Una tortuga estupenda

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En los pantanos, lagos y ríos del norte de Sudamérica, hace unos 10 millones de años, se desarrollaron batallas cotidianas de vida o muerte a escala épica. Los caimanes gigantes acechaban los humedales entre Venezuela y Colombia. Entre sus presas más formidables estaba el Stupendemys Geographicus, una tortuga colosal de agua dulce de la que se sabía poco, hasta ahora. Stupendemys, que significa “tortuga estupenda”, habitaba un colosal sistema de humedales que abarca lo que ahora es el norte de Colombia, Venezuela, Brasil y Perú antes de que se formaran los ríos Amazonas y Orinoco.

Una nueva investigación, publicada el pasado miércoles en la revista Science Advances, revela hallazgos importantes sobre nuevos fósiles de Stupendemys y se detalla el descubrimiento de uno de sus caparazones: el caparazón de tortuga más grande conocido hasta la fecha, con casi tres metros de largo. El animal se habría parecido, en longitud y peso, a un carro. El reptil descomunal tenía aproximadamente 100 veces el tamaño de su pariente vivo más cercano, la tortuga del río Amazonas y el doble del tamaño de la tortuga viva más grande, la tortuga laúd, estimaron los investigadores.

Los fósiles de la tortuga, Stupendemys Geographicus, se encontraron en el desierto de Tatacoa de Colombia y la región de Urumaco de Venezuela. Urumaco es un poblado del estado Falcón, ubicado a unos 70 km de Coro, en sus tierras se encuentra el yacimiento de fósiles más rico de toda América del Sur. Si damos una mirada a los fósiles de la Formación Urumaco, podemos tener una idea de lo sorprendente de los tamaños y de la diversidad de estos, los registros fósiles incluyen exuberantes restos de grandes serpientes, tortugas y cocodrilos.

El paisaje de la Tierra en la época de los Stupendemys se parecía poco a la topografía actual. El hábitat de la tortuga se ha convertido en desierto, pero fue húmedo y pantanoso. Los Andes aún no estaban completamente formados, los ríos Orinoco y Amazonas tenían diferentes caminos. Un extenso sistema de humedales y lagos significaba mucho espacio para animales masivos, especialmente los Stupendemys, que pasaron la mayor parte de sus días en el fondo de los arroyos de agua dulce y pequeños lagos. En ese momento, la región era una vasta serie de ríos y humedales llamado sistema Pebas. Pero esas condiciones ideales no iban a durar. Con el tiempo, la tectónica de placas empujó los Andes hacia arriba, interrumpiendo los sistemas de agua y reduciendo drásticamente el alcance de su hábitat, escribieron los autores.

Los primeros trabajos exploratorios y científicos de la región de Urumaco comenzaron con los notables científicos venezolanos: José Royo (UCV) y Josep María Cruixent (UCV, IVIC), quienes abrieron una ventana al pasado y sentaron las bases para subsiguientes investigaciones en el lugar, actividad que por más de 40 años ha contado con la participación de renombrados investigadores e instituciones de Venezuela y del exterior. Fue así, como se hallaron en la década de 1970 los primeros fósiles de Stupendemys, pero quedaban muchos misterios sobre el animal.

Los nuevos hallazgos publicados proporcionan el balance más completo hasta la fecha, ayudando a los científicos a responder preguntas cruciales sobre cuál pudo haber sido la tortuga más grande que jamás haya existido. Pero gracias a los fósiles recientemente desenterrados, se han podido completar algunos de esos espacios en blanco. “Durante cuatro décadas, no tuvimos fósiles nuevos y excelentemente conservados de esta tortuga”, dijo Edwin Cadena, paleontólogo de la Universidad del Rosario en Colombia e investigador del estudio. “Muchas preguntas, sobre su dieta, si había diferencias entre machos y hembras, e incluso si estábamos tratando con una o más especies de tortugas gigantes, eran completamente desconocidas”, señaló el investigador.

Ahora sabemos que Stupendemys Geographicus vivía en la región en ese momento junto con otras tortugas fósiles como la matamata (Chelus lewisi), de gran importancia por el contexto paleogeográfico que esto implica, ya que la única especie viviente habita exclusivamente las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco. Los investigadores sugieren que había diferencias entre los sexos y que su dieta era diversa y omnívora. Entre los descubrimientos más sorprendentes estaba la presencia de cuernos robustos y frontales, a ambos lados del caparazón muy cerca del cuello, insinuando que eran machos.

Las profundas cicatrices detectadas en los fósiles plantean la hipótesis que estos cuernos pueden haber sido utilizados como una lanza para pelear con otros machos Stupendemys por las hembras o territorio. Esa idea está respaldada por evidencia de tortugas modernas, señalan los autores. Algunos machos pelean por sus compañeras, con el objetivo de voltear al oponente sobre su espalda. Los nuevos fósiles también incluyeron los restos de la mandíbula inferior, de casi 30 centímetros de ancho, que dieron pistas sobre su dieta. A partir de esto se cree que era diversa, incluyendo pequeños animales, moluscos y frutas. Reunir todas las características anatómicas de esta especie indica que su estilo de vida estaba principalmente en el fondo de grandes cuerpos de agua dulce, incluidos lagos y grandes ríos.

Cadena y su equipo también encontraron más marcas, algunas que hablaban de sus temibles y frenéticas peleas con los Purussaurus (11 metros de largo), un género extinto de caimanes gigantes que deambulaban durante la época del Mioceno, al mismo tiempo y lugar que los Stupendemys. Las cicatrices de sus escaramuzas todavía son visibles hoy. Algunos de los fósiles de Stupendemys tenían marcas de mordidas y huesos perforados,  un caparazón tenía un diente incrustado de cocodrilo de 5 cm de largo. Se pueden ver fósiles de Purussaurus en la casa de cultura del municipio Urumaco.

Fue así que en algún momento, hace unos 5 millones de años, lo que había llegado a significar su éxito en la tierra, la conquista de su entorno y su gran tamaño, ya no eran suficiente para mantenerlos con vida. A principios del Plioceno, el Stupendemys dejó de existir.

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