Superbacterias

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No son extraterrestres, no son monstruos insectoides que vagan por las calles y definitivamente no son superhéroes. Las superbacterias son microbios resistentes a los medicamentos y que nos afectan. La palabra “superbacteria” apareció en la prensa poco después de 1970 y se usó inicialmente para describir microbios que se alimentaban de residuos tóxicos.

Desde entonces, la palabra ha evolucionado para describir enfermedades infecciosas resistentes pero peligrosas. Aunque es un término mediático, en general se refiere a bacterias que resisten a los antibióticos. Por ejemplo, el SARM, o Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, se ha ganado el título de superbacteria (y es el favorito de los medios de comunicación) debido a sus formidables defensas contra los medicamentos utilizados para combatirla. La Meticilina dejó de ser usada debido a esta resistencia y fue sustituida en la práctica clínica por otras penicilinas más eficaces, como la oxacilina, flucloxacilina y dicloxacilina. A medida que la población mundial aumenta y no se descubren nuevos antibióticos, los expertos creen que veremos más microbios como el SARM.

Los antibióticos se encuentran entre los medicamentos más comúnmente recetados para las personas. Cuando se usan correctamente, los antibióticos pueden ayudar a destruir las bacterias que causan enfermedades, siendo eficaces contra las infecciones bacterianas, como la faringitis estreptocócica y algunos tipos de neumonía, enfermedades diarreicas e infecciones del oído.

Pero estos medicamentos no funcionan en absoluto contra los virus, como los que causan resfriados o gripe. En su lugar, destruirá una amplia variedad de bacterias en nuestro cuerpo, incluidas algunas de las bacterias “buenas” que nos ayudan a digerir los alimentos, combatir infecciones y mantenernos saludable. Desafortunadamente, muchos antibióticos prescritos son innecesarios. Y el uso excesivo de antibióticos ayuda a crear bacterias resistentes a estos medicamentos.

Las bacterias que son lo suficientemente resistentes para sobrevivir al medicamento tendrán la oportunidad de crecer y multiplicarse rápidamente. Esta resistencia antibiótica es una consecuencia de la evolución mediante la selección natural, creando mutaciones que les permiten sobrevivir y reproducirse. Ellas pasarán este rasgo a su descendencia, produciendo una generación totalmente resistente. Si una bacteria porta varios genes de resistencia, se le denomina multirresistente o, informalmente, superbacteria.

Con el tiempo, si más y más personas toman antibióticos cuando no son necesarios, las bacterias resistentes a los medicamentos pueden continuar creciendo y propagándose. Incluso pueden compartir sus rasgos resistentes a los medicamentos con otras bacterias. Los medicamentos pueden volverse menos efectivos o no funcionar en absoluto contra ciertas bacterias causantes de enfermedades.

A pesar de la creciente amenaza de la resistencia a los antibióticos, las empresas farmacéuticas y de biotecnología no están dispuestas a asumir el riesgo financiero de desarrollar nuevos antibióticos debido a una serie de fallas en el mercado. Este problema se complica por los objetivos de salud pública que exigen la conservación de antibióticos y el acceso equitativo a los pacientes. Por lo tanto, se necesita una estrategia de incentivos innovadora para alentar la inversión sostenible en antibióticos.

El mercado para combatir las superbacterias, en teoría, es sustancial. Solo en Venezuela, aproximadamente 200 mil personas se infectan con cepas de bacterias resistentes a los antibióticos cada año y 2.300 personas mueren (Datos no oficiales). A nivel mundial, alrededor de 700.000 mueren cada año debido a la resistencia a los antibioticos, según el informe del comité de la ONU del 2013. Para el 2030, los autores del informe creen que las superbacterias podrían matar hasta 10 millones de personas cada año. Sin embargo, las empresas farmacéuticas y biotecnológicas se siguen saliendo del campo de los antimicrobianos.

El mercado de los antibióticos tiene una serie de características que lo hacen poco atractivo, económicamente, para los productores. Primero, los antibióticos son menos rentables que otros medicamentos porque los programas nacionales de conservación limitan las ventas, además existe un mercado de genéricos con muchos sustitutos, los sistemas de seguridad social fomentan el uso de medicamentos más baratos y los antibióticos se recetan a menudo por una duración muy breve. En segundo lugar, los requisitos reglamentarios para la aprobación de medicamentos en los EE. UU. y Europa han sido inciertos y propensos a cambiar, creando un riesgo de desarrollo adicional para la empresa que invierte.

Antibióticos contra las superbacterias

Por último, muchas compañías farmacéuticas han reasignado su talento científico y su capacidad para medicamentos más rentables, disminuyendo así la experiencia en antibióticos y las economías de escala que poseían originalmente. Todo esto dificulta que las compañías ganen dinero con nuevos antibióticos. Tomemos el caso de Achaogen, una empresa biotecnológica que ganó en junio del año pasado, una de las primeras aprobaciones de antibióticos en décadas. A pesar de su novedad, la Plazomicina (Zemdri) generó ventas menores a 1 millón de dólares y Achaogen se declaró en bancarrota recientemente. Para las pequeñas empresas como Achaogen, la falta de retorno ahuyenta a los tan necesarios inversionistas.

Las empresas deben ser incentivadas aún más a invertir en los procesos de descubrimiento y desarrollo necesarios para crear nuevos fármacos antibacterianos comercializables. Por lo tanto, los incentivos deben incluir aumentar el acceso a la investigación, otorgar subvenciones, ofrecer incentivos fiscales y establecer asociaciones público-privadas para compartir los desembolsos de investigación y desarrollo (I + D).  Siendo estos incentivos necesarios para desarrollar una industria venezolana de fármacos.

Imagen: Tuasaude.com

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