como no se da con ninguna política social, porque no se piensa para la gente, se piensa exclusivamente desde los interesados (Estado y Poder) y desde quienes la diseñan, que siempre responden a los intereses de los primeros.
Partir de la idea de que la situación que uno vive es la medida general está alejado de la realidad. Las políticas sociales requieren de análisis y planificación a partir de las condiciones y realidades de los más vulnerables, los más desfavorecidos, los excluidos de la sociedad. Esa es la medida y de ahí para arriba. Eso es hacer un ejercicio de empatía, necesario para atender los asuntos sociales. Lo demás es parafernalia, ingeniería y planificación falsa e ineficiente. Propaganda para ser más precisos.
El proceso educativo y sus elementos constitutivos
El hecho educativo puede verse desde dos perspectivas. La amplia, que nos plantea las capacidades de interacción sociocultural, a través de las cuales desarrollamos nuestras facultades físicas, intelectuales y morales; y la restringida o estricta, que refiere al acto pedagógico propiamente dicho, y es sobre éste al que me voy a referir. Lo pedagógico tiene dos sujetos fundamentales: docentes y discentes. Pero tiene otros alternos que hacen que ese acto pedagógico se dé en las mejores condiciones posibles, entre quienes entran como coordinadores, directivos y diseñadores de programas de formación.
Los docentes se forman para hacer del acto educativo un espacio accesible, ameno y efectivo para los estudiantes, en el caso que nos ocupa, los Niños, Niñas y Adolescentes (NNA). Podemos decir que el acto pedagógico puede darse de manera virtual si estos dos sujetos se mantienen comunicados y dispuestos para que se dé.
Pero en la infancia y en nuestra dinámica social concreta, solo la escuela ofrece valores agregados para que ese acto pedagógico se materialice en mejores condiciones. Compartir el espacio social con otras personas de edad similar, brindar espacios de diversión y distracción en horarios intermedios, y hacer del acto pedagógico un proceso colectivo y no individual. Esos valores agregados no lo podremos tener de manera virtual y perderlos le resta calidad al acto pedagógico en sí mismo. Además, la presencia y cercanía del docente, la calidez y estructura que brindan en ese proceso, desaparecen completamente cuando la comunicación pasa a virtual.
No es posible hoy ofrecer vía online lo que la escuela ofrece a nuestros NNA y a su proceso de formación académica, cultural y social. A la escuela no se va solamente a aprender matemáticas y lengua, ciencia e historia, allí también se va a aprender a ser un ser social, parte de una comunidad, se aprende a convivir e interactuar, se va a aprender que no estamos solos en el mundo, que somos sociedad.
La familia y sus obligaciones, el Estado y sus responsabilidades
En la constitución se plantea que la educación será “integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades”. La Ley Orgánica de Educación nos indica que será “integral, gratuita, laica, inclusiva y de calidad, permanente, continua e interactiva”. Y la Lopnna, por su parte, referida directamente a la protección de los NNA, se plantea el rol fundamental de la familia en el artículo 5, estableciendo para su cumplimiento una garantía que es responsabilidad del Estado, es decir, la familia es responsable de forma prioritaria, inmediata e indeclinable de garantizar los derechos de los NNA, pero el Estado debe ofrecer condiciones de vida a las familias para que puedan cumplir ese rol. Lo mismo plantea en relación a la educación. Dice que todos los NNA tienen derecho a la educación, pero como garantía establece que el Estado deberá ofrecer las condiciones para que la educación sea un derecho ejercido y disfrutado. Y en materia Educativa, además señala como principal responsable al Estado en la creación de escuela, disposición de condiciones de toda índole, recordando que es un derecho humano y debe ser gratuito y de calidad. Y sobre la responsabilidad de la familia solo establece la obligatoriedad de la inscripción y la responsabilidad de garantizar la asistencia y permanencia de los NNA en el sistema educativo.
Responsabilizar a las familias del proceso educativo, de generar las condiciones para que se dé, es mínimo una ilusión y contradictorio con las legislaciones nacionales. No porque las familias no quieran que los NNA sean educados y logren cumplir sus contenidos para pasar de grado, sino porque no están preparadas para asumir una responsabilidad del Estado. La familia no es una escuela, es familia, su papel es otro y salvo que en casa haya un docente formado, o algún miembro con características de personalidad proclives a la pedagogía, la familia no tiene la capacidad y formación para hacer del acto pedagógico un hecho.
Esto supone una situación de exclusión y discriminación, ya que los NNA que cuenten en casa con un docente, estarán en mejores condiciones formativas que los que no y se derrumba aquel principio de la igualdad de condiciones y oportunidades. Y abrimos aún más la brecha social, entre aptos y no aptos para este sistema.
Pero adicionalmente, la escuela históricamente ha sido un espacio de refugio y protección para los NNA que son víctimas de violencia en su medio íntimo familiar, por lo que está coyuntura desvanece ese espacio seguro y no genera espacios alternativos de protección, más bien, al responsabilizar a la familia de manera más directa del proceso educativo, se intensifican las situaciones de estrés que pueden aumentar las posibilidades de maltrato infantil.
El limitado acceso a internet
Si a lo anterior le agregamos las limitaciones reales en acceso a internet y dispositivos tecnológicos, la cuestión se complica más. Los NNA que no tienen en casa internet o dispositivos móviles inteligentes o PC, quedarán absolutamente excluidos del tercer momento pedagógico del año escolar 2019-2020. Peor aún, hay docentes que no tienen los instrumentos necesarios para lograr la conexión y para hacer llegar a sus estudiantes las asignaciones de manera virtual. La población que se encuentra en esta situación no es minoría en el país. Hay un importante número de familias que hoy solo tratan de resolver cómo alimentarse, por lo que el resto de cuestiones son «excentricidades y lujos», incluida la educación. Y no parece una locura si partimos de la pirámide de Maslow, donde lo primero que debemos tener satisfecho para subir en la pirámide son las necesidades básicas, luego de eso es cuando podemos pensar en lo demás. Y la educación, que tiene como base la idea de superación y de éxito social, ubicándose en la cúspide.
Ante una medida de este tipo, el Estado debería ofrecer a su comunidad un servicio de internet de calidad para pensar en un sistema educativo a distancia, servicio que no tenemos ya que Venezuela, en las mejores condiciones. El país tiene una conexión muy lenta, de las más bajas en velocidad del hemisferio. Pero si agregamos las fallas eléctricas y la caída del servicio, la cuestión empeora. Podemos complicarlo aún más si partimos de la premisa según la cual la educación debe ser gratuita. Si ahora será a distancia, entonces el Estado debería garantizar acceso a internet gratuito y de calidad. Lo demás es ilusión y apariencia. Es propaganda. Se están tomando medidas que en la práctica son irreales. Solo existen en lo comunicacional. Y se muestra a un Gobierno que toma medidas, pero se quedan en papel y existen para una parte mínima de la población.
Esta es una muestra de que la política social es y ha sido un mecanismo de atención solo para una parte de la población, esa que es necesaria para el sistema como mano de obra y como ejército de reserva, lo demás no es importante y no se atiende. Se pierde de vista el principio de universalidad de los derechos humanos y se afianzan las diferencias sociales, los excluidos quedan en su misma posición, cada vez más arrinconados hacia la muerte y solo pocos podrán realmente competir por llegar al éxito tan anhelado por la sociedad capitalista.
El cambio de esta realidad supone una revolución social, una transformación genuina de las relaciones sociales de producción que en definitiva son el motor de la humanidad. La lucha de clases y los embates del sistema capitalista, se evidencian en todos los aspectos de la vida. Solo ponerse unos anteojos de justicia y humanidad auténticos, te permitirán ver esa brecha tan profunda y reconocer que la sociedad es mucho más diversa de lo que vemos frente nuestras narices. Ponerse los zapatos del otro, no es solo para comprenderlo y darnos golpes de pecho. Debe ser un mecanismo para asumir responsabilidad social, conciencia social y trabajar por la transformación real de esas situaciones. Y esto incluye el cambio inmediato de los que están en el poder… y más.