La ilógica liberal de las medidas de Maduro

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Las medidas anunciadas por Maduro a pesar de que en las primeras de cambio no resultan digeribles, explicables y realizables, se inscriben en lo que venimos anunciando: el Gobierno se ubicará en un esquema más liberal. A pesar de que vivimos tiempos de transición hacia el rescate de políticas del pasado, de protección y mercantilismo, el Gobierno chavista se hace más liberal.

La implantación del nuevo cono o signo monetario traerá como consecuencia, además de una gran confusión, un incremento de precios que se une a una hiperinflación desbocada y sin freno inmediato. El precio de todos los bienes y servicios no se hará esperar. La gasolina se pudiese incrementar brutalmente. De colocar el litro en 0,5 bs. Estamos hablando que se ubicaría en 50.000 bolívares fuertes de hoy. Habrá que ver qué hace el Gobierno ante este atropello tan grande al bolsillo de la gente. Una nueva medida tan combustible como la gasolina. Faltará la chispa.

Aunque falta mucha explicación y concreción sobre el petro como título de valor transable, se busca que sirva de respaldo del signo monetario bautizado como bolívar soberano. A la postre, de darse tal anclaje, el Bs. tendría que ajustarse a su base de respaldo. Esto es, tendría que haber tantos bolívares en correspondencia con una determinada cantidad de petros que le sirvan de sustento. Ello conduciría a que la emisión de papel moneda y dinero electrónico tienda a ser rígida. Solamente se podrá producir más papel moneda o dinero electrónico si crece la cantidad de petros o si crece la economía real. Lo que en teoría debería conducir a un equilibrio fiscal.

Esa sería la lógica gubernamental para frenar la hiperinflación, camino a su abatimiento. El asunto es que todavía no se han visto los petros en el mercado. Sumemos que no se sabe en manos de quiénes estarán los petros. De quiénes como individuos, ni de qué país. Si están en manos de chinos y rusos estaríamos afianzando la dependencia económica del bloque imperialista liderado por estas potencias, lo que anula aún más nuestra soberanía.

Luce lógica la maniobra, aunque resulta irrealizable mientras el petro no sea una referencia real, activa.

A su vez, si se le brinda al Banco Central de Venezuela la facultad de administrar una cantidad de barriles de petróleo, certificación mediante, se estaría incrementando la base de las reservas internacionales de manera sui generis. En vez de hacerlo con oro o con divisas, se estaría cambiando el patrón para la configuración de las reservas y de la capacidad, por tanto, para transar con el resto de la economía mundial. Habría que esperar si esa medida brinda confianza a los acreedores internacionales y si sirven para transar en el mercado mundial para adquirir bienes y servicios. O para hacerse de divisas, sobre todo de la cesta del Fondo Monetario Internacional constituida por dólares, euros, yenes, libras y yuanes. Seguramente se deberá seguir recurriendo a las divisas obtenidas por las exportaciones, y este recurso apenas servirá, en las primeras de cambio, para dar respaldo al signo monetario en cuestión.

De darse una legitimación de estas riquezas como respaldo del signo monetario bolívar soberano, el presupuesto de ingresos y gastos se podría equilibrar de manera real. Solo que se trata de medidas basadas en un instrumento que no solamente es de dudosa pertinencia como el petro, sino que al usarse el petróleo para incrementar las reservas internacionales se tendría que contar con un tiempo suficiente para legitimar este tipo de recursos como base de las reservas.

Ubiquemos que a diferencia del oro, los precios del crudo tienen fluctuaciones sujetas a circunstancias diversas, entre las cuales está la tendencia cada vez más marcada por la sobreoferta, que presiona la baja del precio del crudo. Goza sí de la ventaja de ser un recurso que está muy marcada su fluctuación al alza por los conflictos y pugnas geopolíticas. Por las contradicciones entre las potencias imperialistas, que hoy tienden a ser atizadas por la guerra comercial desatada por EEUU.

A pesar de que se busca la liberalización del mercado de divisas, no se deja clara la perspectiva. Apenas se expresa un deseo hacia la liberación de las barreras de las divisas. Se anuncia una ley pero no queda claro cuál será su contenido. Muchos economistas se sienten con dudas, aunque gozosos de que se apunta a medidas de liberalización del mercado de divisas lo que sería, desde esta perspectiva, la panacea de los problemas económicos del país.

De darse, son medidas de carácter monetario que no resuelven el problema fundamental y principal como lo es la producción de bienes y servicios.

Hipotéticamente, pudiesen conducir a un freno a la hiperinflación, aunque con más pobreza. Además, con una mayor destrucción del aparato productivo.

No toma medida alguna para estimular el proceso de concentración de capitales. Para nada se atiende al sistema bancario. No se habla de nada para canalizar el ahorro social hacia la inversión productiva. El mercado interno sigue siendo entregado a la producción foránea. Se reducen las barreras arancelarias para que los importadores se sigan beneficiando, dizque para estimular la producción nacional. Las materias primas importadas serán beneficiadas con la eliminación de aranceles, pero no hay otro estímulo a la producción nativa. Además, no queda claro si la eliminación de aranceles será en estricto rigor para materia prima. Todo lo cual se alimenta con la medida de subsidio a los transportistas con bienes que de suyo serán importados, para darle un aire al deteriorado servicio de transporte.

Se abre un tiempo de mayor incertidumbre hasta que se tenga claro qué significa anclar el signo monetario a un instrumento que no aparece como realidad. Igual sucede con el incremento de las reservas internacionales con petróleo. En definitiva, se anuncian titulares nada claros en lo específico, aunque se deja afianzado el camino liberal en un mundo que tiende a la protección. Se abren tiempos para mayor especulación, alimentada por la mayor incertidumbre. Al incremento de precios de la hiperinflación se suma el que brinda la desconfianza en el futuro.

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