Vacaciones en el espacio… La última frontera

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¿Estás buscando unas vacaciones que ofrezcan vistas de amaneceres y atardeceres incomparables? Específicamente, ¿34 de ellos en 1 día? Prueba el espacio exterior. Ver la oscuridad espacial, la cara oculta de la Luna y experimentar la ausencia de gravedad. El turismo espacial se realiza a más de 100 kilómetros de altura de la Tierra, lo que se considera la frontera (la Línea Karman) y algunos autores lo ven como el siguiente paso en la carrera del ser humano hacia el espacio.

En muchos sentidos, el viaje espacial se parece a las épocas anteriores de la exploración humana. Hace cinco siglos, naves financiadas por el reino de España cruzaron el Atlántico hacia el Nuevo Mundo. En mayo de 1499, Alonso de Ojeda y Américo Vespucio realizaron un primer viaje detallado de reconocimiento de la costa venezolana. La expedición llegó al Delta del Orinoco en junio. Visitaron la isla de Trinidad, la isla de Margarita, las Penínsulas de Paria y Araya y siguieron bordeando la costa. Finalmente, el 24 de agosto de 1499, alcanzaron la entrada del Lago de Maracaibo. El piloto y cartógrafo Juan de la Cosa participó en ese viaje y cartografió la costa venezolana. Más tarde, los ciudadanos comunes comenzaron a hacer el mismo viaje, y el viaje transatlántico se volvió más rutinario, para bien o para mal. En un futuro imaginario, está la posibilidad de establecer colonias permanentes lejos de la Tierra. Ahora, la exploración espacial ha sido una realidad por más de 50 años y puede ser inevitable que el público en general la siga.

Una vez dejada atrás la era de la exploración y explotación comercial, especialmente de los satélites de comunicaciones e imágenes, el ser humano se ha adentrado por completo en el Espacio, aunque sea “hasta la altura de los tobillos” como decía Carl Sagan o como Arthur C. Clarke, el autor de 2001: Una odisea en el espacio, dijo: “Dondequiera que haya algo extraño, algo bello o nuevo la gente querrá verlo”.

Existe un mercado, nadie lo dude. Por el momento, sólo hay una nave, un aeródromo y un alojamiento espacial. Todo construido por la antigua Unión Soviética. El primer turista espacial, Dennis Tito, salió del aeródromo de Baikonur, en Kazajstán, en el mismo lugar del que partieron el primer satélite, el Sputnik, y el primer astronauta, Yuri Gagarin. Es así que Eric Anderson, de Space Adventures, está convencido de que en los próximos veinticinco años el turismo espacial representará una proporción sustancial de la industria global de los viajes. Y no le quito razón: el programa de la BBC Tomorrow’s World ha pronosticado que antes del 2050 más de un millón de personas por año elegirán pasar sus vacaciones fuera de la órbita terrestre, mientras la agencia espacial japonesa calcula que el 80% de los ejecutivos estarían dispuestos a gastarse una parte de sus ingresos en un viaje más allá de la atmósfera. La posibilidad de entrar en una nave sellada, abrocharse y salir de la atmósfera en nombre del ocio ya no es ciencia ficción.

Los vuelos orbitales y suborbitales serían una parte del paquete turístico de las empresas encargadas del viaje espacial, cuya mayor propuesta sería dar una “caminata” espacial. Entre los viajes más accesibles se cree que destacarían los vuelos para experimentar la ausencia de gravedad. Una noche o unas horas sin gravedad sería la experiencia central que propondrían a las parejas en los futuros hoteles espaciales. En el último extremo de la oferta estarían las empresas que ya han empezado a vender el viaje definitivo al cielo: urnas funerarias con cenizas que se lanzan al espacio para situarse en órbita o viajar eternamente entre las estrellas. Las primeras cenizas que han cruzado la atmósfera han sido las de Gene Roddenberry, creador de la serie Star Trek (Viaje a las Estrellas).

La empresa Orion Span, espera lanzar el “primer hotel de lujo en el espacio”, la Aurora Station de 11 metros de largo por 4 de ancho, que estaría listo para finales de 2021. El hotel acomodará hasta cuatro turistas y dos miembros de la tripulación a la vez, circundando el planeta a altas velocidades durante 12 días. Cada turista pagaría 9,5 millones de dólares por la experiencia. El lanzamiento del Falcon Heavy de Elon Musk, reactivó la industria espacial con fines comerciales siendo el último de una serie de hitos que han renovado el interés de las compañías en el espacio.

Sin embargo, no es probable que surja una industria de rápido crecimiento en el corto plazo. El costo de ser un turista espacial supera con creces el presupuesto de la mayoría de las personas en el Planeta y desafortunadamente, no tiene un buen modelo de negocios ni puede transformarse en un mercado estable. El plan de SpaceX para llevar a la gente alrededor de la luna es aún más atrevido, caro y riesgoso para la vida. Considere, por ejemplo, el dolor de cabeza que una industria así sería para las compañías de seguros. Sin embargo, alguien tiene que dar ese primer paso y el espacio es simplemente otra frontera que debe alcanzarse.

Por su parte, Space Renaissance International ha publicado un “manifiesto” que resume los argumentos de por qué debemos viajar más allá de la gravedad y la atmósfera de la Tierra. El documento comienza: “Si nosotros, los siete mil millones de personas que conformamos la humanidad del siglo XXI, queremos que nuestra civilización siga creciendo y mejorando, debemos…” Pero, ¿por qué debemos continuar? ¿Realmente queremos seguir creciendo? Los defensores del turismo espacial creen que la exploración del espacio profundo es inevitable, ya que parece que la voluntad humana por conquistar o descubrir, nos lleva a vencer todos los obstáculos.

Mientras la elección sea mía, permaneceré en la Tierra. Pero las encuestas de investigación de mercado han indicado que muchas personas en diferentes países, disfrutarían de unas vacaciones en el espacio. ¿Lo harías?

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