Cuando mueren valientes en manos de cobardes

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Las lágrimas salen y haga lo que haga se me dificulta retenerlas. Siempre he creído y lo digo cada vez que puedo, que en el embarazo y la lactancia materna no se debe llorar. Se debe ser feliz, reír a raudales, para que eso sea lo que transmitamos a nuestros bebés. En Venezuela, hoy eso es muy difícil. En los ultimos 55 días he llorado unas decenas de muertos, que aunque no son mis muertos, se han hecho míos, los siento mi familia y duelen como tal. Hasta hace dos semanas estaba gestando a un bebé que ya llegó, y que sintió y siente ese dolor por las lágrimas que derramé y derramo ante la barbarie que vivimos. Nació en medio de las muertes.

Hace casi dos meses comenzó la Rebelión Democrática, pero hace 50 días contando desde hoy, 26 de mayo, cayó el primer joven en manos de la Dictadura, en esta nueva jornada de luchas por la libertad y la democracia. Jairo era su nombre. Luchaba por una Venezuela en la que su poesía le permitiera vivir el amor y construir su vida. Él fue el primero. Hoy, a dos meses de esa pérdida, le han arrebatado la vida a al menos 66 venezolanos, con edad promedio de 26 años. De ellos, 9 han caído sin siquiera haber podido alcanzar la edad para votar y elegir a quienes dirigen este país. Murieron sin haber tenido la oportunidad de decidir por su voto sobre el país que querían vivir.

Aunque todos han dolido, algunos me han afectado en mayor medida, al punto de llorarlos sin siquiera conocerlos. He entendido que la forma, la actitud de la víctima y del agresor, influyen en que me afecte más o menos.

La muerte de Juan Pernalete y Armando Cañizales son de las que más me han afectado. Eran muy jóvenes, estudiantes, deportista y artista respectivamente. De ambos conocimos y vimos por fotos o videos actitudes valientes ante los cuerpos represores. Los retaron, les demostraron que aún sin armas no tenían miedo y estaban decididos a defender a su país.

Los muchachos quemados o afectados por perdigones como Jonas Lugo, Victor Salazar, Pedro Michel o Hans Werich, que están aún intentando recuperarse, son otros que me han generado un dolor e impotencia inconmensurables. La agresión reciente a Wuilly Arteaga, quién entona en cada manifestación el himno nacional y musicaliza la batalla por la libertad de los jóvenes luchadores, que siempre es custodiado por jóvenes de resistencia sin solicitarlo, porque su lucha, hecha música, les da animo, los acompaña y convierte en sublime la lucha desigual contra los represores, el 24 de mayo fue agredido físicamente por un GNB, que además destruyó la única arma que Wuilly lleva a las protestas: su violín. Los unos y los otros han demostrados que Venezuela tiene una juventud valiente y dispuesta, que está muriendo a manos de cobardes.

La historia está llena de dictadores que se hacen de ejércitos para mantenerse en el poder, y de seguidores que les aplauden y hacen loas a sus actitudes autoritarias y déspotas. Pero siempre ellos son los menos, numéricamente y éticamente hablando, por eso han sido derrocados. Venezuela no es ni será la excepción. Mucho menos con la calidad de dictador que nos ha tocado, que es más parecido a una caricatura grotesca que otra cosa.

Los dictadores y las dictaduras están llenas de cobardes que enmascaran su miedo con armas y persecución. Por las calles vemos grupos de tantos cobardes vestidos de verde, con grandes armaduras que bajo la sumisión de su rango, están dispuestos a matar a la juventud venezolana. Lo vemos en sus rostros y en sus actitudes inhumanas al dispararle a quemarropa a chamos y chamas que pelean con valentía en la vanguardia de la lucha. Lo vemos cuando asfixian a la gente dentro de vehículos o residencias, cuando roban implementos de primeros auxilios a paramédicos y le lanzan bombas sin ninguna razón, cuando rematan a un joven que ya estaba afectado por la acción desmedida de la represión o cuando agreden a un violinista y destruyen su instrumento. Esos militares, que también son jóvenes, son los cobardes que ayudan a mantener en el poder al dictador y sus séquitos, pero son jóvenes que también se lamentan de las penurias que como pueblo vivimos. Pero su cobardía se manifiesta cuando a pesar de ello, agreden sin razón y a mansalva a quienes con valentía están dispuestos a transformar este país, que también es de ellos. La valentía de la vanguardia de nuestra juventud les afecta porque los enfrenta con sus miedos, los delata como cobardes. Quizás es esa la razón de su actuar sinrazón. Pero los pueblos están llenos de valientes que luchan por sus países para convertirlos en espacios de progreso, de libertad y democracia. Como dijo Agustín Blanco Muñoz hace poco, «ningún pueblo se ha quedado cruzado de brazos a esperar la muerte», y los Venezolanos menos lo harán.

Hoy, a 50 días del primer caído en este proceso de rebelión popular, y a dos semanas de haber nacido mi segundo hijo, sé que Venezuela tiene futuro y que aunque perderemos a valientes en el camino, los valientes siempre serán más que los cobardes. Mi hijo nació en un país destruido por la dictadura y dolido por tan valiosas pérdidas y tan atroces actos de los cuerpos de seguridad, porque con mis lágrimas se lo hice saber en su proceso de gestación, y ha sido amamantado también con lágrimas. Pero también llegó en un momento histórico en el que tengo la certeza que como mayoría valiente, vamos decididos a la reconstruccion nacional, y que antes de que él tenga conciencia, ya lo habremos alcanzado. Ese sentimiento de esperanza también lo transmito en el proceso de lactancia materna exclusiva, con la emoción que en medio del dolor generan acciones como el homenaje de la Orquesta Sinfónica Juvenil José Francisco del Castillo a Armando Cañizalez en el Cementerio del Este, el video enviado por el violinista Alexis Cárdenas en homenaje a los jóvenes valientes que luchan en las calles venezolanas, la restitución casi inmediata del violín de Wuilly y la solidaridad inagotable de tantos venezolanos que se organizan para apoyar desde donde se puede a quienes asumen la vanguardia en esta cruel batalla.

Por Jairo, Juan, Armando, Jonas, Victor, Pedro, Hans, Wuilly y su violin, igual que Bassil, Robert, Geraldine, Génesis, por todos los caídos en manos de cobardes y por todos los jóvenes, hombres y mujeres que día a día se disponen con valentia a enfrentar a la dictadura en las calles, por la juventud y la niñez, por la música y el arte, por el presente y por el futuro, debemos desechar las ilusiones y prepararnos para la lucha, organizarnos y ser solidarios, la lucha debe ser hasta que caiga la dictadura e iniciemos el camino para la inminente Reconstrucción Nacional.

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